jueves 28 de marzo del 2024

Palestina: historias increíbles del fútbol

La selección asiática, que es reconocida por FIFA, sufre un sinfín de problemas. Con su territorio partido y el país en guerra, sobrevive. Galería de fotosGalería de fotos

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Para Murad Farid, la lectura de The Wall Street Journal era obligatoria. Graduado en 2001 de economista en la Universidad de Nueva York, había trabajado dos años en Goldman Sachs, hasta que fundó la empresa de telecomunicaciones Farid Capital. Un día, descubrió un artículo en ese diario que le llamó la atención: la selección de fútbol de Palestina iba a jugar ante Irak por las Eliminatorias para el Mundial 2006. Murad entró a la página web de la Federación Palestina y, para su asombro, se encontró con un aviso en el que se pedía que cualquier futbolista palestino se pusiera en contacto de inmediato con el entrenador del equipo, el húngaro Tamas Viczko. “Lo contacté –recordó Murad en Frontline Football, un documental de la BBC– y le conté que había jugado en la universidad y que, aunque yo había nacido en Manhattan, mi padre era palestino. Me pidió que viajara a Egipto, donde se estaba entrenando el equipo.” El 16 de noviembre de 2004, en Doha, Palestina perdió 4-1 con Irak. Murad entró en el segundo tiempo.

El viernes 23, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas (que en julio, de visita en España, posó con la camiseta del Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu y con la del Barcelona en el Camp Nou), exigió en la asamblea de la ONU que se reconociera a Palestina. La FIFA es, por comparación, vanguardista: reconoció a Palestina en 1998.

Intramuros. Jugar al fútbol (cuando no, vivir) en Palestina es, como mínimo, complicado. Que lo diga, si no, el ex capitán de la selección, Saeb Jendeya, que debió abandonar el equipo a la fuerza, ya que vive en la Franja de Gaza y el ejército de Israel no le permite salir (“después de la Intifada de 1987, dejé de estudiar y me fui a tirarles piedras a los israelíes. Tenía apenas 12 años”, le contó en 2004 a la BBC). O el lateral Majed Abusidu, que juega en Kuwait, y el mediocampista Mohamed Samara, que lo hace en Egipto: en julio, Israel les prohibió la entrada a Cisjordania para el partido ante Tailandia por las Eliminatorias. “Los jugadores que viven en la Franja de Gaza –le cuenta a PERFIL el periodista Aboud Rahman Hamed, un graduado en finanzas de la Universidad de Toronto que viaja de acá para allá por Medio Oriente y escribe el blog Palestine Football– ni siquiera pueden salir de allí y jugar en la selección.” En 2009, como consecuencia de un bombardeo de Israel, murieron los futbolistas Ayman Alkurd, Shadi Sbakhe y Wajeh Moshate.

La historia de Hazem Al Reikhawy es tragicómica: tras otro bombardeo de Israel en la Franja de Gaza, apareció tirado en la calle. Lo dieron por muerto y lo llevaron a la morgue. Allí estaba, cuando una señora que buscaba desesperada a su hijo lo sacó de la heladera de la morgue y lo escuchó respirar. “¡Este hombre está vivo!”, gritó. Al Reikhawy, ya sano, disputó en junio la clasificación para los Juegos Olímpicos de Londres con la selección de Palestina.

Extramuros. Desasna Aboud: “La Liga de Palestina es semiprofesional, aunque la Federación planea que se haga profesional en breve. El principal anunciante es la empresa de telecomunicaciones Jawwal, y su competidor, Wataniya, patrocina al Hilal Al Quds”. La Liga se divide en dos: diez equipos que juegan en la Franja de Gaza y diez que lo hacen en Cisjordania. El presidente de la Federación es el general Jibril Rajub, un ex asesor de seguridad de Yasser Arafat, que no vacila en enjuiciar a periodistas que lo critican (sin ir muy lejos, en enero, a Mamdouh Hamamreh, de Al Quds TV).

“La Federación –complementa Aboud– prohíbe a los clubes la contratación de futbolistas extranjeros porque, argumenta, les sacarían demasiada ventaja a los futbolistas locales.” Sin embargo, que la competitividad de la Liga deje que desear no es la causa por la que la selección nacionaliza descendientes de palestinos como Murad. Las trabas para reunir a los futbolistas que juegan en la Franja de Gaza y Cisjordania es la explicación.

Vaya un ejemplo: Imad Satara marcó el gol de Palestina en aquella derrota de 2004 con Irak. Juega en el Syrianska, de la Primera División de Suecia. Nació en Estocolmo. Vaya otro: Roberto Bishara (defensor del Club Deportivo Palestino, de Chile), Edgardo Abdala (mediocampista de Santiago Morning) y Roberto Kettlun (mediocampista del Virtus Casarano, de la Serie D de Italia) juegan, cuando pueden, en la selección. Pablo Abdala y Raúl Naif, argentinos ellos, también jugaron para Palestina.

Ultimo ejemplo: Omar Jarun tiene 26 años y juega en el Arka Gdynia, de la Liga 1 de Polonia (Segunda División). El 3 de julio, Palestina jugó por primera vez en su historia de local por Eliminatorias, en Ramallah, ante Afganistán (el partido se disputó en el estadio Faisal Al Husseini, a metros del muro construido por Israel...). Era, además, la primera vez que Jarun pisaba Cisjordania. Palestina, con él en cancha, empató 1-1. “Cuando conocí a mis compañeros –recordó en una entrevista con la CNN–, se preguntaron cómo diablos podía ser yo palestino.” Lógico: cuando un cazatalentos de Palestina lo descubrió, Jarun vivía en Georgia. En Estados Unidos.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil

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