martes 16 de abril del 2024

River y el tridente que no lastima

El conjunto de Matías Almeyda modificó el esquema para jugar con tres delanteros pero, hasta el momento, no alcanza la funcionalidad deseada. ¿Será una espada de Damocles para el DT?

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El tridente era un arma de la antigüedad caracterizada, como su nombre lo indica, por poseer un tri (tres) dente (dientes o puntas). Poseidón, personaje mítico griego (amo del mar y las tormentas), fue uno de sus detentadores más reconocido. En el fútbol, este término cobró valor para definir un tipo de esquema que empleaba a tres jugadores en ataque. Curiosamente, los requerimientos del tridente futbolero exigían valores opuestos a los del arma: estaba relacionado con equipos que buscan ocupar el campo contrario (o sea la supuesta cercanía del cuerpo a cuerpo en la batalla) y necesitan “hacer ancha” la cancha.

Jonatan Wilson, en su didáctico libro Inverting the pyramid: The history of football tactics, cuenta como Herbert Chapman (en el Arsenal de los años 30) y su recordado esquema de la WM, dieron el puntapié inicial para la sucesión histórica de variantes ofensivas de tres atacantes. Con Chapman comulgaron Vittorio Pozzo y su selección italiana (campeona del mundo del '34 y '38) que jugaba un 4-3-3 con dos extremos y un centrodelantero en línea; Gusztav Sebes y la Hungría del 50, con Puskas y Kocsiz como extremos cerrándose al gol y con Hidegkuti como centrodelantero mentiroso (hoy sería llamado un “falso nueve”) y, más cercano a esta época, Michels y su fútbol total (“Totaalvoetbal”) que dejó como herencia al Dream Team de Cruyff, al Ajax de Van Gaal y al Barcelona de Pep Guardiola (en su forma actual con Messi y en la anterior con Etoó o Ibahimovic como centrodelanteros).

En la Argentina también hubo equipos históricos que partían con un esquema tres delanteros: entre ellos estuvo la selección argentina de Menotti con Bertoni, Luque y Ortiz (más Kempes sumándose desde atrás) y la de Bielsa con Ortega, Batistuta y López (o González). En la actualidad del fútbol local, pocos equipos utilizan este esquema: Instituto, Lanús y, en estos últimos dos partidos, River.

Con el tridente conformado por Domínguez, Cavenaghi y Trezeguet, los resultados del conjunto millonario no han sido malos. Le ganó por goleada a Deportivo Merlo (uno de los equipos más retranqueros de la categoría) pese a no jugar bien y empató con Gimnasia y Esgrima de La Plata en el bosque. La media inglesa y la valla invicta, podrían considerarse un promedio aceptable para este River versión Nacional B. El problema radica en el juego, porque al equipo de Almeyda le sobran individualidades para marcar la diferencia.

Antes de la contratación de Trezeguet, River utilizaba un 4-4-2 con Domínguez y Cavenaghi en el ataque. Mientras el Chori se tiraba atrás y/o a los costados para tomar contacto con la pelota, Fernando buscaba los huecos libres y tiraba diagonales entre los centrales. A su vez, desde atrás y por las bandas, se sumaban al ataque: Sánchez (con mayor tendencia al centro y el desborde) y Ocampos (con mayor llegada al gol). La jugada más repetida y efectiva era: desborde de Sánchez, Cavenaghi al primer palo, Ocampos entrando por el segundo, Domínguez esperando el pase atrás y Aguirre sumándose por sorpresa. Con diferentes variantes de esta secuencia se dieron muchos de los goles de River en el primer semestre.

La presencia de Trezeguet condicionó a Almeyda y sus virtudes le hicieron un lugar en el equipo. Al sacrificio, marchó el doble cinco (Ponzio -uno de los refuerzos de verano- se quedó con el puesto de mediocampista central y Cirigliano, que había tenido muy buenas actuaciones hasta diciembre, fue a parar al banco de suplentes). En un primer momento, la apuesta de sumar jugadores con vocación ofensiva despertó entusiasmo pero, hasta el momento, sus rendimientos no han sido convincentes.

A Sánchez y Ocampos, el cambio de esquema los alejó del arco contrario. El uruguayo, en parte, pudo compensarlo: ya no desnivela como lo hacía antes, pero colabora con Ponzio para equilibrar el medio. El quilmeño, por el contrario, no pudo encontrar su lugar: lo desgastó el ida y vuelta, no llegó a pisar el área contraria como lo hacía antes (además disminuyeron los desbordes por derecha, por las mayores obligaciones defensivas de Sánchez) y cuando sí llegaba al segundo palo, el sector no estaba libre porque lo merodeaba uno dos delanteros y su respectiva marca.

Con los dos pistones fuera de servicio, las responsabilidades ofensivas recayeron, en mayor medida, sobre el tridente. A Domínguez, el cambio no le modificó tanto el lugar de juego como la referencia defensiva. Actuando de mediapunta podía bascular jugando entre la marca de los centrales o de los laterales; ahora como enganche, directamente es tomado por el volante central adversario, lo cual lo obliga a un mayor desgaste para desmarcarse y a recibir habitualmente de espaldas al arco. Para colmo, como los volantes externos no profundizan al nivel que lo hacían, se ha quedado sin descarga, y termina muchas veces apoyándose para atrás o queriendo gambetear incómodo y perdiendo la pelota.

Cavenaghi era el único centrodelantero y ahora, a veces, termina actuando como una mediapunta. El problema es, pese a poder asociarse con Domínguez, la falta de descarga profunda por los costados. Por eso, por momentos se lo ve tirándose a las puntas y centreando, pero ese no es su fuerte: lo suyo está adentro del área.

Justamente ha sido Trezeguet, el último en llegar, quien ha quedado mejor parado. Sus virtudes siguen inalterable: oportunismo, picardía para desmarcarse, intuición para anticipar al adversario y recursos técnicos para resolver la jugada. No le pidan mucha movilidad, apenas lo justo y necesario, pero con eso le basta para destacarse.

¿Será este tridente disfuncional el que penda, cual espada de Damocles, sobre la cabeza de Matías Almeyda? Así como viene, no parece funcionar y los jugadores aparentan tener ciertas diferencias en el juego colectivo. Él, al igual que el rey Dionisio, será quien deba elegir a los que entran. El siguiente banquete es frente a Ferro, en el Monumental. Ahí conoceremos el nombre de los invitados.

(*) Médico, periodista y ex futbolista. Especial para 442.