martes 23 de abril del 2024

La AFA sin Grondona, capítulo II

"Una auténtica embajada", la segunda parte de una serie que analiza pasado, presente y futuro de la Asociación del Fútbol Argentino.

El amateurismo, como se vio en la entrega anterior, no fue el ejemplo a seguir. El exceso de clubes y el progresivo interés que generaba el fútbol, especialmente en las clases populares, politizó cada vez más sus asociaciones. El entusiasmo generado por la medalla de Plata en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928 y el subcampeonato en el Mundial de Uruguay en 1930, coincidieron con el profesionalismo que comenzaba a oficializarse en todo el mundo. Así, nuestro fútbol, cumplía 40 años y empezaba a hablar de dinero y contratos, iniciaba una nueva era. Pero de similar estilo… Con mas turbulencias que estabilidad -como fueron esos años en el país todo-. Por distintos motivos casi tres decenas de presidentes pasaron en la AFA profesional y castellana, con más penas que gloria, hasta la llegada del señor del anillo con la sentencia egipcia del "todo pasa"… (menos él).

Por fin AFA. Después del segundo Campeonato Mundial, el de Italia de 1934, con Argentina eliminada en el único partido que jugó, a manos de Suecia (3-2 en Bologna), se fusionaron AFAP (Asociación de Football Amateurs y Profesionales) y LAF (Liga Argentina de Football) y, el 3 de noviembre de ese año, finalmente nació la AFA: "Asociación del Football Argentino", aún con la palabra football en inglés. Nació afiliada a FIFA, con la presidencia del prestigioso médico y semiólogo Tiburcio Padilla, hijo del  Ministro de Relaciones Exteriores de Nicolás Avellaneda.

Padilla que, después de su experiencia en el fútbol, también fue Ministro de Asistencia Social y Salud Pública en las presidencias de Arturo Frondizi y de José María Guido, fue sucedido en la AFA por otro prestigioso médico nacional, aunque en otra especialidad, el cirujano plástico Ernesto F. Malbec, titular de Racing entre 1933 y 1936 y, curiosamente, en paralelo interventor de Atlanta en 1934...

Los principales Congresos de su especialidad médica hicieron que Malbec recorriera el mundo como pocos en su tiempo, dejando impregnados sus viajes en tres libros (‘Cómo se vive en Rusia’; ‘Guyanas, un mundo desconocido’ y ‘Yo los vi así’, donde describió otros siete países europeos) y en innúmeras experiencias que intentó trasladar -como dirigente- al fútbol. No pensaba en los derechos de televisión… Cuando joven fue un entusiasta, pero suplente wing derecho de la Academia en la era amateur, era donde el club de Avellaneda forjó ese distinguido mote. Su carrera junto a la raya de cal concluyó en 1921 cuando un rudo lateral de Defensores de Belgrano lo acostó -literalmente- en el hospital de Avellaneda; allí, durante el periodo recuperatorio, descubrió su vocación por la medicina. Fue un dirigente brillante y fuera de la norma: ya entonces se hablaba de su honestidad (¿ese elogio de destaque e individualización significaba que la mayoría no lo era?).

Al Dr. Malbec lo sucedió el riverplatense Angel Molinari, a quien  -junto a Luis T. Minuto, su predecesor-, River debe el apodo de ‘Millonarios’. Fueron ellos dos quienes, en cifras récords e inusuales para la época, compraron primero a Carlos Peucelle, a Sportivo Buenos Aires, y después Bernabé Ferreira a Tigre. En 1936, con Molinari en la AFA, River ganó el título argentino y por primera vez, la entonces prestigiosa Copa Ricardo C. Aldao, que disputaban los campeones de Argentina y Uruguay, y que llevaba ese nombre por haberla donado. Aldao fue otro de los tantos hombres de ‘dos corazones’: además de ser presidente de Gimnasia y Esgrima La Plata en el Siglo XIX también lo fue de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA) en el Siglo XX. Los tiempos cambian y actualmente una de las principales competencias de esgrima de nuestro país pone en juego la Copa Dr. Ricardo C. Aldao… La ‘C’ la utilizaba para distinguirse de su homónimo  y contemporáneo gobernador de la provincia de Santa Fe -1924 a 1928-. A su vez, Molinari fue el único presidente de AFA surgido del seno riverplatense.

