martes 16 de abril del 2024

Germán Chiaraviglio: “Voy saliendo del pozo”

El atleta revela el peso que significó ser un talento precoz: los sponsors lo abandonaron y tuvo que "quemar sus ahorros" para competir en el mejor nivel.

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Apenas tenía 17 años cuando un pibito santafesino sorprendió al atletismo del planeta con el título de campeón mundial menor en salto con garrocha, allá por el 2003. Hijo de un garrochista, este espigado atleta se situó en un par de años en la elite de la disciplina y despertó la ilusión argentina de tener un crack en ciernes. Pero no siempre un talento precoz se convierte rápidamente en una estrella adulta. Germán Chiaraviglio lo sabe. Lo sufrió entre 2008 y 2014 hasta el punto de pensar en largar todo. “Las excusas las tenía a todas”, se sincera. Sin embargo, abandonar no entra en su diccionario. Y decidió pelearla. Incluso contra pronósticos que decían que ya no volvería a saltar como antes. Y, de repente, en este 2015 la vida le sonríe a los 28 años. Otra vez.

En marzo superó su karma, los 5m60, y se clasificó para el Mundial logrando su mejor marca en siete años (5m65) y en mayo, ya por invitación, brilló nada menos que en una cita top, la fecha de la Diamond League que se hizo en Doha. Fue medalla de bronce gracias a sus 5m60. Este esperanzador inicio de año se da justamente en medio de un calendario cargado de objetivos. El viernes comienza el Sudamericano en Lima (Perú), en julio los Panamericanos y luego, en agosto (28 al 30), el Mundial en Beijing. “A Lima voy buscando alimentar esa llama de confianza que traigo. No hay cosa más linda que entrar a la pista con confianza y tranquilidad. Quiero seguir saltando por encima de 5m60 y con eso me alcanzará para medalla”, dice sobre el Sudamericano. Y luego elige los Panamericanos. “Son más importantes que el Mundial porque tengo más chances de hacer algo trascendente aunque haya figuras de EEUU, Brasil y Canadá que salten 5m80. Confío en poder estar entre los 4 ó 5. El Mundial es otra historia, un éxito sería una buena marca y estar en la final, entre los 12”, explica Chiaraviglio.

-Ahora disfrutás, pero la pasaste mal, ¿no?

-Sí, por varios años. Una época dura, de lesiones, de resultados por debajo de lo esperado. La presión te afecta y si bien nadie me lo decía en la cara, yo sé que se decía ‘Chiaraviglio ya fue, ya no va a saltar como antes’. Lo sé y no me enoja porque yo no le encontraba la vuelta más allá de las lesiones. Era un tema mental. Y las excusas estaban, incluso los motivos para retirarme. Pero sentía que era más doloroso dejar así sintiendo que no había llegado a lo que quería. No podía dejar esta pelea inconclusa. Y lo seguí intentando pese a que se me fueron sponsors y tuve que quemar mis ahorros para seguir compitiendo en Europa. No sabía cómo y cuándo, pero tenía la convicción de que iba a volver a saltar como antes. Por suerte ahora estoy saliendo del pozo.

-¿Y cómo fue el proceso?

-A los Juegos Olímpicos 2008 llegué sin ritmo y si bien resultó una gran experiencia, me fue mal. En el 2009 empecé con los problemas en mi tobillo izquierdo, en marzo del 2010 me operé y estuve un año y diez meses sin competir. Volví bien en los Panamericanos 2011 y salté 5m50, pero yo sentía que era poco, quería volver a otro nivel. Un nuevo golpe fue no poder llegar a los 5m60 para clasificarme a los Juegos de Londres y tampoco pude alcanzar esa marca para el Mundial 2013. En el 2014, si bien fui irregular, me sentí mejor y ni hablar en la pretemporada y los entrenamientos de este año. Por eso estos dos torneos me dieron alegría, tranquilidad, confianza… Alcanzar la marca para el Mundial fue un alivio enorme y ratificarlo en la Diamond League me suma en lo anímico y por las puertas que me abre a futuro. Está claro que valió la pena insistir, creer en el camino del esfuerzo. Es la confirmación de que estoy bien y puedo ir por más.

-¿Fue un peso tu gran comienzo precoz y las expectativas generadas?

-Y sí, fue una gran mochila que por suerte ya me saqué, pero siempre notó que me evalúan en torno a eso que pasó hace 12 o 13 años. Pero yo trabajo con un psicólogo y creo que llegué a la madurez deportiva. Acá, en el país, te juzgan con los standares del fútbol y si no te consagraste a los 21 o 22, fuiste… Y no es así.

-Encima tu madurez te hace ver otras cosas, como ayudar a tu club de la infancia.

-Sí, por suerte me crucé con Weber, una empresa que hace más que sponsorizar al atleta. Quiere ayudar a dejar acciones que perduren y entonces podemos elegir un lugar a refaccionar. Yo elegí el club de atletismo de Santa Fe de donde salí: Velocidad y Resistencia. Mi idea es terminar un alojamiento que tiene y Weber pondrá los materiales. Para que el club tenga ese servicio y así pueda contar con recursos propios y lograr competir en torneos y sostener una escuelita de forma más estable. Lo de la Huella es un programa muy valioso.

Como la huella que Chiaraviglio ha dejado: siendo un talento precoz pero sobre todo levantándose tras varios años difíciles para volver a ser una figura mundial.