jueves 25 de abril del 2024

Cybathlon: Hefesto, Pandora y el deporte biónico

Se desarrolló el mundial de cyborgs, hombres que mediante el uso de dispositivos cibernéticos buscan mejorar sus capacidades motoras. Los detalles. Galería de fotosGalería de fotos

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Desde el inicio de los tiempos, el uso de herramientas fue el cimiento del desarrollo progresivo del Homo Sapiens. Hasta la conciencia mítica le ha guardado un lugar de privilegio en el Olimpo con Hefesto, Dios del fuego y la forja, adorado por sus dotes hacedores y considerado una divinidad lisiada y de aspecto desagradable.

El mito cuenta que fue la Diosa Hera, quien al ver su fealdad al momento de nacer, por desprecio lo lanzó del Olimpo. La caída fue lo que provocó la renguera y la necesidad de valerse de una ayuda externa, lo que sirvió para convertir carencia en virtud. Hefesto se destacó por sus realizaciones. La mayoría de las que circundan el Olimpo, nacieron de sus manos: el cinturón de Afrodita (con quien se casó), el casco y las sandalias aladas de Hermes, el carro de Helios con sus fulgurantes rayos, la armadura del invencible Aquiles, el arco y las flechas con los que enamoraba Eros, el casco de invisibilidad de Hades, el cetro del gran Rey Agamenón e incluso llegó a ser considerado el forjador de los rayos del mismísimo Zeus.

La interacción con las herramientas y posteriormente las máquinas ha acompañado al Hombre en su evolución hasta la presente era tecnológica. Alvin Toffler en el libro “La tercera ola” divide a la historia de la Humanidad en cuatro grandes etapas. En la primera, el humano se relacionaba de manera simple y directa con sus herramientas (lanzas - hachas – flechas - etc). La segunda, cuando la agricultura lo convirtió en sedentario. La tercera comenzó en el Renacimiento hasta desembocar en la revolución industrial que cambió por completo la historia del Hombre. La cuarta inicia con la expansión de la industrialización en serie de objetos de consumo y continua vigente en el Siglo XXI. En la actualidad, la belleza de la interfaz (superficie observada con la que se interactúa) es sumamente relevante. Construir un dispositivo cuya relación con el usuario sea completamente asimilable, es el súmmum del diseñadores de interfaces

¿Sería capaz el hombre de llegar al punto de fabricar una máquina que forme parte directa de su organismo? La respuesta es sí y ya lo ha hecho. No es ciencia ficción, es el Cybatlhon. La primera competencia mundial de cyborgs: “criaturas” compuesta por elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos, hombres que mediante el uso de tecnología buscan mejorar sus “capacidades motoras diferentes”.

La competencia se llevó a cabo la semana pasada en Zurich (Suiza) y consistió de seis pruebas diferentes. Una de las disciplinas, probablemente la más novedosa, es la “Brain Computer Interface (BCI), donde los competidores controlan sus avatares de carrera en una pantalla utilizando sólo sus pensamientos. Las intenciones se traducen en acción virtual a través de un casquete repleto de electrodos instalado en sus cabezas. Los avances de la ciencia, a consecuencia de esta clase de experiencias, son exponenciales.

El BCI es la joya de la corona pero las otras disciplinas también tienen un enorme impacto social: carreras de exoesqueletos portátiles, de obstáculos con prótesis de miembro inferior, en sillas de ruedas eléctricas y/o bicicletas de estimulación eléctrica funcional. También los amputados de miembro superior tuvieron una competencia específica que priorizó la destreza manual por sobre la dinámica de movimiento: acciones cotidianas como sujetar la ropa con un broche, cortar el pan o levantar objetos exclusivamente con su brazo biónico, fueron algunas de las pruebas propuestas.

Al contrario de los Juegos Paralímpicos, donde el rendimiento deportivo es el objetivo principal y algunos atletas están dispuestos incluso a poner en riesgo su vida futura para obtener una medalla, el Cybathlon apunta a crear una competición cooperativa donde los desarrolladores de tecnología trabajen codo a codo y las personas con capacidades motrices diferentes sean los principales beneficiarios.

Hefesto, el Dios forjador, no sólo creó adornos, armas y carruajes mitológicos. Accedió al pedido de Zeus, cuando buscó vengarse de Prometeo por entregarle el poder de fuego a los hombres, y creó a una mujer de arcilla a la que llamaron Pandora. Ella fue quien por curiosidad abrió la caja (ánfora) sin saber en qué devendría su acción. La caja no tenía nombre. Perfectamente podrían haberla llamado “Cybatlhon”.

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