De hijos, yernos y hermanos. La AFA, en muchos momentos, fue una especie de embajada, un destino siempre codiciado; su sillón principal resolvió problemas de presidentes de la República y gobernadores provinciales, de congresistas y de ministros. No por acaso tras ‘los médicos’ Malbec y Molinari, asumió el yerno del presidente de la nación Agustín Pedro Justo, el boquense Eduardo Sánchez Terrero. Y por ello tampoco sorprende que haya conseguido que su suegro ‘hiciese aprobar’, en 1937, la ley que autorizaba a entidades financieras “la concesión de préstamos en títulos de la deuda pública -siempre existieron- a las instituciones deportivas que contaran con terreno propio”. Curiosamente, su Boca… No faltan quienes exageradamente digan que tantos años de descalabros afectaron la ya frágil salud de aquel que siempre siguió de cerca y como propio (de algún modo lo era) a nuestro fútbol, don Alejandro Watson Hutton: falleció el 9 de marzo de 1936. Tenía 82 años.

Sánchez Terrero, con las cartas credenciales de su suegro, le facilitó el camino al Dr. Camilo Cichero, titular xeneize, para que en febrero de 1938 obtuviera el préstamo de 1.600 pesos en títulos -de entrega escalonada-, con los que se construyó la Bombonera (Antonio Vespucio Liberti, en su primer mandato en River, aprovechó la volada y a ese decreto se debe, también, el inicio de obras del estadio ‘Monumental’...) Curiosamente Sánchez Terrero, un año después, cuando dejó la AFA, se convirtió en presidente de Boca hasta 1946.

Fue en su gestión cuando se decidió que Argentina no participe de la Copa del Mundo de Francia en 1938, siguiendo la posición del primer presidente, no Honorario, de la actual Conmebol (entonces CSF: Confederación Sudamericana de Fútbol), Luis O. Salesi, que era argentino, quién como la mayoría de los dirigentes locales consideraba que debía existir alternancia entre los continentes europeo y americano: un Mundial cada uno. Y que ‘este nos tocaba a nosotros’. “Si no lo organizamos no jugamos”, dijeron Sánchez Terrero y Salesi y Argentina no lo jugó. ¿Qué actitud hubiese tomado Grondona?...

Tampoco fue por acaso que en el inicio de los cuarenta comandó la AFA Ramón Castillo, hijo del también presidente del país durante dos años de la alargada ‘década infame’ (1930-1943), el catamarqueño Ramón Antonio S. Castillo… Papá Castillo inauguró la Avenida Gral. Paz y mantuvo la neutralidad argentina cuando la Segunda Guerra Mundial. Castillo hijo fue el primero en sentarse en el verdadero sillón de la AFA, donde hoy serruchan a Julio H. Grondona mientras él se atornilla, o sea el sillón de cuero marrón de la calle Viamonte Nº 1366 de la Capital Federal (ya veremos porqué).

Dos décadas más tarde, el vicepresidente de don Arturo Illia en el gobierno nacional, el radical moderado y antiguo jugador de Estudiantes de Paraná, Carlos Humberto Perette puso al frente de la AFA, en 1965, a su hermano el Dr. Francisco Perette. ‘Don Pancho’, como se le decía en su tierra natal, presidió la Liga Paranaense de Fútbol por 49 años pero se mantuvo en la Asociación del Fútbol Argentino sólo dos… hasta que -¡adivinó!- cayó el primogénito cuando el golpe del 28 de junio de 1967 erigió al Teniente General Juan Carlos Onganía como presidente de facto del país. Los militares sustituyeron al entrerriano Perette por el ya mencionado en el capítulo anterior, Valentín Suárez, que llegaba por segunda vez a la AFA: “Onganía no sabe que la pelota es redonda y quiere alguien con experiencia” se dijo en su momento. Y acertó. Fue aquí cuando Valentín Suárez creó los campeonatos Nacionales que en su primera disputa incluyó a San Lorenzo de Mar del Plata, Chaco For Ever de Resistencia, Central Córdoba de Santiago del Estero y San Martín de Mendoza (los cuatro clasificaron últimos y ninguno de ellos participa más, desde hace años, en la B Nacional, lo que algo expresa y bastante aporta para la disputa de unitarios y los federales de nuestro fútbol actual). Paralelamente Suárez creó los torneos Metropolitano, Re-clasificatorio y Promocional.

