viernes 29 de marzo del 2024

Torneos largos para pocos

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Con Boca penando de media tabla hacia abajo y sin chance de clasificarse para la próxima Copa Libertadores, las preocupaciones de las autoridades del fútbol argentino han aumentado. Es que ni Boca ni River, nuevamente, están en condiciones de darle pelea a Estudiantes, el cómodo líder del Apertura 2010.

Para colmo, San Lorenzo ha quedado algo rezagado y Racing ensaya una recuperación que, sin embargo, no le alcanzará para luchar por el título. De Independiente, mejor ni hablar. Quizá estas decepciones de los cinco grandes, pero sobre todo la mala campaña de Boca y la confirmación de que River no termina de engranar y luchar arriba, han terminado por convencer a Julio Grondona y los suyos de volver a los torneos largos.

Es que, se sabe, en los últimos Apertura y Clausura han mandado invariablemente otros equipos más humildes, con menos arraigo popular, pero más organizados y con planteles más cortos y efectivos. Ni Boca ni River han devuelto en puntos la importante inversión en jugadores que han hecho. Y esto es un cachetazo para aquellos que prefieren un fútbol donde los dos clubes más grandes peleen por el premio mayor.

Por eso y con argumentos varios, se intentará volver al campeonato único de 38 fechas, aunque el motivo principal sea esa molesta sensación que envuelve a quienes conciben un fútbol de dos o tres o cuatro clubes grandes, pero sin más invitados que ellos a las grandes celebraciones, algo que también quieren los grandes medios. Se recuerda que los torneos cortos llegaron en 1990 para que pudieran campeonar San Lorenzo, Boca y Racing, quienes no lo conseguían desde 1974, 1981 y 1966, respectivamente.

Vale la pena destacar también, que en la historia del profesionalismo argentino, los clubes medianos y chicos apenas han podido adjudicarse escasos torneos largos: Quilmes en 1978 (con River e Independiente diezmados por la Selección de Menotti y Boca jugando Libertadores e Intercontinental), Estudiantes en 1982 (misma situación con River y Boca para España’82), Argentinos en 1984 y los cuadros rosarinos, que ganaron los torneos de 1986/87 y 1987/88. Muy poco, si se mide el fútbol desde los años treinta.

Eso sí: dada la paridad de fuerzas entre muchos conjuntos, afortunadamente el torneo argentino no aburrirá como el español (en el último, Barcelona campeón le sacó 30 puntos al tercero, Valencia) o como el inglés, donde cuatro o cinco equipos (los dos Manchester, Arsenal, Chelsea y Liverpool) se reparten liderazgos de acuerdo a la billetera de jeques árabes, magnates estadounidenses o ex funcionarios de la vieja Unión Soviética que se quedaron con pozos petrolíferos. En Italia, la historia no sale de Inter, Milan, Juventus o Roma, no da para otro invitado más.

Lástima que la ratificación de los privilegios se quiera mantener de otra manera: no se quitarán las promociones, un engendro que se usa solamente en Alemania y aquí. Tampoco parece haber manera para quitar el promedio en la lucha por quedarse en Primera A. Un sistema injusto que se instrumentó primero entre 1956 y 1961 y llegó para quedarse en 1983, cuando ya habían bajado San Lorenzo y Racing, dos de los grandes. La suma de tres temporadas consecutivas ha sido un cepo para la mayoría de los cuadros que llegan desde la B Nacional y el reaseguro para que no haya otra sorpresa con un descenso inesperado.

Quiere decir, entonces, que habrá más de lo mismo. El otro gran argumento será que la existencia de 38 fechas aliviará la presión sobre los entrenadores, víctimas de despidos express al perder tres partidos seguidos. Algo que según los expertos, debería modificarse en el torneo largo. En las cuatro categorías de ascenso de AFA, hay campeonatos de dos ruedas y se han ido ya, con menos de 12 fechas jugadas, 22 entrenadores. ¿Aliviar la presión? Eso, en el fútbol argentino, no pasa. A buscar mejores argumentos, entonces.