jueves 25 de abril del 2024

Presidentes: ¿para todos o elite?

Los “administradores de sentimientos” de los clubes de Primera son hombres de negocios o profesionales. De qué vive cada uno.

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Los afiches intentaban ser condenatorios. Una lista impresa de cheques rechazados a nombre de Javier Cantero empapeló paredes clave de Avellaneda a principios de esta semana. La guerra sucia, personal. Los cheques sin fondo no eran de Independiente, sino del propio presidente del club. Lúcido, Cantero se defendió: “Antes acusaban a los presidentes por enriquecimiento, a mí me acusan de empobrecimiento”. La ironía es fina y auténtica: desde que está a cargo de la gestión del Rojo, el hombre que avanzó con la cruzada antibarras descuidó su actividad laboral. Hasta hace diez meses, se abocaba casi exclusivamente a asesorar clientes como Techint, Shell y Bunge & Born. Ahora la responsabilidad mayor recae sobre su socio. El pone los pies en la consultora sólo cuando Independiente le suelta la mano.

Los presidentes asumen la representación. Son gente común al mando de los paraísos de los hinchas. Les gusta repetir que “administran sentimientos”. Sin embargo, ninguno tiene bolsillos muy comunes; son presidentes con piso en clase media. El modelo de hombres de negocio aplica para el G-20 de la A. Aunque no se diga por estatuto, las billeteras famélicas no acceden con éxito al gran banquete electoral.

De los currículum se desprende que en los clubes grandes son todos profesionales, salvo Daniel Passarella. Del presidente de River tampoco hay registros de actividades laborales, más allá del club. En la actualidad tiene campos, pero son manejados por su hijo Lucas. Incluso el Káiser ya no posee sus viejos emprendimientos gastronómicos.

Mientras Boca apuesta a campeón, Daniel Angelici lo hace en negocios vinculados con los bingos. Su bastión tiene sedes en Ramallo, Pergamino y Mendoza. El restaurante Madero Tango y el hotel Maipú también son suyos. Y todo empezó con un Renault 12, el auto que su papá le regaló cuando cumplió 18 años. Le gusta contar al presidente de Boca que lo vendió y que esa plata la invirtió para ser parte del bingo de San Bernardo. Tenía apenas un 0,5 por ciento del paquete accionario. Otros tiempos. Desde entonces, Angelici amasó una fortuna. Antes de lidiar con Julio Falcioni, Juan Román Riquelme y los salieris, administraba un emporio de bingos desde el piso 10º de un edificio ubicado sobre la avenida 9 de Julio. En una nota publicada por Perfil..com se detalla que en esa oficina Angelici atesoraba dos fotos: la de sus hijos con la camiseta de Boca y una de él, cuando era muy joven, junto con Raúl Alfonsín.

San Juan y Boedo. A veces hasta pasan inadvertidos lejos de la cáscara de los escritorios. “Si vos sos el presidente de San Martín de San Juan, yo soy el presidente de la Policía”, se burló un oficial en la cara de Jorge Miadosqui. En efecto, el presidente del club sanjuanino estaba en la tribuna visitante de la cancha de Instituto y fue detenido. Estuvo preso un día, junto con su hijo. Aquel 30 de abril de 2006 no fue tratado como el máximo responsable de San Martín. Miadosqui ese día fue uno más. Como cuando se encuentra en su librería y papelería.

La mesa de los veinte presidentes de Primera es una reunión de vanidades. Todos se regodean en un cargo al que cualquier hincha aspiraría. Ellos contraatacan con que las responsabilidades son tan grandes que les resulta difícil percibir el disfrute. Matías Lammens es el más joven de los presidentes de Primera, con 33 años. Hasta que asumió en San Lorenzo era un trabajador compulsivo, que se pasaba entre 12 y 14 horas en su empresa de bebidas alcohólicas. Ahora, le puede dedicar sólo seis horas a su actividad. Casualmente, la empresa está en Boedo. Donde sueña que esté su oficina del club.

La universidad del gol. Ninguno ata tan estrechamente profesión y gestión presidencial como Enrique Lombardi. El arquitecto/titular de Estudiantes lleva adelante, junto con su estudio, la remodelación del estadio ubicado en 1 y 57. El dato no es un secreto. Lombardi explicó el proyecto en asamblea y fue aprobado por los socios pinchas. Además, participó en la construcción de otros estadios, como los de Independiente, Chacarita y Municipal El Charrúa, de Uruguay.

En el rubro profesionales, hay una miniliga de abogados; a través de sus presidentes están representados Boca, San Lorenzo, Newell’s, Colón, Tigre, Atlético de Rafaela y Quilmes.

En tanto, el principal dirigente de Racing es contador, como el de Vélez y Quilmes (Aníbal Fernández ostenta doble título, ver abajo). Unico en su especie, Independiente tiene a la cabeza a un ingeniero.

Vida de club. La dedicación que demandan los equipos de élite del fútbol argentino deja fuera del camino a los que no cuentan con un amplio respaldo económico. El perfil todo pulmón queda condenado para los presidentes de las categorías más bajas, sin tantas complejidades. Los clubes con problemática de empresas son hoy conducidos, en su gran mayoría, por profesionales o empresarios. Tettamanti, el de más años del G-20, tiene 70 y un estudio jurídico, aunque casi no ejerce. Su actividad extradeportiva ya es un asunto familiar, a cargo de sus hijos, también abogados. El “está todo el día en el club”, aseguran periodistas que cubren los entrenamientos de Atlético de Rafaela.

Bugallo, por caso, decidió dejar de trabajar en el laboratorio en el que estaba hacía treinta años. Desde hace dos meses, el dirigente número uno de All Boys se aboca sólo al club. Del palo que sean, los presidentes se definen, ante todo, como hinchas. Unos que para ver a sus equipos nunca tienen que escaparse de los trabajos.

Aníbal F, un todoterreno. Aníbal Fernández es presidente de Quilmes desde 2011: asumió en julio. Era el vicepresidente del club, hasta que el entonces titular José Luis Meiszner renunció para ser el número dos de Don Julio. Meiszner, secretario ejecutivo de la AFA, le cedió la posta al actual senador nacional por la provincia de Buenos Aires.

El dirigente de espesos bigotes arrancó su carrera en 1983 como asesor en el Senado provincial. Fue hombre de consulta del Concejo Deliberante de Quilmes, entre 1983 y 1989, y del de Florencio Varela, entre 1983 y 1988. A pesar de su vieja trayectoria en política y la convivencia con el  protocolo, no abandona la chicana. En el arranque del campeonato jugaron Quilmes y Boca, y como en los días previos el xeneize se había demorado en su vuelta desde una gira por Colombia y Venezuela, Aníbal ironizó: “Si Boca no llega, que ataje Angelici”.

Coleccionista de bonsai en la terraza de su casa, comenzó su derrotero nacional como secretario general de la Presidencia interina de Duhalde, quien después le asignó el papel de jefe de la cartera de Producción. Con Néstor Kirchner fue ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos y con Cristina Fernández, jefe de Interior y jefe de Gabinete. Al momento de dejar la Coordinación del Gabinete el 10 de diciembre de 2011 para ejercer su puesto en la Cámara alta, se erigió en el ministro que más permaneció en cargos de ese rango en la historia contemporánea de la Argentina.

El quilmeño es una de las espadas mediáticas con las que cuenta el Ejecutivo nacional desde que tomó los resortes del poder. De todos modos, el dirigente todoterreno le va tomando el gustito a la política de la AFA.

(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario Perfil.