Retrocedamos en busca de la cronología perdida sin alejarnos de la política ‘invasora’. Sánchez Terrero, el yerno boquense de Agustín P. Justo -en cuyo mandato se instauró el régimen de ascensos y descensos del Profesionalismo- fue sucedido por Adrián C. Escobar, entonces director nacional de Correos y Telégrafos, hombre muy próximo a otro presidente de la República: Jaime Gerardo Roberto Marcelino María Ortiz… Escobar fue otro miembro del partido Radical administrando el fútbol nacional. Al iniciar su mandato, Escobar se mostró federalista incorporando a los clubes ‘grandes’ rosarinos al campeonato máximo de AFA (Rosario Central, finalizó 11º, y Newell’s Old Boys, clasificó 4º) y al terminarlo, 29 de octubre de 1940, colocó la piedra fundamental del actual predio afista que todos conocemos en la calle Viamonte, cuyo terreno había comprado quince años antes, en 1925, el Dr. Adrián Beccar Varela, cuando presidia la Asociación Amateurs de Football, que funcionaba en la calle Victoria -actual Hipólito Yrigoyen-. La sede se estrenó 18 meses después, el 22 de mayo de 1942, en el ejercicio de Ramón Castillo que llevó a la inauguración del edificio a su homónimo padre, el presidente de la República, convirtiendo al hecho en lo más importante de ese día en el país. El primado monseñor Santiago Luis Copello -primer cardenal que tuvo la Argentina- bendijo las instalaciones con transmisión radial en directo (El Mundo, Splendid y Belgrano con flashes).

Faltó decir que Escobar dejó la AFA para asumir la embajada argentina en Madrid en 1941… Sus sucesores, obviamente, fueron el mencionado Ramón Castillo, el también presidente de Huracán -una década antes-  Jacinto C. Armando y el Dr. Agustín Nicolás Matienzo, descendiente de Juan de Matienzo, ‘Oidor de la Audiencia de Charcas’ y de familia tradicional, donde congresistas, profesores y juristas aparecen de modo relevante en la historia Argentina. Asumió el 23 de marzo de 1944. Duró un año. Todos duraban poco. En realidad eran más estables los puestos de los embajadores en Europa que los de la AFA...

Matienzo duró particularmente poco porque, en su gestión, una huelga de árbitros y un par de sobornos que involucraban a Banfield y Unión de Santa Fe, pusieron al fútbol -y no por sus virtudes- en tapa de los diarios (Clarín aún no existía: su primer ejemplar aparecería, casi, junto al peronismo, meses después el 8 de agosto de 1945). Grondona tenía 11 años, ya había visto a su Independiente ser campeón dos veces, y en Sarandí sostienen que no tuvo participación en la huelga de los referees ni en los mencionados sobornos…

Siempre se cocinaron habas, se tejieron historias y se concedieron favores. Quienes denostan al actual gobierno afista, repitiendo voces que no consiguieron repercutir en la Justicia, creen que todo comenzó y terminará con el polémico ‘Godfather’. No es así. Antes era lo mismo y a veces peor, sea esto bueno, regular o malo. Los dirigentes nunca fueron santos y los gobiernos, democráticos o dictatoriales, jamás permanecieron ajenos al fútbol y a la AFA. ¡Si hasta en el periodo presidencial de Alfonsín -otro hincha de Independiente- sus adláteres pretendieron cambiar al técnico de la Selección! No pudieron y Bilardo fue campeón mundial en México ’86…

