jueves 28 de marzo del 2024

Messi, Maradona y la grieta por el liderazgo

La frase de Maradona disparó el debate. ¿Tiene leo personalidad para ser líder? Un jugador sin ocurrencias estridentes ni reacciones fuera de lugar que muestra todo dentro de la cancha.

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Seamos serios: los tres goles de Messi a Panamá no fueron una respuesta a Maradona. Fueron eso: tres goles. El contexto fue el partido, no lo que Diego había dicho un día antes. ¿Alguien puede imaginar a Leo pensando “ahora sí, ahora que Maradona dijo que yo no tenía personalidad, voy a entrar y meter tres goles”? ¿Alguien puede imaginarlo al costado de la línea de cal, esperando el cambio, presionado porque necesita demostrar algo?

Messi entró e hizo tres goles en media hora porque es un jugador extraordinario. El destino quiso que un día antes Maradona hablara. Y cuando Maradona habla, lo que dice rebota en cada rincón. Entonces los episodios se cruzaron, fue inevitable: esa charla informal con Pelé, el micrófono abierto y la frase “Messi no tiene personalidad como para ser líder” quedaron ligados a los tres goles en la Copa América.

Ayer, el propio Diego retomó el tema. En una entrevista que publicó Diario Popular, insistió: “Sigo pensando lo mismo, pero que no lo quieran hacer quedar como una crítica; eso no es así. Al chico lo quieren hacer líder y los líderes se hacen solos. Nadie arma un líder, los líderes no se piensan”. Horas antes, apenas terminada la goleada a Panamá, Messi había abordado el tema desde esa eterna postura antigrieta: “Siempre escucho lo que dice y tomo todos sus consejos para seguir mejorando”.

El búlgaro Hristo Stoichkov, una de las estrellas históricas del Barcelona, salió a bancar a Leo. “Estoy caliente. Si es el mejor jugador del mundo, tiene personalidad. Si es el capitán del Barcelona, es porque tiene personalidad. Para hablar cosas fuera del campo no vale la pena”, lanzó en los Estados Unidos.

Jorge Burruchaga, ex compañero de Maradona en la Selección, también tomó partido por Messi. “Yo no tengo dudas de que es líder. Lo es de otra manera; ya no existen los liderazgos de antes. Hay distintos líderes. Messi está para cargarse el equipo al hombro y, de hecho, lo está haciendo. Hay algunos que levantan los brazos y putean, pero son tremendos cagones”.

Hagan juego. Jorge Valdano, ex futbolista y escritor, hace un lúcido aporte a la cuestión: “Hay muchas maneras de ser líder, y Messi elige una de ellas, que es el liderazgo técnico. Cuando toma la pelota ocurren cosas que no ocurren cuando la pelota pasa por cualquier otro jugador. Eso es suficiente como para considerarlo un líder”.

Valdano habla del juego, claro. Y se acaban los debates. Cuando la pelota rueda, Messi es imbatible. Los tres goles del viernes son una muestra mínima, casi insignificante, en 12 años de carrera. Los números abruman. Los récords caen. Los torneos se multiplican. Ahí, Leo es líder.

Entre los miles de títulos que ganó y los millones de marcas que batió, el desempeño de Messi en el Barcelona es para el cuadrito. Además de los torneos y las copas, suma logros individuales: con 313 goles, es el mayor goleador histórico de la liga; el jugador que convirtió más tripletes, 25; el único en todo Europa en marcar más de cuarenta tantos en seis temporadas consecutivas. En fin, los récords caen en cascada.

Si hay una instancia en la que un jugador suele demostrar personalidad es en los clásicos. Ahí, Messi también la rompe. Es el máximo goleador en la historia de los Barcelona-Real Madrid: convirtió 21 en 32 partidos. ¿Y de visitante cómo le habrá ido? Nada mal: también es el máximo goleador histórico en el Santiago Bernabéu, con 12 tantos.

Las estadísticas aflojan cuando se trata de la Selección. En el sub 20 que Argentina ganó en los Países Bajos en 2005 convirtió los dos goles en la final ante Nigeria, terminó goleador del torneo y fue elegido como el jugador más destacado. Hace cuatro años convirtió tres goles en un clásico amistoso con Brasil en Estados Unidos. En los mundiales y en las copas América tuvo rendimientos desparejos. Y le faltó ganar un gran título, esa deuda que tiene consigo mismo. Y que, al fin y al cabo, derivó en un mito incómodo: Leo es un jugador sin personalidad ni liderazgo.

(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.