viernes 29 de marzo del 2024

Los hermanos barrabravas de River

Los Ferreras, de Beccar, hacen el trabajo sucio en la popular de Núñez. Cuatro hermanos especiales.

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Aunque la rebeldía de los jóvenes los haga alterar ciertas conductas, en una familia de padres abogados, las generaciones más chicas se verán influidas por esa tendencia y posiblemente decidan incursionar en el mundo de las leyes. En un hogar de médicos, los niños jugarán entre termómetros y estetoscopios. Y en las casas de los barras bravas, tal vez se tolere más un faltazo a la escuela que a la cancha. Así se convertirán en minibarras.

Mauro Ferreras es conocido en la tribuna de River por haber sido uno de los violentos que ingresó encapuchado al campo de juego con el fin de amenazar a los jugadores durante aquel recordado primer partido por la promoción ante Belgrano en Córdoba, que finalmente terminó condenando al equipo de Núñez a jugar por única vez en su historia en la B Nacional.

Mauro es el mayor de cuatro hermanos de la localidad de Beccar, con un lugar de privilegio en la popular liderada por Martín Araujo y Héctor Caverna Godoy. Tanto es así que cuando los jefes necesitan un trabajo que excede la cordialidad y el protocolo, son ellos quienes recolectan gente de Villa La Cava a cambio de entradas para revender y así hacer una diferencia en sus propios bolsillos. En el último capítulo de la interna de la barra desatado en noviembre del año pasado en la confitería del club, Mauro no fue agredido como el resto de sus compañeros simplemente por haber tenido la habilidad de saltar un paredón de casi tres metros que lo puso a salvo de la emboscada. Una vez que todo regresó a la normalidad, retornó al club para liderar una reunión en la que hubo duras acusaciones al punto tal de que alguien sacó una escopeta recortada por creer que dentro de la propia barra se encontraba el entregador.

Alejo, Leandro y Leonel son sus hermanitos, quienes mediante aprietes y negocios ilegales se transformaron rápidamente en barras de River. Hace unos meses, tres de los cuatro Ferreras irrumpieron armados en el domicilio particular de Pato Ariel, líder de la facción disidente, y amenazaron de muerte a su esposa. Posteriormente hicieron algo parecido con Diego Cadena, jefe del grupo del Oeste a quien apuñalaron por atrás en la vía pública y le pegaron con una manopla hasta dejarlo inconsciente. Y como si esto fuera poco tirotearon una heladería en Saavedra en la que trabajaba un miembro de la facción rival.

El poder de estos niños dentro de River queda en evidencia cada vez que juegan al fútbol en las canchitas del Monumental con los propios empleados de seguridad, quienes les abren las puertas aun cuando el club se encuentra cerrado. “Ojo que esto pasaba antes, cuando D’Onofrio asumió, lo heredamos; ya no pasa más”, comenta un dirigente que prefiere no dar su nombre. Consultado por PERFIL, Ignacio Villarroel, director del Departamento Legal de River, agrega: “No me consta que jueguen a la pelota en el club, pero de ser así tendremos que evitarlo. A los barras con derecho de admisión los hemos suspendido como socios.”

Durante un partido de eliminatorias disputado en junio de 2013 ante Colombia, volvieron a ingresar al campo de juego, en esta oportunidad sin capuchas, pero con indumentaria oficial de la Selección. Tras eludir los controles y con credenciales de empleados del club, no tuvieron mejor idea que robarle la camiseta a Lionel Messi, en una imagen captada por la televisión que recorrió el mundo.

Un banderazo organizado por los hinchas de River para el partido de ida ante Boca por la Sudamericana 2014 puso a los Ferreras nuevamente en el ojo de la tormenta. Alejo fue protagonista de un choque automovilístico a pocos metros del Puente Labruna que terminó no sólo con una persona fallecida, sino con sesenta miembros de la barra de River, incluida la primera línea, en la Guardia del Hospital Pirovano exigiendo (con modos poco sutiles) su pronta atención.

Por otro lado, minutos antes de comenzar el partido de vuelta ante Boca, Leandro fue detenido en el playón de la Tribuna Sívori tras haber querido ingresar a la cancha con una entrada falsificada que portaba el nombre de un importante dirigente.

Leonel, el último de la dinastía, es tan chico (tiene cerca de 15 años) que comprende el negocio de la barra desde la ingenuidad propia de un juego de soldaditos. Con esa inocencia cuelga fotos y videos en las redes sociales en los que se muestra sonriente con banderas robadas a otras hinchadas y con camisetas de diferentes futbolistas.

No llamaría la atención que los minibarras, con contactos políticos y dirigenciales, pronto sean los líderes de hinchadas que manejen cuentas bancarias de millones de pesos. Los Ferreras hacen escuela en la tribuna de River pese a no haber sido los mejores alumnos de sus divisiones.

TRABAJADORES FREELANCE

No son desocupados. Para el recital de Romeo Santos que se llevará a cabo esta noche y mañana en River, los Ferreras ya tienen trabajo asignado: en esta ocasión no se dedicarán a la venta ambulante de alcohol como lo han hecho durante el show de Roger Waters, sino que se encargarán de armar contingentes de fanáticos sin entradas y escoltarlos desde el McDonald’s ubicado en Avenida del Libertador y Campos Salles hasta la platea. Ahí, ellos tienen los contactos necesarios como para que se abran mágicamente los molinetes.

Como en una excursión propia de un viaje de estudios, en este caso serán los menores quienes acompañen a grupos de diez o veinte personas que deseen presenciar el concierto por menos dinero que el valor de la entrada original. Ignacio Villarroel, dirigente de River, sostuvo: “La organización es de Fénix, como club no podemos hacer nada al respecto.”

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil