viernes 29 de marzo del 2024

La nueva grieta: tiempos de ser o no ser cholista

Con su bilardismo, Diego Simeone recuperó una vieja dicotomía: la de ganar a cualquier precio. Un DT exitoso que sin embargo divide aguas.

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El viejo debate se renovó. Se convirtió en algo de moda, pero de otra época. Fútbol vintage. Menottismo versus bilardismo, la dicotomía que envolvió durante décadas a los argentinos futboleros, hoy tiene una actualización doctrinaria.

Su nuevo y máximo teórico es –quedó evidenciado esta semana– Diego Simeone, el técnico que sorprendió al mundo con su Atlético de Madrid, que otra vez está en la final de la Champions League.

El Cholo hizo que el debate volviera a campear en las charlas de amigos, mesas de bares y espacios de trabajo. Pragmatismo contra elaboración, o táctica contra concepto son las nuevas-viejas antinomias que disparó el Aleti, un equipo que contó, para la actual temporada, con un presupuesto de 194 millones de euros, tres veces menor al de Barcelona (633 millones) o el Bayern Munich (572), los clubes a los que eliminó en cuartos de final y semis, ambos emparentados a la escuela que lidera Pep Guardiola.

“El presupuesto se termina cuando pita el árbitro, y ahí entran el corazón, la ilusión.... Muchas cosas. El corazón iguala el presupuesto”, había arengado Simeone en 2012, antes de que el Atlético se enfrentara al poderoso Chelsea por la Supercopa de Europa. Aquel partido, contra todos los pronósticos, y como si algún libretista hubiese querido darle épica a la historia del Cholo, terminó 4 a 1 a favor de los madrileños.

Analogías. La imagen predominó en la portada de La Gazzetta dello Sport, el diario deportivo más importante de Italia, la meca del catenaccio. Era la famosa foto que Alberto Korda le sacó al Che Guevara en 1960, pero retocada: esta vez tenía la cara del DT del Atlético de Madrid, y en la boina, el escudo de su club. “Il Cholismo e la rivolta contro el tiqui taka”, decía el título. El Comandante Simeone, como lo definieron esos días, representaba el otro lado del fútbol que Barça estableció en esta década.

Abanderado del sacrificio y de la garra por sobre el talento, Simeone también se ha convertido en un espejo filosófico para cierto sector de la sociedad europea. Recientemente, en su columna en el diario El País, el escritor y periodista inglés John Carlin lo comparó con Winston Churchill, y se enfocó en la excitación que provoca en los ingleses el cholismo.

Simeone hace del “sangre, sudor y lágrimas” de Churchill su mayor fundamento teórico. Su síntesis perfecta. “No siempre ganan los buenos. Ganan los que luchan”, advirtió alguna vez. “Diego encarna los valores de este club. Esfuerzo, humildad, resistencia”, lo halagó el presidente del Aleti, Enrique Cerezo.

La filosofía cholista ya rompió fronteras futbolísticas. El argentino es venerado tanto en el mundo empresarial como en el político. Fue contratado por multinacionales para dar charlas motivacionales, como si se tratara del autor de un best seller de autoayuda o neurociencias, y hasta analizado por la revista Harvard Deusto Business Review por liderar un caso de “excelencia en el corto plazo”.

Pablo Iglesias, el líder del partido Podemos, comparó el camino a las elecciones en España con el del Atlético: “Esta es una liga muy larga, que se gana, como dice el Cholo, partido a partido”.

Pero no todos son elogios. Aunque públicamente haya pocos que se animen a criticarlo, algunas situaciones que protagonizó Simeone, más el planteo táctico en las últimas instancias de la Champions, sirvieron para revivir la histórica grieta entre menottistas y bilardistas, o entre los adláteres del jogo bonito y los del catenaccio.

La agresión a su ayudante en el medio del partido con el Bayern por demorarse en hacer un cambio; los gestos “cabuleros” cuando entró al estadio Allianz Arena; o la trampa de tirar una pelota al campo para detener un contraataque del Málaga (lo que le valió tres fechas de expulsión en la Liga) hicieron recordar a ciertos métodos de Bilardo.

Sin embargo, cuando a Simeone le preguntaron sobre la influencia de su viejo entrenador en la Selección y Sevilla, no dudó. “Que me comparen con Bilardo es un orgullo. Yo crecí junto a él. Es como mi padre”.

El triunfo de los débiles. Mayo de 2016 será recordado como un mes reivindicatorio para dos técnicos que con menos hacen más. Si de Simeone habla el mundo porque su Atlético llegó a la final de la Champions, Claudio Ranieri hizo algo acaso más meritorio: logró que el mundo hablara de él tras la inolvidable consagración de Leicester, el nuevo campeón de la Premier League.

A tal punto llegó el agradecimiento de los hinchas ingleses con el DT italiano, que desde esta semana la calle Kate de esa ciudad –ubicada a 100 kilómetros de Londres– tiene un mural gigante con su cara. El mural fue realizado por el artista londinense Richard Wilson, quien convirtió la pared de una tienda de electrodomésticos en un santuario por el que pasan los hinchas para agradecerle por lograr lo imposible.

Ranieri, recordado acá por su mala relación con el Burrito Ortega cuando dirigía en Valencia, aseguró que para la próxima temporada, en la que Leicester jugará su primera Champions, su equipo no necesitará ninguna figura: “El que venga debe tener ese espíritu de lucha que hay ahora”.

(*) Nota publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.