viernes 19 de abril del 2024

Messi: te amo, te odio, dame más...

442

Sólo el amor y el fútbol me provocan ciertas sensaciones. Una exaltación que te inutiliza el intelecto y te agita y te hace subir como un fuego a la cara. Y necesito que eso me pase, y quiero más. Pero yo no veo el fútbol como los hombres. Hasta hace poco me castigaba por eso y decía que no entiendo una pepa, que me callo la boca.

Un ejemplo: termino de ver el partido del Real versus el Barcelona que twitteo en vivo minuto a minuto porque mucha gente no tiene Direct TV. Yo que me regodeo cuando lo veo mover la pelota a Ronaldo como si volara 3 centímetros sobre el césped escucho a Varsky lapidario: "Ronaldo tuvo un papel secundario, dejó seriamente comprometida su reputación". Pero si tuvo la pelota, intentó jugadas, fue al arco. Me calentó... Definitivamente no entiendo nada. ¿Y si simplemente lo veo distinto? ¿No tengo derecho? A mí no me alcanza que Messi haga tres toques y de esos uno sea gol porque tiene asistencias de monstruos futbolísticos. Piqué y 10 más, como diría un amigo. Efectividad, efectividad, efectividad… Sí, ya sé.. yo también quiero goles.

Vamos al caso dos: Alemania 2006, Pekerman lo saca a Riquelme en el partido con Alemania y pone a Julito Cruz. (déjà-vu de Passarella sacando a Batistuta en el partido frente a los ingleses de Francia '98) Se me ocurren adjetivos inspirados por el azufre tribunero que ustedes hombres queridos usarían para las mujeres en un ataque de machos. Bueno, ese día que lo sacan a Riquelme, algunos festejaban. Por todos los sentidos y el común sobre todos ellos: ¿vos sacás a tu número 10 frente a los alemanes que juegan como máquinas sin alma y te hacen goles mecánicos de cabeza y te ganan un Mundial? Pedile a Dios ahora que te saque un gol de una pelota parada. Pero bueno, Pekerman lo hizo y yo creo que ése fue el error trágico de otra copa perdida. En aquellos días, mientras el rugido popular condenaba a Riquelme por "jugar hacia atrás" -cosa que la Selección siguió haciendo luego de que Román se fuera, hagamos memoria- yo tenía otra teoría. Si vos tenés equipos muy físicos y muy rápidos como los ingleses y los alemanes ¿no está bueno alguien que imponga otro ritmo desde el juego fino? Si a los tipos la quietud de un segundo los va a desconcertar porque no saben jugar en otro tiempo que no sea el de ellos. Sigo convencida y vos por ahí me estás mandando a lavar los platos. ¿Y sabés que no los lavo casi nunca?

Enojáte pero veo fútbol y me encanta. Te lo digo para seducirte, nunca te provocaría. Sólo quiero que me sigas leyendo. Ahora bien, no me voy por las ramas. Lo que quiero decir en definitiva es que mis teorías del fútbol no son una enciclopedia táctica ni un manual de estadísticas. Son inutición pura y con pollera. No me pidas lo que no te puedo dar pero quedáte tranquilo que vas a tener cositas novedosas. Lo que quiero decir es que puede ser tan válido lo que yo digo como lo que vos decís con la autoridad de tus pantalones. No me banco que las mujeres no hablen de fútbol y por eso no sólo hablo sino que también escribo. Sabelo. De los ensayos y columnas periodísticas salté a este monólogo botinero por pura pasión.

Y con la pasión precisamente tiene que ver mi mayor preocupación de cara a Sudáfrica 2010. Estoy indignada con Messi. Creo que si no se destapa en el Mundial va a ser el primer jugador bipolar de la historia. Y eso por ser gentil. Luego de verlo convertir 20 goles en dos semanas y contar como los pobres los dos goles (y uno de penal) que hizo en todo el año para la Selección, me sublevo. Lo veo corriendo desde la mitad de la cancha, haciendo despliegue individual de top model en tapa de Vogue y no me vengan con que eso tiene que ver con Guardiola y su maravilloso equipo. Ya sé que en Argentina somos un amasijo de estrellas individuales y que como equipo nos estrellamos. Y ya sé que eso nos pasa como país. Ya no me como más que Messi acá no tiene quien lo acompañe y que el equipo debería jugar para él. Ya no me como más que acá Messi no juega feliz. Soy mujer y desconfiada. Para mí, vino a jugar sin ganas, cuidándose del rasponcito. Y pensar que Maradona se infiltraba sólo y a lo carnicero para jugar, y que El Bati metió goles a lo guapo con o sin Copa del Mundo. Yo no le pido que haga eso pero dame más…, un poquito más. Si esto fuera amor ya lo habría dejado. ¿Y si es cuestión de amor? ¿Y si el tipo no siente la camiseta argentina? A un hombre no lo podés culpar si te deja de querer. Eso lo aprendí. Podés llorar, podés revolcarte, pero al final lo tenés que aceptar y bancarte que pase delante tuyo con la otra novia. Eso me pasa con Messi. Ahora lo entiendo. Es despecho. Despecho de novia abandonada. ¡¡¡Pero la novia es la camiseta argentina por Dios!!! Que lo despierten, que le digan, que le expliquen, que la gloria más grande en el fútbol tiene linaje telúrico. Que un Mundial no lo ganás como expatriado. Que si no se enamora de la celeste y blanca la otra le va a terminar metiendo los cuernos. O que se nacionalice español. No choice. Messi, corazón, te amo, te odio, dame más. Ya no hay excusas.

(*) periodista y conductora de TV

En esta Nota