viernes 29 de marzo del 2024

Cada vez apuesta menos a los chicos

“Nueve de los once titulares deben ser del club”, fue el eslogan de Mauricio Macri. En el equipo base actual, sólo Lucas Viatri es de inferiores. ¿Funcionará el plan?

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Boca es el equipo shopping. Sale de compras en cada mercado de pases, más allá de lo que tiene en la propia casa. El eslogan macrista (nunca hecho realidad) de “nueve titulares de inferiores” quedó sepultado por políticas de necesidad y urgencia.

En los últimos dos años y medio, bajo la gestión de Jorge Ameal (asumió la presidencia el 5 de noviembre de 2008) Boca incorporó 25 futbolistas y relegó a los nacidos y criados. ¿Recambio? ¿Mejorar la vidriera? ¿Prestigiar el equipo? En principio, romper con aquel postulado de consagrar en Primera a los más jóvenes del club.

Boca presentará en este torneo una de las expresiones con menos raíces en Casa Amarilla. Tras el retiro de Martín Palermo, Lucas Viatri será el único titular ciento por ciento xeneize en el esquema de Julio Falcioni. Ni siquiera Juan Román Riquelme es genuinamente de Boca: uno de los indiscutidos para el entrenador se inició en las divisiones inferiores de Argentinos Juniors.

En tanto, Cristian Erbes y Facundo Roncaglia, que hoy estarán desde el inicio ante Olimpo, perderán sus lugares ante Leandro Somoza (suspendido) y Franco Sosa (todavía no está en su plenitud física), respectivamente. El colmo es la incorporación de Rolando Schiavi, de mala temporada reciente en Newell’s. Según los dirigentes, el defensor es la carta de experiencia que necesitaba la defensa. Su documento representa exageradamente esa búsqueda; Schiavi tiene 38 años.

El mapa de Boca tiene pocos jugadores propios. Al menos, en la vanguardia del plantel. Falcioni ya avisó: “Todos los refuerzos serán titulares”. Los nuevos tiempos le dictan ganar ya. Hasta ahora, la política shopping no trajo buenos resultados: en ninguno de los cinco torneos anteriores Boca logró superar los 30 puntos. Mientras, sus juveniles se lucen cuando traspasan las fronteras de la Bombonera.

De la boca para afuera. Apenas asumió, Claudio Borghi habló sobre los jugadores de la casa. Su discurso no se focalizó exclusivamente en la inmediatez. Y ante la exigencia de respuestas por los nuevos refuerzos, explicó que también tenía a mano una carpeta con esos otros nombres: “Tenemos buenos pibitos acá. No los conozco a todos, pero tengo buenos informes. Vamos a seguir confiando en los juveniles. La vorágine de un club ávido de resultados se lo fagocitó. Y con él, a la idea de sumar jugadores de la casa a medida que pasaran los partidos. Por entonces, la lista de Borghi contemplaba a Sergio Araujo, Nicolás Blandi (en el torneo anterior jugó para Argentinos Juniors), Orlando Gaona Lugo, Joel Acosta, Marcelo Cañete (firmó para San Pablo), Jonathan Mazola, Alan Pérez y Enzo Ruiz. De los 21 concentrados para el encuentro de hoy ante Olimpo, sólo Araujo, Ruiz y Blandi tendrán cabida. Obvio, ninguno de los tres dispondrá de muchos minutos en cancha.

Problema central. De aquella imagen histórica de un Boca invulnerable en defensa queda una silueta desdibujada. La obsesión de sus dirigentes es recuperar esa impronta. Ameal repite en la intimidad una frase de Falcioni: “Ahora hay que buscar el equilibrio, tener una defensa sólida”.

El campeonato pasado Boca hizo compras a dedo; fue por Matías Caruzzo, Juan Insaurralde y Cristian Cellay. Ninguno fue abanderado de la tolerancia cero con el gol. Ahora, el refuerzo para la zaga es Schiavi, que retorna al club xeneize después de seis años. Lo llamativo es que en los últimos años Boca tuvo su propia fábrica de centrales. Juan Forlín alterna titularidad en el Espanyol de Barcelona y Matías Silvestre-Ezequiel Muñoz es la flamante dupla del Palermo de Italia. Los tres juegan en la serie A de dos de las principales ligas del mundo.

La autocrítica no entra en el análisis de los dirigentes. Lejos de reconocer el fracaso, antes de la finalización del Clausura pasado José Beraldi disparó: “Nosotros compramos al otro Cellay, el que ganó la Copa”. Ironía. Eso sí, ningún aporte de solución para el club que no se permite esperar que sus chicos crezcan.

Relegados. En la pizarra de once jugadores de Falcioni no figuran los juveniles que el año pasado terminaron como titulares. Pochi Chávez, Nicolás Colazo y Pablo Mouche perdieron terreno ante Diego Rivero, Walter Erviti y Dario Cvitanich. Sin protagonismo en este Boca, Mouche jugará esta temporada en el Catania de Italia. Chávez y Colazo, en tanto, tendrán que conformarse con ser parte del ejército de reserva del entrenador.

La fuga de juveniles se extiende a Javier García (Tigre) y Fabián Monzón (Niza de Francia). Para defender el arco, los reemplazantes también se compraron enlatados. Boca contrató a Agustín Orion, de Estudiantes, y a Sebastián Sosa, de Peñarol.

La última gran venta de un futbolista formado en Casa Amarilla fue Nicolás Gaitán, en 2010. Por él, Boca obtuvo del Porto 8,5 millones de euros. Para repasar la última gran compra, no alcanza con la memoria.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil

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