La hora de los muchachos peronistas. La AFA fue militar o radical hasta la llegada del peronismo, cuando afines de 1945 quedó en manos del General de Brigada Eduardo Avalos, líder del Grupo de Oficiales Unidos (GOU). Avalos, uno de los llamados ‘cuatro coroneles’ de Perón, en el pasaje de gobierno al dos veces titular de Independiente de Avellaneda, Pedro Canaveri, castellanizó a la AFA: en 1946, la institución pasó a llamarse lisa y llanamente ‘Asociación del Fútbol Argentino’, sin ningún resto de anglicismo. ¡Basta de ‘football’! Y, en apariencias, de improvisaciones: con la nueva y definitiva entidad regente, comenzaron los torneos de divisiones inferiores, los pases inter-clubes de jugadores tuvieron plazos y de a poco fueron naciendo el Comité Ejecutivo, la Asamblea, el Colegio de Árbitros -entonces Academia de Referees-, el Tribunal de Cuentas, el Departamento de Medicina y el Tribunal de Penas más o menos parecidos a como son en la actualidad; también en esa época -neutralizando cualquier intento de surgimiento de alguna otra Asociación, Liga o Federación - se creó el Consejo Federal que hoy reúne a 3.000 clubes de 210 ligas de todo el país, con mas de 400 mil jugadores federados (antes, desde 1922, existía la Confederación Argentina de Football que los agrupaba).

El peronismo tomó cuenta del fútbol sin ningún escrúpulo y con sus ‘nuevas ideas’ rápidamente metió en la cabeza de los jugadores que no eran jugadores y sí trabajadores. De todos modos no es su creación Futbolistas Argentinos Agremiados, que bajo el liderazgo de su primer Secretario General, Adolfo Pedernera, y su primer presidente, Fernando Bello, se fundó en 1944.

En ese período de descamisados que desembarcaban en Buenos Aires en busca de trabajo digno y con la ilusión de ver ganar a Boca en vivo y en directo, Correos y Telégrafos también ‘le aportó’ otro presidente a la ‘máxima entidad’: nada menos que el amigo de la madre de Evita, Oscar L. Nicolini, que dejó la AFA dos años más tarde para asumir la cartera de Ministro de Comunicaciones de Perón… después de solucionar la mayor crisis que ya sufrió el fútbol criollo, por causa (justa o no) de la ideología en boga en ese momento y reivindicando un salario mínimo para los profesionales de Primera y Segunda División: la famosa huelga de jugadores de 1948. El fútbol siempre fue un trampolín político, no crean que eso lo inventó Mauricio Macri… Nicolini podría dar fe si aún viviera.

De todos modos ese conflicto -que necesitaba los gritos convocantes de un Grondona y no de aquellos dirigentes que pensaban mas en sus propias carreras que en el fútbol nacional-, sólo se solucionó, de verdad, tres años después, cuando la AFA llegó a un acuerdo con las Federaciones extranjeras, especialmente la DIMAYOR, creada aquel año en Colombia, responsable de la fuga de talentos futboleros nacionales, pagándole muchísimo más. Se fueron ‘La Saeta Rubia’ Distéfano y ‘El Charro’ Moreno, por ejemplo, entre casi un centenar de tapas de ‘El Gráfico’.

Los profesionales habían presentado a Nicolini un petitorio por intermedio de la Secretaría de Trabajo y Previsión que incluía, entre otros, cuatro puntos vitales y que hoy nos resultan familiares: 1) Libertad de contratación al final de cada conchabo -la AFA anuló las primas de contratación-; 2) Lo ya dicho, fijación de sueldos mínimos; 3) Obligación por parte de los clubes de contratar a jugadores que hubiesen actuado en Primera División, Segunda y/o Reserva; y 4) Cuarenta y cinco días de vacaciones con goce de sueldo -la AFA les concedió un mes-. Y aunque hubo mejoras registradas en 58 artículos, los jugadores -como ahora- querían emigrar, principalmente aquellos que recibían las mejores ofertas, los cracks más famosos. No fue fácil retenerlos.

