martes 19 de marzo del 2024

Crisis y cheques voladores: las dos caras de la AFA

A más de dos años de la muerte de Julio Grondona, el fútbol argentino continúa con el proceso de deterioro. La costumbre del caos.

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La muerte sorpresiva de Julio Humberto Grondona, el 30 de julio de 2014, marcó el punto de inflexión y el comienzo de un derrumbe lento, progresivo y constante de la Asociación de Fútbol Argentino. A más de dos años, el proceso de deterioro continúa vigente. Incluso, no se vislumbra que haya tocado fondo. Tanto los que durante muchos años secundaron fielmente a Don Julio, como los recientes gobiernos nacionales (el anterior –FPV- y el actual –PRO-) han buscado, sin éxito, plantar bandera.

Actualmente, la Liga Argentina es considerada, por la International Federation of Football History & Statistics (IFFHS), como la cuarta competencia del mundo (por debajo de España, Italia y Alemania). El análisis considera los resultados de los representativos en torneos internacionales pero, ¿puede el análisis de unos pocos equipos reflejar el nivel general de una competencia? Es una pregunta que deja abierto un debate.

Entre las virtudes más reconocidas de nuestro fútbol siempre estuvo la diversidad de exponentes, con posibilidades de competir por el título. Hay corrientes futbolísticas que lo consideran un defecto, un mecanismo de nivelación hacia abajo. Su ideal es el español, donde el sistema concentrador funciona para que unos pocos se refuercen con los mejores valores del resto.

Argentina puede jactarse de nunca haber tenido un duopolio (pese a tener un Superclásico). Durante el eterno mandato de Grondona (35 años): trece instituciones diferentes fueron campeones, tres de los considerados grandes descendieron (River Independiente y San Lorenzo) y cualquiera subía o bajaba de categoría dependiendo del promedio de tres temporadas; y a nivel internacional los resultados siguieron siendo muy buenos: doce Libertadores y seis Sudamericanas (en 12 años de competencia).

Hoy, la actualidad en Primera División todavía no refleja el deterioro estructural. La nueva camada de entrenadores mejoró estéticamente el nivel de la competencia pero, por debajo en el fútbol formativo, hay procesos de crecimiento que se están entorpeciendo. Ni hablar de lo que ocurre con el Ascenso, donde los equipos del Nacional B acaban de anunciar un paro por incumplimiento y de tiempo indeterminado. El fútbol argentino se acostumbró al caos y eso no es bueno.

En inferiores, el nivel de competencia ha caído. Los jóvenes futbolistas cada vez juegan menos. A consecuencia del incremento de participantes en los últimos años, se separaron los equipos en zonas y el torneo en dos etapas: la primera (fase clasificatoria de grupos de 7 equipos) es poco exigente para los que poseen mayor nivel, la segunda se divide como en dos grandes grupos (zona campeonato y resto) y donde sólo los primeros terminan correctamente el campeonato.

El proceso formativo también tiene sus debilidades al momento de llegar a Reserva. Hasta hace diez años, los preliminares se disputaban en el estadio principal, en la previa inmediata al partido. Los jóvenes ya no viven la experiencia de jugar los minutos finales del partido, en la Bombonera o en el Monumental repleto y con los hinchas cantando, esperando por la Primera. Hoy, las Reservas juegan los lunes al mediodía, los miércoles a la tarde o cuando les convenga, siempre en el predio de entrenamiento y los futbolistas recién pisan por primera vez los estadios en el marco de un partido de Primera.

Tampoco el fútbol de Ascenso está en su mejor momento. “Nos estamos desangrando de a poco. No han cumplido nada de lo pactado. La Comisión Normalizadora no habla con nadie. Esto es increíble” dijo Daniel Ferreiro, presidente de la B Nacional y vice de Nueva Chicago, en declaraciones en el programa radial de Sergio Rek, en Radio Late (Jogo Bonito). La competencia fue desvirtuada hace unos años con los 10 ascensos. Hoy, los partidos se suspenden en cualquier momento por falta de policías y se reprograman en horarios estrambóticos y con escenarios vacíos; hay equipos que no pueden afrontar el costo de los operativos o del traslado; a varios, la AFA les adeuda cinco meses de derechos televisivos. En la entidad madre, incluso hay empleados a los que no se les depositan las cargas sociales. Hubo un tiempo donde para un futbolista un “cheque de AFA”, era como para un inversor un Bono del Tesoro Norteamericano, ahora no tiene el mismo peso.

“El fútbol argentino está subvaluado. No más intermediarios en la producción, esos que crecían más que los clubes, como ocurría antes. El fútbol debe ser del fútbol” dice Horacio Gennari, quien acaba de renuncia al cargo de Director AFA en Fútbol Para Todos e impulsor del canal de comunicación AFA TV.

¿Cuán relevante es el fútbol argentino a nivel mundial cuando sus mejores futbolistas están en Europa? ¿Cómo salir del atolladero económico en el que está inmerso? ¿Es realmente un bien público del que todos deberíamos disfrutar? Preguntas que quedan sin respuesta. Lo único cierto es que el Fútbol para Todos está condenado a desaparecer pero todavía no tiene fecha de vencimiento. El Estado busca de manera denodada desprenderse del gasto sin pagar el costo: de “secuestrar nuevamente los goles”. El economista Richard Abel Musgrave, padre de la teoría moderna de las finanzas, definió a los bienes públicos como conceptos relevantes de una comunidad, que el Estado asume como universal: comida, educación y vivienda (a bajo costo) fueron ejemplos; mal que nos pese el fútbol/espectáculo no figura entre ellos.