martes 19 de marzo del 2024

Bauza, Bielsa y Mou, pensando en Tagliafico

Según el Patón la baja estatura le juega una mala pasada al marcador de punta de Independiente. ¿Qué se espera de los laterales?

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“En nuestra construcción larga es importante evitar las zonas controladas por los centrales (fuertes en el juego aéreo frontal e importantes en los segundos balones), es más fácil construir por Ibarra y Evra que son jugadores de poca estatura y con dificultades para disputar de cabeza. Evra compensa y cierra bien el espacio interior pero (Hugo) Ibarra cierra muy mal o cuando cierra por dentro permite que el adversario esté siempre de frente y finalice.” El textual forma parte del libro “Mourinho, ¿por qué tantas victorias?, en el apartado de organización defensiva del rival, para el partido final de la Champions League, del Porto, ante el Mónaco en 2004.

La ausencia oficial de fútbol amodorra el análisis. Las noticias futbolísticas se suceden, una tras otra, desarrolladas con la celeridad que permite el nuevo escándalo: desde un incidente nocturno, hasta las muestras de pugilismo en pleno entrenamiento. Mientras extrañamos el juego, podemos contentarnos con desentrañar conceptos relevantes.

“(Nicolás) Tagliafico ha tenido un año muy bueno, pero a nivel internacional la estatura le juega en contra (NdR: mide 1,69mts). Lo estamos siguiendo” dijo Edgardo Bauza, en una entrevista con La Oral Deportiva (AM 630), desatando una tormenta de críticas inesperadas. Calmadas las aguas y “olvidada” la frase, es hora de depurar su contenido.

La posición de marcador de punta, probablemente, sea la menos estandarizada del fútbol argentino. Al referirse a estandarizada, la intención es clasificar cuáles son esos requisitos idóneos que hacen específica la función. Al pararse frente a un equipo, uno espera ver: un arquero corpulento y ágil; centrales duros y espigados, con buen juego aéreo; un mediocentro ordenado tácticamente y con quite (si le agrega buen pie, ya es perfecto), mediocampistas con dinámica, pase interior y control del juego; extremos habilidosos y desequilibrantes que asistan a un centrodelantero con gol. Ahora, en un momento de reflexión, tómese un segundo antes de continuar y pregúntese: ¿qué se espera del marcador de punta?

Hasta hace un tiempo, la falta de laterales era una preocupación en la Argentina: que no salen, que no los forman, que nadie quiere jugar en ese puesto, etc, etc, etc. Hubo un tiempo donde los marcadores de punta estaban malditos: hombres abominados, sobre la raya, que no sabían a ciencia cierta qué función iban a ocupar con el técnico de turno. No sabían si eran marcadores que debían clausurar la banda, si eran carrileros que iban y volvían por el mismo costado o si eran laterales que subían al ataque para transformarse en descarga, cuando el extremo tiraba la diagonal.

Para entender el punto de manera gráfica, en lo que va del siglo XXI, River salió campeón con un marcador de punta derecho como Garcé, quien durante su carrera jugó más de zaguero que de lateral; también con Mercado, fuerte en la marca y de excelente juego aéreo; y con Ferrari que, por el contrario, defendía poco pero se prodigaba en ataque. Lo mismo se podría ejemplificar con Boca, e incluso variando de banda: como marcadores de punta izquierdos fueron campeones, el “aplicado” Matellán, el “carrilero” Arruabarrena y el “exclusivamente ofensivo” Clemente Rodríguez.

Incluso podría decirse que en estos últimos quince años, en los requisitos del puesto, hubo un antes y un después de Guardiola. Un antes, cuando los zagueros se corrían al costado para marcar. En la Argentina hay ejemplos muy recordados, incluso a nivel de selección: Burdisso o Coloccini, en el lateral derecho durante el Mundial de Alemania 2006 y la dupla Otamendi (por derecha) – Heinze (por izquierda) en Sudáfrica 2010. El después llegó, con Dani Alves como estandarte: elegido por la FIFA como el mejor lateral derecho del año en 2007, 09, 11, 12, 13, 15 y 16.

Retomando lo que dijo Bauza sobre Tagliafico, pocos se tomaron seriamente la molestia de compararlo con lo que acontece actualmente en el mundo. De manera unánime, el austríaco David Alaba, es considerado el mejor lateral izquierdo: juega en el Bayern Munich y mide 1,80 mts. Lo sigue el francés Layvin Kurzawa del PSG que es todavía dos centímetros más alto (1,82). En el pelotón posterior están los brasileños Felipe Luis (1,82) Marcelo Vieira (1,72) y Alex Sandro (1,81), el suizo Ricardo Rodríguez del Wolfsburgo (1,82) y el español Jordi Alba (1,70). Todos, incluso Alba, son más altos que Tagliafico. Se supone que (como pasa en el Barcelona) cuanto más protagonista es el equipo y más retiene la posesión (de la pelota), menos sufre la baja altura de sus laterales, porque no son sometidos cerca de su área. Podrá gustar la propuesta futbolística o no, pero el argumento es absolutamente lógico. Por lo tanto, para entender por qué la estatura puede llegar a ser un factor excluyente, primero hay que comprender cómo se pretende jugar.

El presente del fútbol argentino, convulso y carente de una autoridad fuerte, le quita sustento al entrenador de la Selección. “Un factor que indica que una defensa defiende mal, es cuando hay incompatibilidad entre el que defiende y el que ataca. Si usted a un delantero de 1,90 metros lo empareja con un lateral de 1,70 mts, evidentemente hay un error en la construcción de la idea defensiva”. No lo dijo Bauza, lo dijo Bielsa hace un par de años pero a él y, en ese momento, nadie se animó a refutarlo.