jueves 28 de marzo del 2024

De empresaria hot a campeona

Dueña de restaurantes, Carolina Duer tiene en su casa el cinturón supermosca de la OMB. Por qué dice que sus novios "pierden por abandono". Galería de fotosGalería de fotos

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Solitaria, hasta el límite de coquetear con el autismo. Sentimental, aunque no se permite el llanto fácil. Amigota, aunque la enoja la hipocresía de alguna de sus colegas. Esquemática y luchadora constante. Amante del buen comer y los viajes de placer. Reflexiva hasta el hartazgo. Pensante y directa. Soñadora medida. Experta del arte culinario de los restaurantes de Puerto Madero. Sanguínea en el ring, amable y pícara en la vida. Adicta al BlackBerry con línea directa a un amante que pronto será su novio oficial, dice. Así es Carolina Duer, la Turca. Así es la campeona mundial supermosca OMB. Una rubia infartarte, de brazos marcados, ojos chispeantes, mirada felina, boca picante y, comentan, manos que duelen…

La Turca no era la Turca cuando se metió por primera vez en el gimnasio de la Federación Argentina de Boxeo, en 2003; era por entonces una nena rebelde, con padres empresarios, fanática de los cuerpos esculturales que poseen los boxeadores. Hasta que Alberto Zacarías la invitó a practicar y ella, desvergonzada, aceptó. “La primera vez que me puse los guantes sentí que me corría adrenalina, que largaba todo lo que tenía, y me sentía tan libre que me dije: ‘Esto es lo mío’”, recuerda, en una charla con el Diario Perfil.

—¿Y tus padres?

—No quisieron saber nada con que la nena se haga boxeadora. Ellos sabían mi devoción por el boxeo y los boxeadores, pero nunca imaginaron que yo iba a pelear.

—¿Y ahora que sos campeona mundial, qué dicen?

—Me apoyan, pero sufren mucho cuando subo al ring. Ellos están chochos de tener una hija que es campeona mundial, pero todavía insisten con que deje el boxeo. Me dicen que no tengo necesidad de hacerme golpear por plata…

—¿Cuál es tu meta ahora?

—Unificar con las otras entidades. Estoy dispuesta a superar a las que dicen que son las mejores y combaten con fantasmas. Mi sueño es hacer algún combate en Las Vegas.

—¿Quién es la mejor boxeadora argentina del momento?

—Erica Farías, la Pantera. Esa es la verdadera sucesora de Marcela Acuña, la única reina. Hay otras que se proclaman princesas, pero pecan de soberbia…

—¿Por quién lo decís?

—Por Yesica Bopp. Para ser ídolo no alcanza con ser muy buena boxeadora; ante todo, se debe ser buena persona.

—¿Hay muchos celos entre las boxeadoras?

—No, estamos casi todas unidas para defender el boxeo femenino…

Hoy, Carolina es una mujer de 32 años que llegó a la corona mundial en 2010. No tiene ni promotor ni mánager, por un solo motivo: sabe ser empresaria. Porque su vida no comenzó en un ring: nacida en Barrio Norte, de clase media alta, fue con su padre dueña de una cadena de restaurantes (incluso tuvo dos que eran sólo de ella), además de haber tenido hace unos años una parte de Rodizio. Al mismo tiempo, ya dio sus pasos en el periodismo (condujo su propio programa en un canal de cable) y está mostrando sus armas en el periodismo deportivo, como notera del programa Golpe a golpe, en TyC Sports.

Coqueta y fatal. Más allá de la Carolina Duer boxeadora, existe la turca mujer. “Me encanta vestirme bien, ser seductora y estar arreglada.”

—¿Cómo hacés para no perder la feminidad?

—El hecho de ser boxeadoras no quiere decir que pierda rasgos femeninos. Hagamos lo que hagamos, si somos femeninas no vamos a perder este atributo. Una boxeadora y una chica de oficina pueden vestirse igual de elegantes. Yo sé el prejuicio que existe sobre las boxeadoras y por eso me preocupo por la estética.

—¿Se puede ser linda y boxeadora?

—Sí, por supuesto. Cuando no boxeo trato de mostrarme prolija, sexy. No seré una modelo, pero tengo lo mío…

—Nobleza obliga: ¿cómo es Carolina en el sexo?

—En la cama, soy más salvaje que en el ring. Me encanta todo mientras exista piel, soy muy fiestera. Ultimamente, mis novios terminan tirando la toalla, abandonan, por eso estoy solita. Por ahora…

—¿Todavía te siguen gustando los boxeadores?

—Tuve muchos novios boxeadores. Salí con Diego Silva, campeón sudamericano gallo, Omar Narváez y Mariano Carreras, mi última pareja. Ellos y un par más terminaron perdiendo por abandono…

Ni el aumento de las presiones, ni las adversarias encumbradas, ni las telarañas de la fama. Nada ni nadie parece perturbar el crecimiento explosivo de Carolina Duer, una chica salvaje…

(*) Nota publicada en la edición impresa del Diario Perfil

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