viernes 19 de abril del 2024

Cuando un equipo parece perfecto

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Cuando Vélez juega como lo hizo frente a River bordea la perfección. Es un equipo que muestra una actitud ganadora casi avasallante, presencia física en todos los rincones de la cancha, dinámica grupal y velocidad individual, que no es lo mismo. Tiene, además, individualidades de primer nivel, es ordenado para defender, vehemente para marcar, lúcido y con variantes para iniciar las jugadas y posee un notable desequilibrio individual en ataque.

El inteligente equipo de Gareca, además, se muestra como un conjunto pletórico de variantes que se ponen de manifiesto en los noventa minutos de cada partido. Para empezar, desde lo táctico, es difícil encasillar a este equipo en un dibujo concreto. Podría decirse que parte de un 4-2-3-1 porque se para con cuatro defensores, un doble cinco, tres hombres de creación y un punta, pero la dinámica de conjunto lo hace impredecible. Uno podría sacar la foto de cómo está parado el equipo en diferentes momentos del juego y encontrarse con que Papa sale todo el tiempo de su posición y rompe la idea de que hay cuatro defensores, transformándose en un mediocampista más. Hay allí, por la izquierda, una clave del equipo cuando a Papa se le suman Martínez y Moralez conformando un tándem ofensivo muy veloz y vertiginoso. Estos dos últimos, muchas veces, se verían en nuestra hipotética foto, como dos delanteros de punta para sumarse al imparable tanque Silva.

Cuando se habla de versatilidad en este Vélez, es imposible no mencionar al chapa Víctor Zapata, histórico volante izquierdo, devenido en doble cinco, conductor y equilibrista en la mitad de cancha. Su compañero en el medio, Leandro Somoza, es, quizás, el emblema de este equipo. Esencialmente porque es versátil, muy completo pero, por sobre todas las cosas, tiene al igual que el equipo, como marca en el orillo, una agresividad futbolística sin igual. Vélez es un equipo decididamente ofensivo. Te ataca hasta cuando defiende. Los defensores atacan a los delanteros, los del medio te comen los tobillos, te agreden y los de adelante, de atrevidos que son te ofenden todo el tiempo.

Podría decirse de este equipo construido desde la simpleza y la seguridad de Ricardo Gareca que es de esos que juegan cada pelota como si fuera la última. Angel Cappa, desde su verba florida, suele decir y con razón que hay que jugar cada pelota no como la última sino como la única porque hay una sola, y es una gran verdad del juego. Pero cuando Vélez la pierde también demuestra saber que hay una sola y trata de recuperarla lo más rápido posible. En cuanto lo logra, juega, sabe tenerla, hacerla circular, aunque elige ser directo y apunta al corazón. Su tridente ofensivo integrado por Moralez, Martínez y Silva, más que nunca titulares indiscutidos, es capaz de, en tres segundos o en tres toques recorrer los últimos metros de la cancha y resolver con una alta dosis de eficacia. Parecen, además, los tres, estar viviendo el mejor momento de sus carreras futbolísticas.

Este Vélez no comulga con el tiki tiki, pero lejos está de ser un equipo amarrete, conservador o miedoso. Asume riesgos sin suicidarse, ataca por arriba y por abajo y en el lenguaje más químicamente puro de la tribuna podríamos decir, señora tapese los oídos, que es un equipo que te caga a pelotazos.