jueves 28 de marzo del 2024

El pizarrón antes del pizarrón

El fútbol argentino produce 900 entrenadores por año. La carrera para recibirse dura 24 meses. Hay cuarenta escuelas habilitadas, aunque también se puede cursar a distancia.

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Jonatan Yunes, como muchos jóvenes, primero probó con estudiar Derecho y después Periodismo Deportivo, hasta que encontró su vocación: Director Técnico. Nunca hizo inferiores en ningún club, pero se preparó con fervor: hizo el curso de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA). Gabriel Heinze hizo una carrera envidiable en Europa. Fue figura en clubes de elite como Real Madrid, Manchester United, PSG y Roma. Jugó dos mundiales. Si Daniel Angelici así lo dispusiese, Yunes está autorizado por la ATFA para sentarse en el banco de suplentes de Boca y darle indicaciones a Carlos Tevez. Heinze, no.

Según el Convenio Colectivo de Trabajo, para dirigir un partido profesional los técnicos deben estar habilitados por ATFA, el sindicato que los nuclea. El único requisito es cursar la carrera de Director Técnico, que dura dos años. Salvo con Diego Maradona –y, llegado el caso, con Lionel Messi porque “son situaciones excepcionales”–, Victorio Cocco, el secretario general del gremio, no hace distinciones. Los aspirantes, sean jugadores en actividad, futbolistas retirados o almaceneros, deben ir a clases tres veces por semana, aprobar 16 materias, que van desde Técnica y Entrenamiento hasta Biología, y asistir a 1.400 horas cátedra. “El entrenador de hoy tiene que saber de todo porque es el fusible si los resultados no se dan”, dice Abel Da Graca, supervisor de las escuelas del interior.

Además de la carrera tradicional de Director Técnico, cuyas clases se dan en River, hay otros cursos: Entrenador de Arqueros, Técnico de Futsal, Analista de Videos y “el curso del gol”: “En un fútbol donde se trabaja línea por línea, en un año les enseñamos a los entrenadores treinta o cuarenta movimientos para fabricar goles”, dice Cocco.

ATFA cuenta con cuarenta escuelas habilitadas en todo el país y un campus virtual para estudiar a distancia. Todas dictan el mismo programa. Juan Carlos Merlo dirige una de ellas, la Nicolás Avellaneda. Por sus aulas pasaron, entre otros, Luis Zubeldía, entrenador de Liga de Quito, y Ariel Holan, de Defensa y Justicia. Merlo, ex futbolista de Independiente, dice que el curso es importante porque “aprenden a vincularse con la dirigencia y los jugadores desde otro lado”.

Sólo con diploma. La situación de Heinze, que como no hizo la carrera de técnico no poseía el permiso para entrar al campo de juego y dirigir a Godoy Cruz, despertó un intenso debate en el ámbito académico de los entrenadores. Cocco, en diálogo con PERFIL, fue el más duro: “¡Ahora resulta que cualquiera que juegue un picadito en el country es entrenador! Si los contadores estudian para ser contadores, ¿por qué quieren que al fútbol lo dirija cualquiera? Si yo le hago tres preguntas de fútbol a Heinze, no las sabría contestar”, afirma. También dice que si autoriza al ex Newell’s, debería darles la licencia a otros cincuenta futbolistas que hicieron trayectorias similares.

Yunes, que se recibió el año pasado, también cree que el Gringo debería estudiar así “miden a todos con la misma vara”, pero no comparte el argumento: “A un ex jugador de esa jerarquía, que tuvo al lado suyo todos los días a los mejores entrenadores, médicos y preparadores físicos, la carrera no le aportará ningún valor agregado. La especialización, para él, fue haber trabajado con ellos durante tantos años”, explica.

Heinze, hoy en día, cursa a distancia: ya aprobó seis materias.

Semillero de técnicos. Como una fábrica activa, el fútbol argentino produce 900 entrenadores por año. Solamente de la sede porteña, cada diciembre se reciben 400 directores técnicos. “Argentina es el número uno del mundo en fútbol. Nosotros, en formación de técnicos y jugadores, estamos en la vanguardia”, dice Cocco. Aunque muchos extranjeros se gradúan en otros países, vienen a la Argentina a especializarse porque para ellos, según Merlo, esto es “un posgrado: ven todas las variantes técnicas y tácticas”. Da Graca jura que hay trabajo para todos ya que, por día, el fútbol mueve a 6 millones de personas: “Hay campeonatos infantiles, amateurs, veteranos, y todos necesitan un técnico”. Heinze, en cambio, necesita un club. Y un carnet.

Igual que en Europa. La habilitación para dirigir no es un requisito exclusivamente criollo. La UEFA, más allá del reconocimiento legal de cada país, también demanda una licencia propia. Se trata de una capacitación que abarca ítems como la técnica y la medicina deportiva. Dura un año y es obligatoria para participar de competiciones como la Champions League o la Europa League. Las carreras de técnico de algunos países como España, Italia e Inglaterra otorgan ese permiso con el título.

Cada vez que un técnico argentino se va a dirigir al exterior, las federaciones donde firman los contratos se contactan con ATFA. Consultan vía e-mail si estudiaron con ellos y si están habilitados. Si es así, los autorizan a sentarse en los bancos de suplentes de los clubes: “Tenemos entrenadores desparramados por el mundo, todos reconocen nuestros certificados”, dice el titular del gremio. Y no hay viceversa: este año, ninguno de los treinta equipos de Primera División tiene un técnico foráneo. Sin embargo, en una especie de devolución de gentilezas, también homologan los títulos extranjeros.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.