miércoles 24 de abril del 2024

Los embajadores del ‘medio pelo’ argentino

¿Vale la pena participar del Championship? ¿Vale la pena ser al rugby lo que es Bolivia al fútbol? La comparación de Argentina con Nueva Zelanda.

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“En principio decir que un individuo o un grupo es de medio pelo implica señalar una posición equívoca en la sociedad; la situación forzada de quien trata de aparentar un status superior al que en realidad posee”. (Arturo Jauretche, escritor lincoleño que se fue cuando ‘Los Pumas’ nacían).

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Argentina, con sus 42.192.494 habitantes tiene casi diez veces más población que Nueva Zelanda (4.327.944). Argentina es el 32º país más habitado y Nueva Zelanda el 125º. Y este año en La Haya, Holanda, por el Grupo ‘B’ del Mundial de Hockey masculino, nuestros ‘Leones’ ratificaron esa superioridad demográfica: Argentina le ganó 3x1 a Nueva Zelanda.

Argentina, con sus 2.766.890 km2 supera en más de diez veces el territorio de Nueva Zelanda (268.680 km2). Argentina es el noveno país más extenso del planeta, en tanto Nueva Zelanda es el 76º. El año pasado, en Corea del Sur, por la Liga Mundial de Hockey femenino, también sobre césped, las ‘Leonas’ no defraudaron esa superioridad de dimensiones y vencieron 2x1 a Nueva Zelanda.

Podríamos revisar los pocos enfrentamientos que hubo entre deportistas nacionales y neozelandeses y veríamos que siempre los derrotamos, nunca por goleada porque oponen una resistencia mayor a la imaginada por su aislamiento y lejanía y por su pequeña población y reducido territorio. Una muestra es el apretado triunfo de la ‘generación de oro’ del básquet nacional en los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004: en el camino a la medalla dorada, el equipo liderado por Ginóbili les ganó en la fase de Grupos por un estrecho 98x94.

Sin embargo, hay otras estadísticas más importantes que simples tamaños, donde ellos nos ganan; analfabetismo es una de ellas: Nueva Zelanda, con un índice del 99%, empata el 20º lugar con naciones como Estados Unidos, Suecia, Japón y el Reino Unido. Mientras la Argentina, con su 97,2%, clasifica en el 67º lugar atrás de Aruba, Bulgaria y Tonga. O de Uruguay, para no ir tan lejos, un tercio más chico y aún menos habitado que Nueva Zelanda. Allí nos pasan por arriba como nos pasan sin miramientos en el rugby, esa mancha permanente que tienen los colores celeste y blanco de nuestra camiseta nacional.

Nueva Zelanda no es sólo alfabetización y rugby: con sólo 4,72 por mil de mortalidad infantil es uno de los treinta países con menor registro; en tanto la Argentina con 10,52 por millar sólo clasifica en el borde de los setenta, dividiendo el primer tercio del mapamundi. Igualmente, cada tres madres que mueren en partos en Nueva Zelanda en la Argentina fallecen más de quince. Y todavía hay ‘argentos’ que se ríen del ritual del Haka con el que cualquier Selección de ese país se presenta deportivamente.

Todo esto viene a cuento porque el fin de semana último nos cacheteó feo, mostró el deterioro que vive la Argentina como un todo y su desgarro deportivo. Fuimos eliminados del Mundial de básquet y caímos, como siempre, en el Championship de rugby ante Nueva Zelanda por 28x9. Lo de ‘Los Pumas’ es ignominioso –descrédito de quien ha perdido el respeto de los demás a causa de una acción indigna o vergonzosa–, aunque resultaría sospechoso y milagroso si le ganase, precisamente, a los All Blacks, el mejor equipo del mundo. Sería injusto pedirles eso. Además, el resultado no está mal para quien alguna vez ya perdió 93 a 8 (1997)…

Lo del vóley es diferente. Con el vóley no hay mentiras, no se vende humo, es lo que es y punto. Distinto del rugby, su universo no se cree más que nadie, la prensa no lo endiosa y su hinchada tiene la humildad que le falta a quienes hacen de la pelota ovalada un marketing redondo: aunque no tengo las cifras exactas me informan que Visa paga por el patrocinio de ‘Los Pumas’ cuatro veces más que Personal para sponsorear a la selección de vóley. El ingreso de ‘Los Pumas’ al Champioshiop en 2012 aumentó su recaudación en un 30%... Cuesta creer que alguien pague para asociarse a la derrota. Los 12 millones de pesos que recibe el básquet de la misma Visa, Directv y otros, son más que justos y no se discuten.

La sexta vez que se midieron ‘Los Pumas’ y los ‘All Blacks’, en 1985 (la primera había sido nueve años antes, dos después de la muerte de Jauretche), empataron gracias a Hugo Porta, el mayor jugador de la historia vernácula: aquel día fue 21 a 21 en Buenos Aires y Porta, el Maradona del rugby, marcó los 21 tantos. Sí, todos. Un mero empate y un ‘único jugador único’ le hicieron creer al medio pelo que había ‘con qué’. No lo hay. Sólo hay patetismo. En 38 años se registraron, incluyendo el del sábado pasado, 23 enfrentamientos: 22 fueron derrotas. Basta. Si en casi cuatro décadas no se evolucionó tampoco será ahora, es mejor parar antes que la autoestima sea irrecuperable. Llama la atención la falta de orgullo.

