jueves 28 de marzo del 2024

El fin de un mito: definir de local no es ventaja

Un estudio académico analizó 1.536 casos y determinó que el beneficio real en las series lo tienen los equipos que juegan el último partido como visitantes.

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De la regla del gol de visitante, Arsene Wenger, director técnico del Arsenal, dijo en 2015: “Está desactualizada y necesita ser cambiada”. Los organizadores de la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana no la cuestionan. Para ellos, definir una llave en casa es una bendición, una sortija por la que los clubes deben pujar. Conmebol premia a los equipos con más puntos en la fase de grupos del torneo más importante de Sudamérica con un ancho falso: el mejor cierra todas las series en su estadio.

Pero ¿es preferible concluir las llaves de local, con la amenaza constante de que un gol ajeno puede provocar un terremoto imposible de sostener? ¿Es justo que uno de los dos equipos sepa cuántos goles precisa para golpear con una mano de nocaut y transformar la remontada en algo inviable?

Enzo Domínguez Prost, licenciado en Economía por la Universidad de San Andrés, demostró en su tesis de grado, llamada “Fútbol y reglamento: efectos de la implementación de la regla del gol de visitante”, que, en realidad, no hay beneficio; terminar en casa es, más bien, perjudicial. El empirismo dice que la ventaja corre para quienes rematan de visita.

Antonio Mohamed no leyó el trabajo de Domínguez Prost. Sin embargo, mientras dirigía al América de México, con el sentido común encendido, coincidía: “Los que terminan la serie de visitante tienen ventaja”, se quejó. Mohamed tiene razón. Domínguez Prost analizó 1.536 llaves de seis campeonatos diferentes –entre ellos los dos torneos sudamericanos– disputados entre 1995 y 2015, y con la ciencia exacta derrumbó las discusiones en sobremesas: el 56% de los clubes que no concluyen los choques en sus estadios accede a la fase siguiente. Los visitantes, a partir del agregado de este ítem al reglamento, aumentaron un 27% sus posibilidades de clasificarse. La tendencia viró del día a la noche: antes lo hacía el 60% de los que terminaban de locales. Esa idea de ventaja es una verdad equívoca instalada en el imaginario colectivo.

River y San Lorenzo son dos casos de ejemplo. Ambos ganaron la Copa Libertadores con una receta idéntica: disputaron todos los juegos decisivos como visitante, y la final, donde la regla no corre, la definieron en el Monumental y en el Nuevo Gasómetro. Tuca Feletti, entrenador de Tigres de México en el desenlace que los aztecas perdieron contra River en 2015, le sumó una variable más al tema: “Parece que el gol de visitante va a hacer que los equipos sean más ofensivos, y no es cierto, son más defensivos”. Conmebol impuso la reglamentación en 2005. Pretendía que los visitantes no eligieran defenderse. Los animaba a buscar un gol. Domínguez Prost probó que el incentivo no funcionó: los goles convertidos por ellos solamente aumentaron un 0,02%. La regla trajo efectos no deseados: ahora es el anfitrión quien elige cuidarse. Los conjuntos que acaban de local disminuyeron un 8% el número de goles.

Joseph Blatter, antes de que la ola de corrupción lo ahogara, se preguntó en una columna de la revista de la FIFA: “¿Todavía tiene sentido el gol de visitante?”. Para la economía, la respuesta es clara.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.