jueves 18 de abril del 2024

El estrés y los sobrevivientes de la guerra

Es tan grande la diferencia entre ganar o perder que se viven como una pesada carga. En la mente del futbolista y en el corazón del hincha, se librarán las batallas. Galería de fotosGalería de fotos

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El esperable triunfo de Boca sobre Palestino y la agónica clasificación River (con siete puntos) encaminaron el escenario hacia un nuevo Superclásico copero. El mejor líder de grupo versus el peor segundo, en un partido sin favoritismos y donde se mezcla la belleza del juego con el morbo y la salud.

Rodolfo Arruabarrena, admitió: “Van a ser semanas desgastantes pero lindas, es lo que necesita el fútbol argentino. Lo lógico hubiera sido que nos enfrentáramos más adelante, en semifinal o final”. Una de las figuras de River, Teo Gutiérrez, dijo algo muy similar, después de clasificar: “Son partidos que todo jugador quiere jugar. Será desgastante, pero lindo”. De ambos lados coinciden: habrá “un antes y un después” en la historia del Superclásico.

Como recuerdo, aún está fresco lo vivido en la última Copa Sudamericana. En ese entonces, River venía en gran nivel y su rendimiento decayó justo en la previa del Superclásico. Aún así ganó la serie y terminó coronándose campeón de la Copa, pero la tensión del momento le pasó factura en la recta final del campeonato.

Los hinchas de ambos equipos y los amantes del fútbol, están expectantes. Aquél Boca de Arruabarrena, que quedó eliminado, no es el mismo de este año y la derrota inmerecida de River, el sábado ante Huracán por la Supercopa Argentina, son condimentos para la previa y el análisis.

En la historia, el registro promedia dos eliminatorias coperas cada diez años (cuatro partidos por década). Ahora, fuera de toda lógica, se van a enfrentar dos veces en apenas medio año, un poco más de seis meses para ser exactos. Para sumarle estrés y ansiedad a los jugadores, en el transcurso de diez días disputarán tres Superclásicos: dos por la Copa Libertadores y uno previo por el campeonato.

Se conoce como burn-out (o síndrome del quemado) a la “disminución de la capacidad laboral, por una inadecuada respuesta crónica al estrés”. Comúnmente asociada al ámbito empresarial, a distinta escala, también puede observarse en el fútbol. Una racha de lesiones y bajos rendimientos, son indicios sospechables. Por eso hace un tiempo que el deporte le abrió la puerta a la psicología, con el fin de entender y trabajar en el aspecto mental del atleta. Ya nadie discute la influencia de los factores psicológicos en el rendimiento deportivo.

El futbolista profesional para gozar de buenas remuneraciones, prestigio y popularidad, debe lidiar con los intereses y las presiones que genera su trabajo. Es tan grande la diferencia entre ganar o perder, especialmente en estos partidos, que indefectiblemente se viven como una pesada carga.

“Alrededor del 50% de los jugadores que se enfrenten en el Superclásico, o en otro partido de esta magnitud, no van a rendir al nivel que lo harían en cualquier otra circunstancia”, dice Marcelo Roffe, psicólogo del Deporte con amplia experiencia en selecciones nacionales. A esta conclusión llega considerando su vivencia personal en el área y, además, por las investigaciones existentes. En su libro “Evaluación psicodeportológica”, dedica un capítulo completo a los test que permiten conocer y estimar el nivel de “carga/presión” que sufre el atleta.

Las reacciones del organismo al evento estresante incluyen una serie de modificaciones corporales. Al tomar conciencia de una situación de peligro, el cerebro desencadena una cascada hormonal que parte del “Hipotálamo” y termina en la glándula suprarrenal, con la liberación de cortisol: una hormona esteroidea, que junto con la adrenalina, se encarga de mantener al cuerpo en “estado de alerta”. El sistema, fundamental para la supervivencia del hombre, se transforma en un problema al estar activado de manera sostenida. No es descabellado pensar que, en la previa de los Superclásicos, los futbolistas lleven días cargándose con estas sensaciones.

Pero los protagonistas del partido no serán los únicos que han de sufrir las consecuencias de estos tres partidos en diez días. Hay varias investigaciones que probaron en el hincha el vínculo entre eventos deportivos estresantes e infartos. Tanto en el exterior (Gerhard Steinbeck y Col. de la Universidad Ludwig Maximilians –Munich- lo estudiaron en los partidos de Alemania durante la Copa del Mundo de 2006), como en la Argentina (Darío Di Toro y otros cardiólogos de la Soc. Arg de Cardiología presentaron una investigación sobre un Superclásico en 2008), se encontró un aumento de la atención hospitalaria de episodios cardiovasculares, durante eventos deportivos trascendentales.

A menos de una semana del “continuado de Superclásicos”, empiezan a aparecer los “fantasmas”. En la mente del futbolista y en el corazón del hincha, se librarán las batallas. Es bueno tomar recaudos y estar preparado porque como supo decir Tommy Docherty, histriónico y legendario entrenador británico: “En estos días, el negocio del fútbol es como una guerra nuclear. Ya no hay ganadores, solo sobrevivientes”.

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