No les vamos a ganar porque Nueva Zelanda es más  que nosotros y no sólo en tackles y tries, lo es en indicadores que debiésemos mejorar más que el scrum de ‘Los Pumas’, que ya mejoró pero es insuficiente y lo seguirá siendo. Argentina, con sus 17.700 dólares per cápita –año 2012 cuando no estaba tan destruida– es un 37% menos productiva que Nueva Zelanda (28.000 dólares per cápita). Argentina es la 68ª nación en este ranking, en tanto Nueva Zelanda es la 47ª. No porque posean una tercera línea más perfecta, sino porque allí se trabaja 1739 horas efectivas al año y en la actual Argentina son tantos los días de huelga que cuesta calcular los laborales. No será entrenando que los ‘Pumas derrotarán a los ‘All Blacks’. El tema está en la cultura del medio pelo.

Diferente es el caso del básquet que fue al Mundial de España sin Ginóbili y sin Delfino. Es decir, casi sin el 50% de su poderío más experimentado. Imagine a la Selección de fútbol sin Messi, Di María, Mascherano y Agüero. Igualmente clasificó en su Grupo, donde mostró que Luis Scola y Pablo Prigioni son dos gigantes –aunque jueguen sin sus compañeros de siempre–, y puso en cancha a cinco pibes, edad promedio 22 años, que generan ilusión.

Además, se cayó ante un Brasil –“Argentina, decime qué se siente…”– que seguramente va a pelear el tercer puesto del Mundial de España. Se perdió frente a un Brasil completo, ahora sí con sus jugadores de la NBA (nunca los tuvo a todos en ninguna de las anteriores victorias argentinas). Los veinte tantos de diferencia final no son graves, menos aún mirando el primer cuarto y la primera mitad, ganados por una Argentina que jugó mucho. Además, a Brasil lo entrena el mejor técnico del subcontinente, el argentino Rubén Magnano, que ya nos dio toda la gloria que el básquet merece más allá de un país que cada vez ayuda menos y complica más.

Por allí está la cuestión, ‘Los Pumas’ representan a esta Argentina deteriorada, la que ya fue si es que alguna vez fue, la que cree en una clase que el espejo no devuelve, por eso y nada más que por eso ‘Los Pumas’ son los perfectos embajadores del medio pelo tan bien descripto por Arturo Jauretche. El básquet, en cambio, representa a otra Argentina, la normal, la que en algunos rincones todavía sobrevive y de cuya moderación emana el talento, casi como una recompensa. En tanto, el vóley representa a la Argentina olvidada, esa que si por ‘h’ o por ‘b’ muestra un crack se rescata y enaltece… en cuanto ese crack sobreviva y los resultados acompañen. Es Argentina, no pidamos más.

Por eso son tres derrotas diferentes como lo son sus significados. No es por acaso que la expectativa de vida de un neozelandés es de 81 años y la de un argentino es de tres menos. Es para ahorrarnos tres años de amarguras, de ver perder a una Selección que sabe antes de jugar que va a perder aunque su gente no lo admita y lo disfrace. ¿Vale la pena jugar? ¿Vale la pena participar del Championship? ¿Vale la pena ser al rugby lo que es Bolivia al fútbol? No lo sé, sólo supongo que el medio pelo lo necesita para oxigenar sus ínfulas. El otro país, el verdadero, no.

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“Cuando en la Argentina cambia la estructura de la sociedad tradicional por una configuración moderna que redistribuye las clases, el medio pelo está constituido por aquella que intente fugar de su situación real en el remedo de un sector que no es el suyo y que considera superior. Esta situación por razones obvias no se da en la alta clase porteña que es el objeto de la imitación; tampoco en los trabajadores ni en el grueso de la clase media. El equívoco se produce a un nivel intermedio entre la clase media y la clase alta, en el ambiguo perfil de una burguesía en ascenso y sectores ya desclasados de la alta sociedad”. (Otra vez Arturo Jauretche hablando de la hinchada de ‘Los Pumas’ que aunque supo intuirla y describirla, no conoció).

IN TEMPORE: Por suerte en Argentina también se juega al fútbol y se practica el box. En el inicio del mismo fin de semana, el viernes, la Selección –ahora del ‘Tata’ Martino–, goleó 4x2 al campeón del mundo en su casa, y aunque Alemania haya puesto en cancha a menos de medio equipo titular, la Argentina tampoco tuvo a Messi: A propósito, Di María confirmó que es mejor que Messi… Y el sábado a la noche, en Estados Unidos, el argentino y forzado súper-ligero Lucas Matthysse, sin despeinarse, en dos rounds, noqueó al invicto mexicano Roberto Ortiz. Sí, siempre ganan los mismos; los normales.

(*) Director Perfil Brasil, creador de SóloFútbol y autor de Archivo [sin] Final.