miércoles 24 de abril del 2024

La historia del nuevo rival de Boca

Sin antecedentes oficiales contra los xeneizes, Ramón Santamarina de Tandil tiene un pasado lleno de gloria futbolística. Conocélo. Galería de fotosGalería de fotos

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Decir Ramón Santamarina es decir Tandil. Y, como suele ocurrir, más que con la vida y el legado del prócer lugareño así llamado tal identificación tiene que ver con el equipo de fútbol cuyo nombre lo homenajea. Ese que hoy revoluciona a su ciudad como rival nada menos que de Boca en la Copa Argentina, pero que ya supo hacerlo varias veces tanto o más a lo largo de su casi centenaria historia.

Más allá de tenistas de la talla de Juan Martín Del Potro o Juan Mónaco y de ricos salamines, en efecto, los tandilenses bien pueden exhibir como orgullo un pasado futbolístico que alcanzara su punto culminante allá por 1985, cuando Santamarina se convirtió en el único club de su Liga que llegó a jugar el viejo Nacional de la "A" justo en la última edición del torneo.

A esa altura, la fama de esta entidad fundada un 20 de diciembre con el nombre de Club Fuerte Independencia había trascendido ya largamente las fronteras de Tandil. Y no sólo por su condición de máximo ganador de la competencia liguista local, que obtuvo en 34 oportunidades, sino también por los cracks que vistieran sus colores, que sus fundadores tomaran de Peñarol de Montevideo.

El primero de esos futbolistas de renombre fue sin dudas Aquiles David Caviglia, titular como número 10 del equipo con el que, tras abandonar en 1941 las competencias futbolísticas oficiales por razones económicas, Santamarina volvió a jugarlas en 1948 ganando invicto el ascenso a la primera de la Liga Tandilense, en la que ya dos años después sería campeón por octava vez.

A fines de ese mismo 1950, Caviglia fue transferido nada menos que a River, aunque al poco tiempo los de Núñez lo cedieron en parte de pago por el pase de Juan José Pizzuti a Banfield. Allí sí quedó en la historia, alternando como puntero izquierdo en el equipo con el que en 1951 el club del sur se convirtió en el primer no grande subcampeón de Primera en el profesionalismo.

Ya en los años '50, el club fue el trampolín desde el que saltaron a Estudiantes de La Plata el marcador de punta izquierda Rubén Francisco Cheves y el media punta Jorge Oscar Bentivegna, quien en 1967 se destacó jugando para un club de Canadá (el Toronto Falcons) en la incipiente liga profesional que reunía a los equipos de ese país con los Estados Unidos.

En los '60, surgieron de Santamarina dos delanteros que dejaran su huella en Primera a lo largo de esa década y la siguiente. Uno fue Mario Pardo, quien en 1963 pasó a Gimnasia y Esgrima La Plata con casi 20 años y en 1968 dio el gran salto pasando a Boca, donde no le fue bien pese a que volvió a vestir brevemente la casaca xeneize tras un también opaco paso a préstamo por Banfield en 1969.

El otro de esos puntas proyectados por el club al fútbol grande fue una verdadera gloria del fútbol bonaerense: Norberto Llamarada Eresuma, aquel centrodelantero goleador que brillara en los viejos nacionales de la "A" jugando para San Lorenzo y Kimberley de Mar del Plata, quien por tal motivo fue llamado "marplatense" por muchos pero en realidad era oriundo de Tandil.

En los años '70, el club vivió momentos de gloria inéditos de la mano de un hombre que llegó a sus filas en 1975 cuando ya pensaba retirarse del fútbol: Aníbal Roberto Tarabini, goleador puntero izquierdo que había brillado en Temperley e Independiente y pasado también por Boca, el Torreón de México y el Mónaco de Francia.

Llegado a la zona para comprar campos, el Conejo terminó siendo clave para Santamarina, donde como jugador y técnico al mismo tiempo supo guiar a tres jóvenes del club que serían campeones del Nacional '77 con Independiente: el arquero Roberto Rigante -quien en 1981 jugó un partido en Primera para Boca-, el puntero derecho Héctor Arrieta y el volante central Luis Alberto Petrucci.

Con Tarabini y esas promisorias figuras, precisamente, a comienzos de 1977 Santamarina estuvo por primera vez muy cerca de clasificarse al viejo Nacional de la "A": llegó a jugar dos finales para ello contra Cipolletti de Río Negro, que finalmente lo frustró por el valor doble de los goles convertidos como visitante al terminar esos partidos 0-0 en la Patagonia y 1-1 en Tandil.

En definitiva, el club ya tenía una historia futbolística muy respetable cuando en 1985 logró aquel viejo anhelo de participar del fútbol grande de la AFA, superando nada menos que a un Loma Negra de Olavarría que, sostenido por la empresaria cementera Amalia Lacroze de Fortabat, contaba con importantes figuras y venía de jugar los nacionales de 1981 y 1983.

