viernes 29 de marzo del 2024

El luchador olímpico que se salvó de la muerte

Carlos Mauricio Cabello iba a competir en Atenas 2004, pero una desgracia ocurrida en el CeNARD cambió su vida. La negligencia del Estado. Galería de fotosGalería de fotos

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Era un destacado deportista, pero perdió todo en un instante. El 5 de febrero de 2004, Carlos Mauricio Cabello estaba haciendo ejercicios de elongación, sentado sobre un colchón del gimnasio “J” del Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD), luego de haber finalizado uno de sus cuatro entrenamientos diarios. Repentinamente, una descarga eléctrica lo hizo salir despedido unos tres metros y perder el conocimiento.

Junto a la pared de la que partió la descarga, había cables pelados sin aislante en las puntas que surgían de una caja de luz sin tapa ni protección. Por ese hecho el joven, consagrado en las disciplinas lucha libre y grecoromana, no pudo seguir preparándose para la gira europea a realizar como escala previa a los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004, a los que ya estaba clasificado.

Tampoco logró continuar con la práctica del deporte profesional, a la que dedicaba alrededor de seis horas por día, enfocado en los importantes compromisos que nunca llegaron a concretarse. Tras el accidente, esas mismas seis horas las transitaba rodeado de médicos. "Agradezco a los doctores y a los fisioterapeutas que me ayudaron muchísimo en el tratamiento", expresó.

Esos mismos especialistas le revelaron que esa descarga hubiera matado a cualquier otra persona. Mis 23 años y el estado atlético producto de la actividad me salvaron la vida", contó en diálogo exclusivo con 442. Sin embargo, tras el grave suceso quedó con secuelas que persisten hasta hoy, como una marcada disminución de la fuerza muscular en su miembro superior izquierdo y la pérdida de la motricidad fina.

Volver a empezar. A partir del accidente, todo cambió. Tuvo que aprender a escribir con la mano derecha y durante poco más de tres años, llevó adelante un arduo y complicado proceso de recuperación. A la par, comenzó a luchar por la celeridad del proceso judicial que inició poco tiempo después del suceso. Y la recompensa llegó.

La Corte Suprema de Justicia dejó firme un fallo de abril de 2014, dictado por la Sala Tercera de la Cámara en lo Civil y Comercial Federal que estaba suspendido, y ordenó que el CeNARD le pague una indemnización, de un monto aún no definido, por el daño irreparable que causó lo ocurrido en su vida deportiva y personal. “Esta medida es un gran logro. Entrené desde los 6 hasta los 24 y fui el mejor en las categorías infantil, cadete, juvenil y mayor, pero después de lo que me pasó me sentí abandonado”, consideró.

Cabello tenía una beca nacional de $300 otorgada por el comité olímpico, obra social y cobertura médica. Luego del accidente, todo eso desapareció. “El Estado y la Secretaría de Deportes no ayudaron. No hubo reparos económicos ni morales hacia mi persona. Me hice cargo del tratamiento y tuve que reiniciar mi vida”, reveló.

Sin embargo, a poco más de 12 años, mira todo lo vivido hacia atrás como “parte de un aprendizaje de vida” y busca una reivindicación personal. Padre de dos hijos –Nahiara, de 9; y Nehuén, de 6- tiene bien claro su nuevo objetivo: “Quiero reinsertarme en el deporte, transmitir toda mi experiencia y el conocimiento que adquirí durante mi larga trayectoria en esta disciplina que siempre amé”, le contó a este portal.

Su trayectoria como servicio. Cabello anhela ser ayudante técnico en la Selección Argentina de Lucha. Y espera tener una reunión con el actual Secretario de Deportes de la Nación, Carlos Mac Allister. “Ojalá me llamen, mi teléfono está abierto. Estoy dispuesto a dar”, manifestó. Asímismo, le deseó a la actual gestión “que le vaya bien” y, de antemano, le dio su apoyo “a todo lo que se haga para que el deporte crezca”.

En cambio, criticó a anteriores funcionarios por no haberle brindado ningún tipo de ayuda tras su accidente, ni tenerlo en cuenta para un puesto de trabajo en el equipo nacional. “Durante la época de (Roberto) Perfumo jamás me llamaron. Tampoco cuando (Camau) Espínola y (Juan) Curuchet estuvieron al frente de la Secretaría", manifestó

En tanto, sí admitió acercamientos del exsecretario Claudio Morresi, aunque aclaró que no prosperaron. "Se comprometió a ayudar, tuvimos varias reuniones pero todo quedó en supuestos, no se cumplieron sus promesas. Me sentí un deportista descartable”, aseguró.

Más allá de su situación particular, valoró los avances en la sucesión de gestiones . "Hubo un importante cambio en las políticas deportivas. El desarrollo en infraestructura fue significativo. Cuando pasó mi accidente, la situación era totalmente distinta", indicó.

Formalmente retirado hace más de una década, se preparó para enseñar. Es profesor de lucha y artes marciales. Dio clases a chicos en situación de calle en la localidad de Moreno y hoy en día tiene un gimnasio que maneja personalmente, donde también prepara a futuros luchadores.

Mientras tanto continúa entrenándose, aunque con mucha menos exigencia que cuando luchaba, y controlándose a través de exámenes médicos y visitas permanentes a especialistas neurológicos. "Soy una persona joven y activa, tengo una rutina diaria por necesidad, pero nada es igual".

Aún siente hormigueos en las manos, como huella imborrable del suceso que le cambió la vida, pero uno de sus sueños sigue en pie: “Si me llaman para formar parte de la Selección, recibiré una caricia para mi alma”, cerró.

(*) Especial para 442

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