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El último fin de semana, el Brasil deportivo hablaba esencialmente de dos cuestiones: la primera, el regreso de Ronaldinho al fútbol carioca, con un triunfo, fue, en realidad, la segunda en cuanto a los ecos de los medios de comunicación. Porque en realidad, el evento 190 de UFC, con la pelea por el título del mundo entre la local Betthe Correia y el casi portento del deporte, la ex olímpica y campeona del peso gallo de las artes marciales mixtas, Ronda Rousey, fue el hecho de mayor importancia de los últimos días.
Una Río de Janeiro siempre cálida y exhuberante mostraba en la vía pública la imagen de las dos competidoras. Gigantografías en los aeropuertos, programas de televisión especialmente dedicados al combate –y a toda la velada de UFC- hablan de un deporte que en Brasil y en Estados Unidos es sumamente popular y que implica un verdadero fenómeno que reúne un espectáculo altamente adrenalínico, un marketing cuidadosamente pensado, mucho glamour en el entorno y una intensidad ambiente altísima. Todo esto es lo que sucedió el último sábado en la Arena HSBC, en Barra de Tijuca, un estadio en el que entran casi 20 mil personas y que será sede en los Juegos Olímpicos del año que viene del vóley y el básquet.
Ronda Rousey es, a nivel global, una estrella del deporte (podríamos terminar la oración en la palabra estrella: por momentos se mueve como una rock star). Gana sus peleas antes del primer minuto: pelea como en cámara rápida y su estilo de boxeo fue elogiado por el mismo Mike Tyson. Aquí ganó en 34 segundos, provocando una especie de rugido de la platea –no fue el único, dado que por momentos de abucheó a la presidenta Dilma Rousseff- que esperó durante horas de otros combates, para verla ganar en menos de un minuto.
Porque esta es otra de las características: todo puede cambiar y definirse en cuestión de décimas de un deporte que es mucho más técnico –contiene partes iguales de judo y Jiu jitsu que de boxeo, a lo que se suma kid boxing, karate, entre otras especialidades- de lo que aparenta a simple vista y que ofrece, sobre todo, buen espectáculo. Mucho espectáculo, para ser precisos: sangre, cuerpos bellos y entrenados, dramatismo continuo
Las artes marciales mixtas que representa la UFC son cada vez más incipientes en el resto de Latinoamérica. También en nuestro país.
En el evento del sábado, hubo un ganador argentino. El Ninja Guido Cannetti demostró ser un luchador de elite y venció por decisión unánime al brasileño Hugo Viana en el primer combate de la noche de Río.
También hubo herocidad y dramatismo en el triunfo de nuestro compatriota. Peleó con un dolor en pie durante quince intensísimos minutos contra un luchador local. Pero, como él mismo le dijo a PERFIL, minutos después de ganar: “Se gana con la cabeza. Esa es la clave: El tener más ganas de vencer que tu oponente. Si te sacás los fantasmas de la cabeza, todo es posible”.
(*) Especial para 442 desde Río Janeiro
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