Conocedor de los antecedentes de su contrincante, Sergio Maravilla Martínez lo había anticipado en la previa. Y también volvió sobre el tema una vez que el jurado lo dio, de manera unánime, como ganador de la contienda. Las sospechas del boxeador argentino sobre un posible doping positivo de Julio César Chávez Jr. se habrían confirmado.
Consumada la victoria, Martínez alertó: “El promotor de la pelea me sugirió un desquite con Julito en un estadio en Dallas con 60 mil personas, pero eso no me cierra”. Y agregó: “Allí, Chávez hace lo que quiere y además todas las reglas, con el dopaje y esas cosas, son menos rigurosas. Son menos exigencias que en Nevada”.
Es que en el estado de Texas suelen hacer la vista gorda con el mexicano. O eso parece. El 4 de febrero pasado, tras ganarle por decisión unánime a Marco Antonio “Veneno” Rubio, en San Antonio, Texas, Chávez Jr. ni siquiera fue al control antidoping. Su rival lo denunció formalmente ante el Consejo Mundial. Tras una justificación ridícula de la CMB, el presidente José Sulaimán aseguraba que “no habrá control”.
Por el uso de un diurético, dio positivo –en Las Vegas- en un control en diciembre de 2009. Le costó 10 mil dólares y siete meses de suspensión. Desde ese momento hasta el combate del último sábado ante Maravilla, Chávez Jr. hizo seis peleas: una en Los Angeles, otra en México y las últimas cuatro en el estado de Texas.
Ayer se conoció que el mexicano habría dado positivo en el control antidoping por el uso de marihuana. Hay que esperar, porque todavía falta la contraprueba. Lo que ya se sabe es que El hijo de la Leyenda ya no es lo que era: perdió la corona y también la protección.
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