sábado 20 de abril del 2024

Cría cuervos y te pintarán los labios

Tinelli ya se mueve como presidente mientras se cuida de los camiones. Los dirigentes trabajarán unidos hasta que llegue el momento de la elección.

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—Esperemos a ver qué nos dice.

—¿Quién?

—Godot. Esperemos, ante todo, para estar seguros. Tengo curiosidad por saber qué nos va a decir. Eso no nos compromete en nada.

—Pero exactamente, ¿qué es lo que se le ha pedido?

—¿No estabas allí?

—No presté atención.

—Pues… nada en concreto.

—Una especie de súplica.

—Eso es. 

Samuel Beckett (1906-1989), de “Esperando a Godot” (1952).

Durante la semana hubo un revuelo importante en el mundo cultural por la muestra #Sin Límites 567 que, en el museo Emilio Caraffa de Córdoba, expondrá hasta setiembre en sus salas 5, 6 y 7 la artista local Dolores Cáceres. ¿Qué hay allí? Nada. Están vacías, sin pinturas, esculturas o afiches. Sólo paredes blancas, bancos blancos y un piso de madera, también pintado de blanco. Una propuesta que, la misma autora reconoce, no pretende ser original. Ya en 1958, en París, Yves Klein montó una obra vacía.

Tal vez lo que Cáceres quiere transmitirnos hoy es que “no hay nada que ver” pero algunas cosas que sentir. Perplejidad ante el vacío, placer, incomodidad, sonrisas cómplices, indignación. Sensaciones. Al fin y al cabo, ¿qué es el arte?

Alguna vez, en el célebre Instituto Di Tella de los años 60, un crítico encaró con desdén a Jorge Romero Brest y le preguntó:

—¿De verdad usted piensa que colgar dos colchones del techo es arte?

Luego de darle una pitada a su infaltable habano, Brest le respondió con otra pregunta.

—¿Puede usted acostarse en esos colchones?

—Por supuesto.

—Hágalo.

—Ahora no, están colgados.

—Por cierto. Entonces no son colchones. Son estructuras de género, expuestas. Buenas tardes.

Hay tantas cosas que parecen ser lo que ya no son, ¿verdad? Depende de si cumplen o no con su función. ¿Un sindicalista rico, por ejemplo, ¿no sería como otro colchón colgado del techo? Ja. Una obra de arte seguro que no es, muchachos.

Luego de repetir millones de veces mientras duró el papado de Julio Grondona el latiguillo “Tenemos una AFA rica con clubes pobres”, a un año de su muerte nos venimos a enterar de que en Viamonte no queda nada. Ni colchones para colgar, ni pintura para pintar la nada. Sólo el caos.

De pronto descubrimos que hay una AFA pobre, algunos clubes ordenados y el resto… agarrate Catalina. Sin embargo, todos se desviven por presidir esa bomba de tiempo. Curioso. Moyano, por ejemplo, hombre del movimiento obrero, hace rato se queja por lo alto que cotizan a los jugadores que quiere su club. “Claro, como ahora está Moyano y saben que hay plata, se abusan”. Notable fenómeno de movilidad social.

La semana pasada escribí en esta columna que esa cláusula de los cuatro años en cargos directivos no tenía por qué proscribir la precandidatura de Marcelo Tinelli. No fue una negociación fácil. Tinelli y su gente la jugó de visitante el lunes, en casa de Moyano, y no hubo acuerdo. La fractura parecía inevitable. Para conseguir la paz se movió una nutrida tribu de Samorés con poder, cada uno con su lucecita de esperanza. Y tuvieron éxito.

Era lógico. Tinelli tenía los votos y el apoyo de los candidatos presidenciales. Segura, recién operado –quirúrgicamente, al menos– instruyó a su hijo para que se pusiera de acuerdo con Chiqui Tapia, de profesión yerno de Moyano y presidente de Barracas Central, y aceptaran a Tinelli. No tenían chances.

El neogrondonismo celebra hoy dos cosas. Que las elecciones se posterguen hasta marzo, lo que les da tiempo para preparar al valiente que enfrente a Tyson Tinelli, y su inclusión como vice tercero de AFA porque eso “lo deja adentro, lo hace parte del problema”.

Paz, por ahora. Tapia, un duro que hace días bramaba: “Quiero un presidente de AFA serio, no uno que se pinte los labios”, el martes aceptó posar junto a Lammens, por ahora sin maquillaje. Re open mind.

Tinelli fue habilitado por unanimidad, viejo rito de la casa. Serenos como Stalin, Churchill y Roosevelt en Yalta, todos celebraron el acuerdo mientras se iniciaba la Guerra Fría.

En la práctica, Tinelli ya se mueve como virtual presidente de la AFA. De hecho, recibió en su propia casa de Le Parc al recuperado presidente formal, Luis Segura, para coordinar una transición ordenada e iniciar reformas financieras urgentes. Mañana Tinelli entrará pisando fuerte en el edificio de Viamonte para vivir el día a día, revisar cuentas, el extraño caso de los mil cheques de junio, y armar una mesa chica que incluirá a D’Onofrio, Chiqui Tapia –que ocupará la silla que abandonó Angelici en otra de sus desdichadas movidas políticas– y tal vez Moyano. Wow.

Trabajarán unidos; en tensa calma, como decían en las viejas crónicas. Y cuando llegue la hora, se sacarán los ojos por ver quién se queda con el sillón que durante 35 años ocupó El Sumo Pontífice Don Julio I.

No conozco a Tinelli. No veo su programa. Alguna vez me sorprendió porque consiguió mi número de celular para contarme que había llorado de la risa por una nota en la que describí –justamente– aquella desopilante elección en AFA en la que cerraron la puerta y dejaron en la vereda a Daniel Vila, mientas la hinchada de Chacarita le cantaba barbaridades. Un comentario que bien podría haberme transmitido su asistente. Detalle para nada habitual en gente que maneja poder.

De conducir un programita de medianoche hecho con nada, que se había decidido levantar a los tres meses por bajo rating y se salvó gracias al humor, construyó un imperio. En San Lorenzo no le fue mal. Parece un empresario sensato. Sabe comunicar. Tiene un plan, lo expone, ¡lo explica! Algo que para este ambiente es hasta insólito.

“Yo creo que lo de Tinelli ya está cocinado –dijo Armando Pérez, presidente de Belgrano, otro precandidato con aspiraciones–, pero verlo como a un salvador es un grave error. Sería ir a la antigua”.

Lo veremos. La tradición caudillista nos condena, por historia. Pero quién sabe, ¿no? Lo escribí más de una vez. En este país puede pasar cualquier cosa.

(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.