viernes 29 de marzo del 2024

Para los barras no hay cambio

Ante el nuevo escenario político, los violentos aprietan a funcionarios electos para no perder sus negocios. Los casos de Tres de Febrero y Lanús.

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La violencia en el fútbol no tiene dueños. Trasciende gobiernos, rompe partidos políticos y sacude dirigentes. No obstante, durante la última etapa del mandato de Cristina Fernández de Kirchner, el vínculo de los funcionarios con las barras ha llegado a niveles difíciles de imaginar. Tanto es así que desde las más altas esferas del Gobierno hubo contactos telefónicos y hasta se realizaron reuniones con los violentos de los diferentes clubes. ¿El fin? Apaciguar las aguas en un año político y así lograr el retorno de los hinchas visitantes como medida proselitista. Si bien con esos acuerdos lograron evitar sangrientas batallas, la caída del kirchnerismo provocó la inmediata nulidad del pacto.

En enero de este año se produjo una primera reunión en Mar del Plata. “Ustedes pidan y nosotros vemos hasta dónde nos podemos estirar. Se vienen las elecciones y un muerto nos complica a todos”, negoció un importante funcionario de la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide) con los líderes de las dos facciones de la barra de Boca, quienes creían que el torneo de verano era el lugar indicado para dirimir a los tiros una feroz interna. Algo similar sucedió con los jefes de la barra de River, a los que les pidieron que respetaran el cese del fuego: “Quédense tranquilos que van a seguir manejando los negocios de la barra pero no nos compliquen la vida”. Durante ocho meses, a cada problema de tribuna se le respondió con una negociación.

Juan Manuel Lugones, titular del Movimiento Paz en el Fútbol y autor del libro Barrabravas para todos, denunció aquel pacto en la Justicia penal: “El Gobierno fue garante del pase de mando de las hinchadas, cuando todo el mundo sabe que acordar con delincuentes hace que las cosas terminen muy mal”.

El triunfo en las urnas de Mauricio Macri, ocho meses después de aquel arreglo, generó un cortocircuito en el bolsillo de los barras. ¿Qué pasará ahora? ¿Se renegociará la caja chica de las hinchadas o se los combatirá de una buena vez? Por lo pronto, María Eugenia Vidal, flamante gobernadora de la provincia de Buenos Aires, les exigió a los intendentes la nómina de barras que figuran como empleados en las dependencias municipales. Por otro lado, funcionarios cercanos a Diego Valenzuela, intendente electo de Tres de Febrero, les avisaron a los líderes de la barra de Estudiantes de Caseros que se terminaban los sobres que estaban acostumbrados a recibir durante la gestión anterior. “Prepárense”, fue la respuesta de los violentos. Y la amenaza no tardó en hacerse efectiva: el pasado martes se enfrentaron con la policía, rompieron vehículos y destrozaron comercios luego de la suspensión del partido ante Almagro.

La Municipalidad de Lanús es otro foco de conflicto. La preocupación no pasa por los bandos enfrentados de la hinchada del Granate, sino por la interna de la barra de Talleres de Remedios de Escalada.

“Julián Alvarez los tuvo controlados a través de un subsidio de más de cinco millones de pesos del Ministerio de Desarrollo Social. Ahora que cambiaron las autoridades habrá que tener muchísimo cuidado”, avisaron desde la Comisaría 4ª. A propósito, Diego Kravetz, secretario de Seguridad del equipo del intendente electo Néstor Grindetti, argumentó que no habrá un solo centavo para los barras: “No pasa por darles dinero o mandarlos presos. Si bien no nos vamos a hacer los distraídos ante los delitos, queremos generar herramientas para que a los chicos que están en una barra les convenga más estar del lado de la ley”.

Aquel anuncio que hizo Daniel Scioli cuando finalizó la Copa América sobre la vuelta del público visitante parece haber quedado en el tiempo. Nadie sabe en qué condiciones se jugarán los partidos a partir de enero. Lo cierto es que haber negociado con los barras para mantener la paz en las tribunas significó hambre para hoy y muertes para mañana.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.