viernes 19 de abril del 2024

La puerta de atrás

Entre rumores de despedida y la dolorosa eliminación de la Copa Libertadores, Carlos Tevez tocó fondo en la noche del jueves.

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“La verdad, no sé por qué estoy tan triste. Me cansa esta tristeza, os cansa a vosotros. Pero ¿cómo me ha dado o venido? ¿En qué consiste? ¿De dónde salió? Lo ignoro. Y tan torpe me vuelve este desánimo, que me cuesta trabajo conocerme”.

William Shakespeare (1564-1616). Monólogo de Antonio, Acto I de “El mercader de Venecia” (1598).

Carlos Tevez es un caso extraño. Cuando llegó hace un año, eufórico, ganó el torneo y la Copa Argentina –tal su costumbre– y se ocupó personalmente de cada detalle: la alimentación, las concentraciones, los viajes, el césped. Volvió de las vacaciones y le costó ponerse a punto. El primer semestre del año tuvo la zanahoria de una Copa que el Enganche Melancólico definió –mezclando el optimismo naíf del hincha y el deseo inconsciente más sombrío– como “la más fácil para Boca en años”.

Pero Tevez no volvió a ser el mismo. Poco a poco fue perdiendo la sonrisa y varias virtudes futboleras. Su arranque arrollador, la cintura que limpia rivales, su fuerza para aguantar la marca de espaldas, la potencia para chocar. Tocó fondo en la noche del jueves. Se lo vio ido, vencido, quebrado. Sin problemas en su vida privada –se casó con Vanesa, la madre de sus hijos, su novia durante 19 años–, los motivos del bajón anímico hay que buscarlos en su trabajo. ¿Qué le pasa? ¿Por qué se lo ve tan mal?

Tal vez el cambio de entrenador lo haya afectado. Se sentía cómodo con Arruabarrena y con Guillermo –un ídolo del club– no se lleva mal. Sin embargo, con su llegada dejó de ser la única estrella, el referente al que todos siguen. Una herida narcisista que puede provocar efectos impensados.

Su incontrolable amigo Osvaldo hartó al Mellizo y tuvo que irse. Quiso a Wanchope Abila de 9 y trajeron a Benedetto. Tobio, su compañero de habitación, volverá al Palmeiras pese a su pedido: “Si yo tuviese la llave del club, compraría a mi amigo Tobio”. Nadie lo escuchó.

Pero hay un problema más complicado, y es técnico. Tevez es la peor noticia para el 4-3-3, el sistema del Mellizo. No es 9, ni extremo, ni un 10 táctico. ¿Qué es? Un mediapunta que se mueve detrás del hombre más adelantado. Una posición que no existe en los libros de los Barros Schelotto. ¿Está dispuesto Guillermo a cambiar para que Tevez esté más cómodo? No. Y mucho menos ahora.

La eliminación contra Independiente del Valle provocó un shock, pese a que la actuación del equipo nunca fue sólida. Hubo cincuenta días para prepararse y el equipo fue incapaz de manejar un partido que ganaba desde el minuto tres, y de local. Difícil de entender.

Boca contrató, de apuro y mal, a jugadores medio pelo, apuestas sin el brillo que necesitaba un club que pretendía enfrentar al Real Madrid en el Mundial de Clubes. La responsabilidad del presidente Danyel Angel Easy –operador judicial, impulsor de la Superliga, líder de Defensores de Macri– es indisimulable. Su apuesta de traer a Tevez le salió genial: fue reelegido. Después, llegaron las dudas.

Y ahora, los rumores. Un medio italiano reflotó una vieja noticia de 2004 y dio como hecho el pase de Tevez al Corinthians. ¡Increíble! Hace un par de semanas David Sullivan, copresidente del West Ham, donde Tevez es ídolo por haberlos salvado de un descenso seguro en 2007, le ofreció 150 mil libras semanales –casi 200 mil dólares– más bonus, para mudarse a Londres. Pero Carlitos pidió 250 mil libras –324.325 dólares– cada siete días. Too much. Tal vez ahora los Hammers vuelvan a la carga.

¿Se irá? Tevez calla. Después de la derrota, se fue de la Bombonera por la puerta de atrás. Simbólico. Su entorno habla sobre su incomodidad, su tristeza, sus ganas de buscar nuevos aires. La dirigencia hará lo posible para retenerlo, aunque sea hasta diciembre.

Día complicado para Angel Easy el jueves, con tanta cacerola y esa derrota cruel. Un día antes, luego de la asamblea por la Superliga, estaba distendido, saboreando un habano, celebrando la incorporación de la Superliga al estatuto provisorio de AFA con una votación grondoniana entre tipos que se odian: 70 a 1. Chiqui Tapia, prudente, sorprendió con una metáfora: “¿Vos tirarías arroz antes de casarte? No. Porque hasta que no firmás la libreta, no te casás”. Mmm…

Finalmente, hubo acuerdo en el reparto del dinero, la madre de todas las batallas. ¿Todo solucionado? Ni ahí. Angel Easy sostiene que para ponerse en marcha necesitan mucho más. Por eso desconfía –él y sus compañeritos de AFA– de la Comisión Normalizadora. “Me preocupa que la FIFA demore tanto. Quiero saber qué facultades tendrán y si van a aportar capital. Sin dinero, nos darán consejos que no necesitamos: ya sabemos lo que se hizo mal”. ¿Ah, sí? Mirá vos.

La FIFA –que se resiste a romper el chanchito– no confía en esta dirigencia. No quiere que el dinero del Estado quede en las manos de los mismos que chocaron la calesita que durante 35 años manejó Grondona. “La FIFA no avalará cualquier mamarracho. Después de esa asamblea se revisará cada artículo”, afirman en Suiza, sin pudores.

El viernes la dirigencia rechazó “por insuficientes” los 2.500 millones del Estado que, aunque no le guste, por ahora debe cumplir con el contrato que asegura la gratuidad hasta 2019. “Para algunos dirigentes hay que salir del contrato con FpT y yo pienso lo mismo. Así se podría negociar los derechos con alguna cadena de televisión”, dijo Chiqui, sin metáforas. Por ahí anda Turner con sus 3 mil millones. Y el Grupo Clarín, claro.

Ay. No tenemos presidente –Segura, digo, que renunció–, ni técnico en la Selección, ni a Messi, ni a la Comisión Normalizadora. Y para colmo Tevez, la máxima estrella del torneo nativo, se hundió en la misma melancolía que atacó a Messi después de errar el penal y perder la Copa América. En fin. No somos nada, muchachos. No tenemos nada.

Salvo a esos tipos desagradables que permanecen siempre, como garrapatas.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.