martes 19 de marzo del 2024

El mundo interior de Teo

La palabra de Pekerman, las charlas con su padre, el buen clima de River: Razones que alumbraron la nueva personalidad del colombiano.

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Hay click. Y hay crack. Hay ruidos internos. Y los otros ruidos. ¿Cuándo cambió Teo? ¿Cuándo tuvo su momento bisagra para llegar a esta versión zen? ¿Fue cuando Soner Ertek lesionó a Falcao? ¿O cuando entendió los consejos de Pekerman? ¿O cuando aceptó los consejos de su nuevo asesor de imagen? ¿O quizás cuando se sintió el referente de los más jóvenes del plantel de River? Ese ejemplo que siempre quiso ser.

Teo es Dios. Teo habla de Dios: “Jehová es mi pastor, nada me faltará”, tuiteó el 14 de septiembre. El jugador místico es el tótem de Boyé, el pibe al que aconseja. Teo es popular. El coro de la tribuna lo invoca y no es en vano.

El super héroe de River responde con goles: es el máximo anotador del campeonato. Su padre es el coprotagonista secreto: “Lo llamo después de cada partido y le marco los errores. Y me escucha”, le dice a PERFIL. No sólo por ser su hijo. Teófilo padre atajó en la segunda división del fútbol colombiano: “Sé lo que le molesta a un arquero de un delantero. Teo tiene una tranquilidad natural para definir. Le enseñé que tiene que ser más rápido y práctico. Ha cambiado”. Teo cambió.

Animador infantil. Del entorno del futbolista surgen los neologismos del diccionario Teo: madurez y tranquilidad. La nueva faceta tiene flechitas que apuntan a un hombre: José Pekerman. El entrenador de la selección de Colombia “tuvo varias charlas a solas con él”, le cuenta a este medio alguien que conoce bien a Teo. Su padre refuerza la idea: “José mira al ser humano antes que al jugador”.

Pekerman le quitó a Teo la mochila de Falcao. Le habló. Le habló mucho. Y lo convenció de no vivir perturbado por la sombra del hombre gol de Colombia. Si no podía ganarle como delantero, al menos tenía que ganarle o empatarle como persona. Teo, como ejemplo.

El Mundial le trajo reconocimiento y la convicción de que era importante en el grupo. Eso. Teo ncesita sentirse importante.

En River los compañeros ya le aceptaron las mañas y le respetan sus soledades. “Si todos están tomando mate y él está por otro lado escuchando música, nadie lo cuestiona”, aporta un allegado al plantel. Sin embargo, ese aspecto no lo corre del eje. Teo es el referente de los jóvenes y como una especie de ratón Mickey con los chicos, el polo de atracción. Cuenta la misma fuente: “A Boyé le indica cómo moverse en el área”. Igual que Teófilo con Teo.

Ser el mejor. En el plantel no tiene amigos. El único era Carbonero, que se fue luego de coronarse campeón en el torneo Final de este año. De todos modos, respeta al grupo. Y en especial a Barovero, el capitán. No sólo porque es arquero, como su papá.

También respeta al entrenador. Después de que Gallardo lo retara por alguna actitud, Teo entró al vestuario y puso música. Mientras, ensayaba una sonrisa de publicidad. Desdramatizó, no se tiró contra el técnico. Teo escucha. Ahora, escucha.

De a poco también emprolija la cáscara que, según considera, debe tener un futbolista de élite. Su aspiración es jugar en las grandes ligas de Europa. Por eso, afinó la puntería también en los detalles: su cuenta de Twitter ahora es manejada por profesionales. Desde octubre pueden leerse consignas marketineras, en las que Teo agradece el millón de seguidores y además sortea botines. Antes, era él; enteramente él: “Qué lindo es ser negro”, señaló el 12 de agosto. El maquillaje ya se le nota hasta en los 140 caracteres.

El responsable. “Este es el Teo real”, dice Teo. Es el que vive tranquilo porque pasa buena parte de sus días con su mujer y sus hijos, en Puerto Madero. Y cuando su familia no está, viajan amigos desde Colombia. Y cuando no, su padre. Y su madre. Y tal vez, su abuela: “Las empanadas de mi abuelita me hacen más goleador”, dijo a la salida del vestuario del Monumental, después de que River le ganara a Vélez 1 a 0, en el semestre anterior.

La última vez que estuvo cara a cara con su padre fue en Bogotá, antes de partir a Estados Unidos de gira con su Selección. Ya en New York, les deseó suerte a sus compañeros de River, que debían jugar un partido del torneo local sin él. Todo un gesto. Aunque a veces díscolo, a veces solitario, Teo cambió. Teo es Gutiérrez.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil