sábado 20 de abril del 2024

Sin soluciones a la vista

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Después de observar la impunidad con la que los barras de Independiente cruzaron de tribuna a tribuna para golpear y amenazar a los hinchas que cantaban contra ellos, la única frase posible es "más de lo mismo". No hay que ser demasiado exhaustivos en la investigación para descubrir que lo mismo pasó hace un tiempo en la Bombonera, en el Monumental, en la cancha de Chacarita, Gimnasia y cualquier otra.

Quedaron mucho más en el recuerdo los energúmenos pagados por el impresentable Eduardo López, que "gobernó" durante catorce años en Newell's Old Boys sin que nadie lo pudiera remover. López mantuvo su hegemonía y los barras rojinegros amedrentaban plateístas y simpatizantes que osaban cantar en su contra o simplemente hacer un comentario al pasar. La sangrienta sucesión en la hinchada de Newells aun no finalizó. La lucha de muchos socios pudo torcer la historia y lograr la normalización democrática del club, algo que tampoco habían podido conseguir los intendentes socialistas rosarinos ni los gobernadores santafesinos, peronistas o socialistas, daba lo mismo. Quizá haya sido el ejemplo más contundente de una gestión corrupta, desacreditada y con absoluto desprecio por las formas y por el interés del socio.

Sin embargo, el desbarrancamiento de la gestión de Julio Comparada va por el mismo camino. Convocatoria que se paga a regañadientes, un estadio que necesita una inyección de dinero para terminar su construcción, un plantel discreto y poco valuado y una barra ingobernable con altos indicios de participación en incidentes. Aunque la pelotita entre, más allá que el popular club de Avellaneda mejore en el fútbol local, la cuestión amenaza con desmadrarse por el hartazgo de hinchas y de socios que no aceptan tantos aprietes de los patovicas y lúmpenes que saltan en la Tribuna Norte del Libertadores de América.

La impunidad no es una palabra de moda. En realidad, siempre tuvo que ver con la realidad argentina, en el ámbito que fuese. Hemos crecido conviviendo con aquellos que "tenían coronita", tolerando la complicidad de quienes tienen que sancionar con aquellos que deberían ser sancionados. No descubrimos nada nuevo, pero tampoco tenemos soluciones para semejante embrollo. Resulta frustrante desde el periodismo explicarle a quienes reclaman más investigación, más participación y una toma de posición más dura en nosotros los que estamos frente a una notebook, un micrófono o una cámara de televisión, que nuestra palabra o nuestro pensamiento no alterará absolutamente nada la realidad violenta que envuelve muchos aspectos del fútbol y la complicidad de barras con sectores policiales, políticos y dirigenciales. Y con hinchas "correctos" de sus propios clubes.

No hay manera de tirar la primera piedra en una actividad como el fútbol donde no hay controles en los gastos de los clubes, donde hay contratos privados a granel, sueldos astronómicos que muchas instituciones no pueden pagar y seguimiento cero de la evolución económica de las instituciones. Encima, barras que tienen cada vez más influencias y dirigentes que luchan en soledad y con poco apoyo para quitarles esa importancia que los violentos se atribuyen.

En suma, un futuro oscuro, con las torpezas y complicidades del poder político, los organismos de seguridad y de todos los que amamos al fútbol. Un futuro similar al actual, con algunos maquillajes, pequeñas correcciones, pero sin respuestas de fondo.

En realidad, me parece que la cuestión pasa por un cambio de importancia que debería darle la sociedad argentina al fútbol. Quitarle dramatismo, darle menos trascendencia, no volverse locos si se gana o se pierde y preocuparnos más por el juego que vemos semanalmente en el campo. Darle al fútbol un lugar mucho menos preponderante de aquel que tiene. Dejar de ser argentinos, dirá un futbolero tradicional. Quizá. Aunque no haya soluciones a corto plazo.

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