Apreciado por todo el mundillo futbolístico debido a su gran calidad humana y su vocación docente, que desarrolló no sólo como director técnico sino también dictando clases en distintas escuelas de periodismo deportivo, Fernando Areán falleció inesperadamente este domingo a los 69 años, como consecuencia de un aneurisma estomacal.
Eternamente vinculado a San Lorenzo como integrante de aquella famosa delantera de los de Boedo apodada "Los Carasucias" de mediados de los '60, el Nano se había sumado recientemente al club para -entre otras funciones- dar charlas y observar juveniles en el interior, y venía de cumplir tales tareas en Mendoza cuando en pleno Aeropuerto lo sorprendió una fuerte descompostura.
"Lo atendieron y no pudo aguantar", dijo a Radio Belgrano el presidente azulgrana Carlos Abdo, quien puso al club "a disposición de la familia". No obstante, una vez que lleguen sus restos a Buenos Aires no habrá velatorio y el cuerpo será cremado este lunes en el Cementerio de Flores, aunque por la noche se realizará una misa en su recuerdo en la Ciudad Deportiva sanlorencista.
Si bien se inició en las inferiores de Boca, Arean saltó a la consideración general como uno de aquellos delanteros que aparecieron en San Lorenzo mostrando toda su desfachatez de jóvenes en plena crisis post-Mundial de Suecia '58 del fútbol argentino, cuando el común denominador era un juego cada vez más defensivo y aparecían los primeros DT's estrellas en el país.
Pese a que ese juvenil equipo sanlorencista no ganó títulos ni estuvo cerca de hacerlo, su delantera, que junto con Arean integraban Narciso Doval, el Bambino Veira, Roberto Telch y Victorio Casa, quedó en la historia gracias a ese juego desprejuiciado y alegre que mostró, y que fue el germen del gran conjunto de Los Matadores con que San Lorenzo ganó el título invicto en el Metro '68.
Tras jugar apenas 46 partidos y convertir 10 goles para los de Boedo entre 1964 y 1965, Arean pasó como futbolista también por Banfield, Millonarios de Bogotá, el también colombiano Cúcuta, Valencia de Venezuela y Comunicaciones. No obstante, lo más recordado de su campaña fue siempre su comienzo como centrodelantero titular de aquellos inolvidables Carasucias.
Ya en el rol de técnico, comenzó a mostrar su sabiduría como ayudante de campo del Bambino Veira en el San Lorenzo de 1983 y 1984, y luego con el River campeón de todo de mediados de los '80. En 1991 volvió al Ciclón para dirigir al primer equipo, con el que ganó una Liguilla y clasificó para la Copa Libertadores en 1992.
Además, su larga y prolífica carrera comprendió pasos por Argentinos Juniors, Belgrano y Talleres de Córdoba, Deportivo Español, San Martín de Tucumán, Chaco For Ever, Racing de Córdoba y Olimpo de Bahía Blanca.
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