martes 19 de marzo del 2024

Crisis en la AFA: Noventa años no son nada

La lucha de egos eran moneda corriente tiempo atrás, cuando no existía la Asociación del Fútbol Argentino. Similitudes entre Macri y Alvear.

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Aquella mañana primaveral del 19 de noviembre de 1926, los títulos de los diarios informaban de la definitiva unión del fútbol argentino. Gobernaba el radicalismo, Marcelo Torcuato de Alvear era el presidente electo y el caudillo Hipólito Yrigoyen iniciaba su camino para sucederlo un año y medio después.

El fútbol ya se había adueñado de los corazones de muchísimos argentinos y la pasión era cada vez mayor. Sin embargo, los dirigentes vivían peleándose, disputando cargos, enemistándose por cuestiones triviales, con una gran lucha de egos y de personalidades. Estaban los admiradores del debilitado fútbol británico, aquellos que creían en el amateurismo puro y detestaban la llegada de tanto inmigrante humilde, que casi no hablaba nuestro idioma con los labios, pero que no tenía problemas en entreverarse con la pelota de tiento en cualquier baldío cercano a su conventillo.

Ese viernes 19 de noviembre de 1926, fue el propio presidente Alvear quien le puso punto final a una división de seis años en el fútbol de Buenos Aires y alrededores. Vale la pena recordar que los antecesores de la AFA (creada en 1934) ya se habían divorciado en 1912, cuando a la muy británica Argentina Ligue Football Association (convertida a Asociación Argentina de Football) se le separó un grupo conducido por el entonces presidente de GEBA –Ricardo Aldao- y durante tres años –entre 1912 y 1914- funcionó la Federación Argentina de Football.

Reunificados para 1915, la segunda separación fue mucho más traumática, porque el fútbol había crecido y ganaba hinchas apasionados, incidentes numerosos y sobre todo, la atención de los medios gráficos, que cubrían partidos y eventos con cada vez más recursos. Para 1919 llegó la explosión: peleas en la Asociación Argentina de Football entre varios clubes provocaron la escisión de un grupo calificado de clubes que resolvieron crear la Asociación Amateurs de Football. Las dos “AFA” funcionaron entre los últimos meses de 1919 y los días finales de 1926, hasta que llegó aquel 19 de noviembre.

En el medio, la Asociación Argentina se quedó con la representación oficial de FIFA y la Selección Nacional jugaba partidos internacionales con el equipo de la entidad, aunque también se formaban combinados con hombres de la Amateurs. Un desaguisado que recién se cortó cuando ya hacía rato que el amateurismo había sido reemplazado por el pago de sueldos prolijamente disimulados en los balances de los clubes o en las cuentas bancarias de los dirigentes de mayor peso.

El título del popular matutino “La Argentina” de aquel viernes fue “¡Se consagró la fusión del football argentino!” y la bajada amplía la información con “El Presidente de la República Dr. Alvear designado árbitro, dictó ayer su fallo”. El texto agrega que “Después de seis años se normaliza una situación que será precursora de nueva era saludable para el deporte” y en un recuadro resaltado se explica que “la nueva liga se llamará Asociación Amateurs Argentina de Football y quedará constituida el martes 23, haciéndose cargo de la afiliación internacional”.

Los torneos de 1926 dejaron como saldo dos campeones: Boca en la Asociación Argentina, escoltado por Argentinos Juniors y Huracán. Independiente en la Asociación Amateurs, seguido por San Lorenzo y Platense. Eran 24 equipos en la Primera de la Argentina y 26 en la Amateurs, o sea que 50 clubes jugaban en la división mayor, sumando ambas entidades.

Para la Primera A reunificada, según fundamenta el fallo del Presidente de la Nación Marcelo T. de Alvear, se agruparán en 1927, en un torneo de una rueda única con 29 equipos. Quedarían afuera de la fiesta, 21 clubes de la primitiva Asociación Argentina, la que menos atracción tenía, donde brillaban Boca y Huracán, que habían acaparado todos los títulos: Alvear, Argentino de Banfield, Colegiales, All Boys, El Porvenir, Nueva Chicago, Temperley, Del Plata, General San Martín, Progresista de Gerli, Sportsman de Barracas, Palermo, Boca Alumni, Universal, Sportivo Balcarce y Sportivo Dock Sud.

Claro, usted estará pensando que el autor de esta nota se equivocó porque en la lista hay 16, pero no. Intereses, influencias políticas, favores pendientes, hicieron que cinco clubes que al principio no iban a jugar en el torneo unificado sean incorporados: Liberal Argentino, Talleres de Remedios de Escalada, Excursionistas, Sportivo Buenos Aires y el viejo Porteño, uno de los animadores de los primeros años del amateurismo que se resistía al olvido. Todos, claro, habían integrado la Primera de la Asociación Amateurs, la rebelde, la más poderosa económicamente.

En sus consideraciones, el Presidente Alvear –un precursor de la injerencia política en el fútbol- explicaba que “considerando que el football, por el notable incremento que ha adquirido en todo el territorio de la República y por la acción benéfica que desarrolla, necesita una dirección única para su mejor reglamentación y eficacia” y además, que “los estatutos por que debe regirse la entidad directriz de este deporte y los demás detalles a su organización deben ser resueltos por delegados de los clubes de mayor importancia y arraigo, los más capacitados para dar a la institución una organización permanente a cubierto de todo nuevo conflicto o disidencia”.

El fútbol se mantuvo unido hasta mediados de 1931, cuando un nuevo golpe de timón dado por 18 de los 35 clubes que integraban la Primera A, le dio origen a la flamante Liga Profesional de Football, que funcionó como liga pirata, separada de la FIFA –que seguía dándole validez a la AAAF nacida en 1926- y recién en noviembre de 1934 nació la actual Asociación del Fútbol Argentino.

Noventa años después, los dirigentes de nuestro fútbol hicieron en un año todos los dislates posibles, elecciones fraudulentas, peleas interminables, divisiones insólitas, disputas por el poder vacío y agonizante que dejó Julio Grondona. El presidente Alvear medió hace 90 años y logró una unidad que duró cuatro años, pero el dinero de aquellos años eran centavos si se lo compara con el que hoy navega por el fútbol. El presidente Macri también interviene en el armado de la Súperliga, de la Comisión Normalizadora y de distintos dirigentes, empezando por Angelici. La plata, la TV, la importancia de la Selección, exigen un involucramiento absoluto.

Todavía hay gente que dice que “el fútbol y la política no pueden ir juntos” porque “no tienen nada que ver”. Necios, ilusos o estúpidos.