Ni siquiera la presencia en el equipo olavarriense de tres integrantes de la gran selección juvenil argentina campeona del mundo en 1979 (Abelardo Carabelli, Rubén Rossi y Osvaldo Rinaldi) amedrentó en esas finales a los muchachos de Santamarina, que tras dar el batacazo ganando 3-2 en Olavarría empataron 0-0 en Tandil un 26 de enero de 1985 para desatar la euforia de toda la ciudad.

Dirigidos por el tandilense Daniel Romeo (delantero del Estudiantes de Zubeldía a fines de los '60), los héroes de aquella histórica clasificación fueron entre otros el arquero José Luis Ducca -de posterior paso en la "A" por Independiente y Temperley-, el veterano zaguero Horacio Enrique Rodríguez -antes en Estudiantes, River, Vélez-, el Colorado Juan Pedro Gauna (volante central ex San Lorenzo y Argentinos Juniors),  el creativo Abel Coria -también ex pincha- y el goleador Eduardo Barbero (ex Talleres de Córdoba).

A estos futbolistas se sumaron para conseguir aquel inédito logro otros menos conocidos por el gran público pero de mucho prestigio en el fútbol de Tandil y alrededores, como el mencionado Luis Petrucci (hoy dirigente del club), los defensores Néstor y Marcelo Armendáriz, el volante Roberto Daniel Tarabini, el goleador Raúl Ricardo Sommi y Rodolfo Javier Erviti, un mediocampista surgido de las inferiores del club que bien podría tener un parentesco con el marplatense que hoy brilla en la Ribera.

Ya en el Nacional '85, con refuerzos como el exquisito volante ofensivo uruguayo Hugo Nelson Lacava Schell (surgido de Boca y campeón con los xeneizes en el Metro '76), el club comenzó de la mejor manera, venciendo 2-1 en el Estadio Municipal General San Martín de Tandil a un Platense que tenía como jóvenes figuras a Blas Giunta y Carlos Alejandro Alfaro Moreno.

Pese a que sólo obtendría un triunfo más visitando a Racing de Córdoba (1-0 con gol de Raúl Sommi, quien ya había marcado el tanto de la victoria contra Platense), el equipo logró pasar a la ronda de ganadores de aquel intrincado certamen como segundo de su zona, detrás de Estudiantes de La Plata -con el que perdió 1-0 en La Plata y empató 1-1 en Tandil- y aventajando por diferencia de gol a la Academia cordobesa -que como visitante le ganó 2-1- y Platense, que en su estadio de Vicente López le ganó 1-0.

En la segunda etapa del certamen, el rival de Santamarina fue nada menos que Independiente, que venía de ser pocos meses antes campeón intercontinental venciendo en Japón al Liverpool y contaba con figuras de la talla de Clausen, Villaverde, Trossero, Marangoni, Bochini y Burruchaga.

Primero jugaron en Avellaneda, donde a los 9 minutos Gauna dio a Santamarina una sorpresiva ventaja. La ilusión duró poco: a los 33, Percudani puso el empate, y en el segundo tiempo la Vieja Gerardo Reinoso y nuevamente Mandinga dejaron estampado el 3-1 final.

La revancha en Tandil no fue muy diferente: el primer tiempo también terminó 1-1 (Jorge Clara para el Rojo y Gustavo Portugal el de Santamarina), y entre los 10 y los 11 minutos del complemento otra vez Percudani y Bochini sentenciaron la historia. El descuento de Fernando Puggioni a cinco minutos del final sólo sirvió para dar cifras definitivas al marcador.

Quedaba para Santamarina la chance de avanzar en la ronda de perdedores, donde una nueva derrota lo eliminaría del torneo. Y esa caída se produjo ya en la tercera etapa del certamen, cuando en Salta cayó en definición por penales 4-2 con el local Central Norte tras igualar 1-1 al cabo de los 90 minutos.

Luego de aquellos momentos de gloria del '85, el club fue entrando en una decadencia que llegó a poner fin a su existencia por un tiempo tras provocar el remate de su cancha y su sede. En 1992, incluso, debió jugar con el nombre de "Unión Obrera Metalúrgica" para subsistir. Sin embargo, seis años más tarde volvería a resurgir de sus cenizas.

Fue entonces, en 1998, que un grupo de dirigentes conocido como "los 7 locos" creó en Tandil el Club Deportivo Santamarina, que ganaría la Liga en 2002 con otra figura incipiente: el delantero Matías Alustiza, luego figura en la "A" jugando para Chacarita y Arsenal. Poco más tarde pasó a jugar en el Argentino "B", que ganaría en 2006 venciendo a Rivadavia de Lincoln en la final.

Finalmente, en octubre de 2010 un juez levantó la quiebra y autorizó que la entidad volviera a llamarse como la habían bautizado un 21 de febrero de 1914: "Club y Biblioteca Ramón Santamarina". Un nombre que, como se lo quiso hacer entonces, homenajea a aquel pionero cuya familia cediera a la entidad su primera cancha. Pero mucho más a una historia llena de gloria futbolística.

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