martes 19 de marzo del 2024

River y Rojas, entre la talla y la historia

El equipo de Gallardo estuvo a la altura en el Mineirao y puede ilusionarse con la Libertadores. Sin embargo, hay un jugador que podría decir adiós.

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“Dar la talla” excede el mero hecho de ganar y puede ubicarse entre las gratificaciones más dulces que puede tener un deportista. “Dar la talla” es tener las aptitudes para competir a un nivel y mostrarlas en el momento en que es necesario. “Dar la talla” es una premisa que puede ser tanto individual como colectiva. “Dar la talla” es hacer lo que hizo River en el Mineirao, con un estadio repleto, con el resultado en contra y con la obligación autoimpuesta de demostrar que el ciclo Gallardo no estaba entrando en una meseta de difícil retorno. “Dar la talla” es, también, competir como lo hizo Ariel Rojas: quien sabiéndose fuera, y con más por perder que por ganar, lo entregó todo.

El de ayer, para River, fue el mejor partido de 2015. Jugar en Brasil siempre es complicado y más en un estadio abarrotado. Para colmo, venía en desventaja y arrastrando antecedentes no favorables: la presión de un mal partido en el Monumental, la clasificación ante Boca en los escritorios de la Conmebol y el bajo goleo de los últimos partidos. En este escenario desfavorable, el equipo de Gallardo dio su mejor versión. Venció (3 a 0) a Cruzeiro y se metió en las semifinales de la Libertadores. De esta manera, acalló los murmullos. Esos que se deslizaban por lo bajo, sigilosos, que sugerían algo así como que le habían encontrado la mano y el equipo se estaba aburguesando.

Firme en defensa y eficiente en ataque: porque sin llegar con mucha gente, hizo mucho daño. Mora y Teo Gutiérrez se asociaron como en sus mejores épocas del semestre pasado. Carlos Sánchez mantuvo su nivel, siempre gravitante con asistencias o apariciones para definir de forma inesperada. El tándem Ponzio-Kranevitter sigue probando ser muy eficaz en cuanto a presión y replica (contra equipos que salen a jugar) pero, por el momento, no demuestra ser tan efectivo cuando River debe asumir el protagonismo. La defensa no ha tenido demasiados cambios, salvo el regreso de Mercado por el rendidor Mammana.

En un partido donde no hubo puntos bajos y todos (en menor o mayor medida) se lucieron, es menester destacar al hábil mediocampista por izquierda que todavía tiene River y que, probablemente, en poco tiempo extrañará. Ariel Rojas, cuando River tuvo la pelota, jugó e hizo jugar pero también, cuando fue necesario, ayudó a Vangioni en el control del sector derecho del ataque de Cruzeiro (el más peligroso, con Marquinhos como estandarte). Ausente en los últimos partidos, parte por diferencias contractuales y parte porque su buen rendimiento no se mantuvo en el tiempo, Gallardo lo requirió para este partido definitorio y Rojas le rindió con creces.

“Hoy tenemos la posibilidad de sentirnos orgullosos nuevamente y es la palabra que utilizo. Hay que valorarlo porque no fue fácil, después de aquellas semanas duras”, dijo Gallardo al concluir el partido. Para Rojas la victoria fue “el premio a todo lo que hemos realizado hasta ahora, el premio al esfuerzo. Estoy feliz con la clasificación, después se verá lo de mi futuro”.

Fue un partido memorable para el hincha millonario, porque River dio la talla y puede soñar con ser nuevamente campeón de la Libertadores. Para el ciclo Gallardo, es la segunda semifinal por Copa en menos de un año. El futuro de Rojas no está tan claro, la victoria en el Mineirao pudo haber sido una despedida acorde para el destacado nivel que mostró en este tiempo o, también, una señal de alerta que empuje a la reflexión generalizada. A los dirigentes, porque dejan ir a un jugador importante; a Gallardo, porque hoy no tiene a nadie con las características para reemplazarlo y, al propio Rojas, porque de marcharse se estará perdiendo la oportunidad de entrar en la historia grande de River: un lugar del que no se sale.