jueves 28 de marzo del 2024

El Boca pingüino de los Báez

La historia del club del Argentino B que tiene plantel profesional, vuelos charter y otros privilegios.Galería. Galería de fotosGalería de fotos

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Boca de Río Gallegos es un club histórico de la ciudad que está en manos de Martín Báez, hijo de Lázaro, el millonario empresario cercano a la familia Kirchner. Desde la llegada de los Báez a la institución, el homónimo de uno de los clubes más grandes del fútbol argentino se ha vuelto profesional y hasta con ciertos privilegios.

Con más de 65 años de historia, el “Boca de Lázaro Báez” ha tenido sus momentos de gloria en la década del ’80 jugando el Torneo Regional (hoy, Torneo Argentino) de 1988 representando a la liga de fútbol de Río Gallegos. Tras regresar al regional, el club volvería a conocer la cara de la victoria con la llegada del empresario pingüino.

Central aguerrido que supo jugar en el club durante los 80, Lázaro Baéz y sus millones desembarcaron en “El Boca” para levantarlo de una crisis económica más que complicada. En cinco años, el xeneize pingüino pasó del ostracismo a manejar un presupuesto superior a los 800 mil pesos. Todo aportado por Lázaro, el presidente en las sombras. Incluso, para las finales que le permitieron el ascenso al Torneo Argentino B, el plantel contrató un chárter de Aerolíneas Argentinas, algo inédito para la categoría.

En el plantel, todos son profesionales y muchos de ellos forman parte de la plantilla de Austral Construcciones, la empresa que le ha permitido a Báez forjar parte de sus millones. Además, en el plantel sólo dos jugadores son oriundos de Río Gallegos.

Hace dos años, el Boca patagónico apareció en todos los diarios nacionales por un amistoso disputado en la ciudad santacruceña con el Racing de Avellaneda, el gran amor del ex presidente fallecido Néstor Kirchner, por entonces íntimo amigo de Báez. Fue el propio Lázaro, el encargado de financiar de su bolsillo el viaje del plantel académico.

Hoy, el xeneize de Río de Gallegos sigue militando en el Torneo Argentino “B” sin pena ni gloria, pero con un sueño por delante: lograr el tan ansiado ascenso.

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