La Arena Carioca 1 estaba prácticamente vacía. Algunos periodistas comenzaban a llegar. En el pabellón para subir a la sala de prensa del estadio con el colega de Clarín Hernán Sartori cuando apareció Oscar Schmidt, el jugador más grande del básquet brasileño y uno de los mejores goleadores que vio el básquet FIBA. Todo era risa. Saludó amablemente hasta que cuando supo que las preguntas venían de periodistas argentinos la cara se le transformó. "No. Hoy para mí Argentina es guerra". Y se fue.
El máximo anotador de la historia de los Juegos Olímpicos estaba en una escalera y se fue para el otro lado del acceso a los pupitres de prensa. Su voz era medio jocosa, pero su mirada no. Tenía la misma que cuando entraba a una cancha para defender los colores brasileños. La charla fue sencilla. "Oscar, buenas tardes, somos periodistas argentinos, ¿podríamos hacerle unas preguntas antes del partido?". Miró fijo al interlocutor, bajó los escalones y enfiló entre risas cómplices de sus acompañantes. Cuando llegó al otro acceso se dio media vuelta y dijo: "Hoy, para mí Argentina es guerra".
Cabe recordar que Schmidt tuvo un incidente en los Juegos Panamericanos Río 2007 en la final de handball entre Argentina-Brasil, cuando bajó y se insultó con varios argentinos presentes en el estadio de Riocentro. O sea que el símbolo brasileño siente la rivalidad como pocos. Como se vive en la previa de un partido que marcará mucho del futuro de argentinos y brasileños en los Juegos Olímpicos.
(*) Enviado especial a los Juegos Olímpicos de Río.
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