jueves 28 de marzo del 2024

El mensaje oculto en los arcos contra la Dictadura

El diario inglés The Guardian develó una historia desconocida sobre el Mundial 1978, que casi 40 años después, sigue dando que hablar.

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Ya pasaron casi 40 años del Mundial 1978, muy recordado en Argentina por haber sido el país organizador, por tratarse del primer título y por toda la oscuridad en torno a la Dictadura Militar y las dudas generadas tras la goleada a Perú que hasta el día de hoy provoca suspicacias en los más desconfiados.

Increíblemente, a pesar del paso del tiempo, una nueva posible historia se conoció a través de una publicación del diario inglés The Guardian gracias a la visita al país del periodista escocés David Forrest, que en 1978 tenía sólo 10 años y, desde la inocencia de un niño mirando los partidos por televisión, siempre le llamó la atención las redes de los arcos y la base negra de los postes.

Acompañando a su esposa que realizaba un doctorado en Buenos Aires, de paseo por Palermo entró a la tradicional parrilla Don Julio y ese sería el puntapié inicial para empezar a develar el misterio que le generaba una gran curiosidad desde su niñez. Mientras Forrest hojeaba un libro sobre el Mundial 78, uno de los mozos le preguntó: "¿Qué está leyendo?" El escocés le mostró una foto que ilustraba el partido que Argentina le ganó a Francia en el Monumental y le explicó que lo que llamaba su atención era la pintura negra de los postes.

El mozo le recomendó acercarse a la cancha de River para encontrar las respuestas que buscaba. Allí dialogó con los encargados de mantenimiento del estadio y así relató Forrest el encuentro: "El canchero me acompañó a una habitación y me señaló las fotos en blanco y negro que estaban en la pared. Allí noté una sonrisa familiar y pregunté quiénes eran los de la foto. Me dijo que era el equipo que trabajó en el estadio para el comité de organización, y si quería saber por qué pintaron los palos negros, tenía que preguntarle a ellos".

"Me acerqué a la foto y reconocí a alguien familiar. Me di cuenta de que el hombre en la foto tenía unos 40 años menos con un peinado salvaje como el de Lepoldo Luque, pero la sonrisa y los ojos eran sin lugar a dudas los del mozo de Don Julio. El canchero me dijo su nombre: Ezequiel Valentini".

Días después, regresó al restaurante y finalmente encontró las respuestas que tanto había buscado, que se habían hecho esperar 39 años. Valentini le contó que por aquel entonces nadie usaba brazaletes negros para homenajear a los desaparecidos pero a ellos se les ocurrió una manera de recordarlos. "Las primeras opciones fueron poner un mensaje en el césped, o pintarlo en los carteles publicitarios, algo que las cámaras de TV pudieran ver". Pero dichas alternativas significaban un peligro extremo que no estaban dispuestos a correr.

A uno de los compañeros de Ezequiel se le ocurrió pintar la base de los palos de negro en representación de los brazaletes, pero antes había que avisarle a los militares. "Preguntaron para qué era y le dijimos que era tradición". Pasó, porque "no tenían ni idea de fútbol".

"La Junta situó sus centros clandestinos de tortura a la vista del público. Nosotros recordamos a nuestros muertos a la vista de todo el mundo. Como esos centros, nuestro acto de recuerdo estaba oculto a simple vista", concluyó Ezequiel Valentini para saciar la curiosidad de David Forrest y sacar a la luz una historia que, aunque sea 39 años más tarde, vale la pena y emociona conocer.

La historia es totalmente verosímil pero  hay ciertas cuestiones que generan dudas, sobre todo el nombre del mozo ya que desde el restaurante aseguran que nadie con ese nombre trabajó allí. Creer o no creer, esa es la cuestión.