martes 23 de abril del 2024

Gago y Román vs. el Negro y el Flaco

En la previa del Superclásico, Juan Manuel Herbella analiza las virtudes y defectos de dos equipos con rendimientos antagónicos. Galería de fotosGalería de fotos

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El hincha espera ansioso el partido de mayor relevancia: River y Boca y  se preparan para disputar, en el Monumental, el Superclásico número 344 de la historia. Un partido raro, atípico, sin parcialidad visitante, una medida que daña el espectáculo y a la que tristemente nos hemos acostumbrado.

Con la vista puesta en el partido del domingo, hasta el momento, el funcionamiento colectivo de River y Boca ha sido antagónico y, pese a ello, los resultados bastante similares. En los nueve partidos del torneo, Boca tiene dieciséis (16) puntos con 12 goles a favor y 11 en contra, y River catorce (14) con 8 a favor y 5 en contra. En el historial del superclásico se contabilizan 108 empates, 126 victorias xeneizes con 462 goles y 109 riverplatenses con 418 tantos.

El rendimiento del domingo ante Quilmes dejó embelesado al hincha de Boca. La incipiente sociedad entre Fernando Gago y Juan Román Riquelme (habían jugado juntos quince partidos con la camiseta de la selección pero nunca con la de Boca) despertó expectativas en un equipo que venía a los “ponchazos”: un partido ganaba con autoridad y al siguiente perdía por goleada. Esta sociedad entre el 5 y el 10 mostró destellos de un fútbol vistoso y versátil, donde la pelota circuló a uno o dos toques y los volantes atacaron sin dar referencias fijas para la defensa contraria.

En la faz defensiva están los inconvenientes de Boca. Los centros que caen en el área han sido un problema que no han tenido solución, tanto sea en pelotas paradas o en jugadas. La presencia de Jesús Méndez como lateral derecho sirvió para equilibrar el mediocampo (que a veces quedaba descompensado) pero habrá que ver cómo se resuelve si el rival recarga el ataque sobre el costado.

En Boca hay otros jugadores de renombre, pero no están al nivel de Riquelme y Gago, ellos son distintos por calidad y por trayectoria. No hay dudas del plus de jerarquía que le aportan al equipo, lo que más preocupa es la poca continuidad de juego que arrastran en el último tiempo: en lo que va del año Román jugó 18 partidos de 40 posibles y desde su vuelta a Boca en 2008 estuvo en 150 sobre 371 (en ambos casos su porcentaje de presencias ronda el 40%). Para Gago la historia es similar: disputó 6 partidos (tres por el torneo final, dos de Libertadores y la Superfinal) sobre 28 posibles en el semestre pasado con Vélez, y ahora sólo lleva cuatro en Boca (hay que tener presente que disputó las eliminatorias con la selección argentina) sobre diez posibles. El rendimiento y la continuidad que ellos tengan marcará el futuro del equipo, no sólo el domingo en el Monumental, sino también en lo que resta del año.

Para River, la actualidad es muy diferente. En su plantel no posee jugadores de la jerarquía que ostenta Boca, principalmente de mitad de cancha para adelante (el único que podría inmiscuirse es Teófilo Gutiérrez), pero en lo colectivo es más equipo. En el Flaco Barovero, hasta el momento el mejor arquero del torneo, y en el Negro Álvarez Balanta, pichón de crack que descubrió Ramón en las inferiores, se encuentran los cimientos de un equipo armado de atrás para adelante.

A ello se le suma que River encontró en Gabriel Mercado a un lateral de oficio con una cuota extra de gol, en Vangioni al mejor lateral/volante zurdo que tiene el fútbol argentino (en discusión con Milton Casco), en la primavera futbolística de Ledesma a un insospechado conductor y en la permanencia de Lanzini (no buscada por Ramón ni por la dirigencia) a la frescura necesaria para cambiarle la cara al equipo.

Claramente el déficit de River ha estado en el ataque: Fabbro está en deuda, los idas y vueltas con Mora no permiten entusiasmarse, Teo mostró pequeñas ráfagas y a Simeone y Andrada le han acelerado los tiempos de maduración de una manera alocada.

En la antesala de un Superclásico atípico, seguramente se hablará mucho de lo externo, de la prohibición al público visitante, del revival de los clásicos entre Ramón Díaz y Bianchi. En el juego, al fin de cuentas, se verá a dos equipos dispares en presente y paladar: un Boca que ataca bien pero le cuesta defenderse y un River que defiende bien pero le cuesta atacar.

(*) Especial para 442.

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