viernes 19 de abril del 2024

El Mariscal del pueblo

No debe haber amante del fútbol en Argentina y Brasil que no lo considere como el mejor zaguero derecho. River no lo quiso por chueco y en Racing se consagró. Su historia.

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Empecemos por el principio, como dicen los que saben: no debe haber ni en la Argentina ni en Brasil, un amante del fútbol –sea hincha o torcedor del club que sea- que no nombre a Roberto Perfumo como el mejor zaguero central derecho de todos los que vio. En todo caso, algún recuerdo negativo, quizá una patada fuera de lugar o un fanatismo antiRacing o antiRiver o antiCruzeiro o antiArgentina podrían anular la decisión del simpatizante común, que gusta del fútbol viril, bien jugado y ofensivo.

Perfumo se murió ayer a los 73 años tras un aneurisma que le generó una caída en una escalera y no pudo recuperarse ni del golpe ni de lo que provocó ese porrazo que le ocasionó la fractura de cráneo. Su fallecimiento se produjo tras algunas horas y conmovió al fútbol argentino, que nunca está preparado para llorar y enterrar a sus máximas figuras. Perfumo –apodado el Mariscal cuando brillaba en el Racing de Juan José Pizzuti- era uno de ellos. Cracks de la defensa, impasable en el duelo personal, capitán de aquel equipo y del seleccionado argentino, cuando jugar con la albiceleste nacional no era un favor sino casi una condena.

Nacido y criado en Sarandí, conoció de muy joven a Julio Grondona. Son muchos los que dicen que jugaron juntos, pese a que Julio le llevaba once años, en los potreros y las canchas de la zona. Que River no lo quiso porque era chueco y que Racing lo fichó enseguida. Debutó en la primera fecha de 1964, con derrota 1-0 ante Ferro en Caballito, la misma tarde en que hicieron su presentación Oscar Mas y Roberto Matosas en River.

Formó pareja con Federico Sacchi, un emblema académico llegado desde Rosario y el futuro Mariscal se quedó al año siguiente con el puesto que tenía Norberto Anido, el zaguero campeón de 1961. Perfumo encontró rápida compañía en otro juvenil, Alfio Basile, que fue el sustituto de Sacchi cuando el rubio emigró a Boca. Los dos fueron la pareja central en la que confió Juan José Pizzuti para 1965 y por supuesto, para la enorme campaña de 1966.

En 1965 todo iba mal. Racing era un desastre, los pibes no funcionaban y la tribuna pedía cambios. Los llamados pibes eran Agustín Mario Cejas, Perfumo, Basile y Rubén Osvaldo Díaz: el equipo oscilaba entre el último y el penúltimo lugar. Pasaron los técnicos (García Pérez, Cacho Giménez, Iriondo) y el 19 de septiembre asumió Juan José Pizzuti. El día del debut le ganaron 3-1 a River en Avellaneda, con goles de Juan José Rodríguez (2) y Carlos Castillo. El Yaya Rodríguez era un delantero de pasado boquense, que no había rendido como se esperaba, pero su juego se potenció claramente con la llegada del nuevo técnico.

Racing construiría una segunda rueda brillante, al punto que alcanzó el quinto puesto y dio comienzo al fenomenal equipo que sería la sensación de 1966. Perfumo hizo lo suyo: con 23 años, se dio el gustazo de convertir un gol en Primera. Su tanto inicial se lo hizo a Lanús, de penal en el triunfo por 4-2 del 8 de diciembre.

Notable en el anticipo y el quite, durísimo cuando era necesario, Perfumo se fue ganando una valoración que lo llevó muy rápido a la selección argentina. El 11 de junio de 1966 –cuando Racing era líder cómodo del torneo y cautivaba a todos por su torbellino de ataque- Perfumo debutó en un amistoso contra Polonia, que terminó 1-1 en Buenos Aires. Fue el sustituto natural de José Manuel Ramos Delgado, el exquisito zaguero riverplatense que parecía jugar en puntas de pie. Desde allí hasta los partidos de la Copa del Mundo de 1974 no paró su campaña en la Selección. Fueron 37 partidos, ocho años seguidos con la cinta de capitán en 25 oportunidades.

Desde 1970 hasta fines de 1974 brilló en el Cruzeiro brasileño donde tuvo que marcar a Pelé, a Jairzinho, a Rivelinho, a Roberto Batata y a tantos gigantes del mejor fútbol del mundo. Obvio: en Belo Horizonte es tan ídolo como en Avellaneda.

Llegó a River convencido por Ángel Labruna. River llevaba 18 años sin ser campeón y Perfumo fue una pieza clave: formó dupla central con un joven Daniel Passarella y tuvo detrás al monstruo de Ubaldo Fillol, uno de los mejores arqueros de todos los tiempos. River se sacó la mufa de encima y el Mariscal –con 33 años y miles de batallas que no eran las de estos tiempos- volvió a ser el zaguero tiempista y concentrado de siempre. Coronó allí su enorme trayectoria completando el riquísimo historial de títulos conseguidos con los tres equipos en los que jugó. Ganó todo y de todo.

En esos años enfrentó a un muy juvenil Diego Maradona y cuenta la leyenda que le pegó un patadón tan grande como el Monumental (a pesar de que supuestamente ocurrió en la cancha de Huracán) y el propio Diego, golpeado y asustado, le pidió disculpas a Perfumo, después de levantarse del porrazo que había ligado. ¿Habrá sido verdad?

Técnico de Sarmiento y del Nacional uruguayo, un juicio laboral al cuadro de Junín le provocó el vacío de los otros clubes, en esos pactos siniestros y nunca escritos que lo marginaron de la conducción. Psicólogo Social, volvió para cumplir buenas tareas en el Olimpia paraguayo, un Racing irregular y un Gimnasia que pudo ganar algo (la Copa Centenario de 1993) algo que se le negaba desde 1929.

Después, la historia fue otra. Comentarista, columnista, panelista, siempre con la palabra justa, respetuoso, rápido para la esgrima verbal y con conceptos claros y precisos, con el recuerdo de aquel zaguero majestuoso que hacía todo bien, hasta cuando se le iba la pierna en esos duelos de Libertadores donde nadie podía escatimar la violencia común de la época.

Con Perfumo se va un líder, un capitán, un referente, un gran jugador y un tipo de bien, querible, sencillo y profundo al mismo tiempo. Se lo va a extrañar siempre.

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