El conflicto estalló el 10 de noviembre de 1948 y cambió la navidad de mucha gente. Racing, que era puntero cómodo perdió el título en las últimas cuatro fechas lo que le impidió ser tetracampeón argentino (enseguida ganó los títulos de 1949, 1950 y 1951). El campeón fue, nada menos que su vecino, Independiente, que tenia buenos suplentes y mejores inferiores. Otro gran beneficiado fue Gimnasia y Esgrima La Plata porque, incongruentemente y sin la mano negra de Grondona (tenía 17 años y andaba probándose en las inferiores de River), se anularon los descensos de ese año. Debió haberse anulado todo. O nada. Pero lo de arriba de la tabla continuó valiendo y lo de abajo no. Ese campeonato ya había comenzado lleno de incertezas que se arrastraban de otros años, al punto que se habían contratado una docena de jueces ingleses para dirigir Primera División…

Nicolini, finalmente, fue sucedido por el Dr. Cayetano Giardullo (hijo), recomendado por el gobernador bonaerense Domingo Mercante. Y dale que va… De paso excesivamente fugaz, lo sustituyó, en su primer mandato, el ya mencionado Valentín Suárez, hombre de mucha fuerza en el gremio metalúrgico y en esa época dirigente de Independiente… ¡Epa! ¿No era de Banfield? De Banfield fue presidente y posteriormente. Por ahora era directivo ‘rojo’… En fin, el fútbol criollo…

Grondona nació tarde. Valentín E. Suárez fue quien manejó los acuerdos internacionales para que la sangría de jugadores terminase allí. Controló a los Colombianos y apaciguó a los peruanos. Igualmente, la mayoría de los que se fue nunca más volvió o lo hizo en el ocaso… Una anécdota. Él era el presidente de la AFA la tarde de 1951 que, en la Bombonera, decidieron el título uno de sus dos clubes, en este caso Banfield, y el Racing del Presidente Perón (y del Ministro de Hacienda Ramón Cereijo). Ganó la Academia 1 a 0 con gol de Mario Boyé y para muchos fue una muestra de que, pese a todo, el fútbol de entonces era limpio. O por lo menos sus resultados no eran digitados por la AFA… Para otros, fue nada más que una pulseada entre Perón y Suárez, donde ganó el más fuerte… Cuestión de opinión, querer ver el vaso medio lleno o medio vacío.

Lo que no fue un tema opinable,  fue que en su gobierno la Argentina, con el visto bueno (¿o la orden?) de Perón desistió de participar en la Copa del Mundo de 1950 en Brasil. El motivo era claro: Argentina reivindicaba para sí la organización de ese campeonato: ya había reclamado el del 38 y ahora, terminada la Segunda Guerra se sentía con derechos organizativos. El presidente de la FIFA, el francés Jules Rimet -que la gobernó 33 años-  no le otorgó ese derecho a la AFA por la deserción de doce años antes… Argentina, entonces volvió a estar ausente. No solo se negó a ir a Brasil, como tampoco fue a Suiza en 1954… ¿’Don Julio’ se hubiese perdido ese banquete de campeonatos mundiales? Seguramente no. Su visión es otra y se las hubiese arreglado para convencer a Perón de la necesidad de ir. Y posiblemente a Jules Rimet de jugarla en la Argentina. Grondona nació tarde. Yo también hubiese ido, dicen que teníamos cuadro para ganarlo…

Con Valentín Suárez en la presidencia afista, el primer club no incluido en la elite de los llamados ‘Cinco Grandes’, fue campeón: Estudiantes de La Plata en 1967. Enseguida Vélez y Chacarita siguieron esa saga vencedora que llevó la clase obrera al paraíso; aunque nunca los clubes denominados ‘chicos’ vivieron tantos halagos y dieron tantas vueltas olímpicas como en la era Grondonista, donde, además de sus éxitos por primera vez se fueron al descenso tres ‘Grandes’: San Lorenzo, Racing y River. Argentina ganó el Mundial ’86 y fue Vice en el del ’90, además de los muchos títulos juveniles y las inéditas medallas olímpicas. Al margen de los resultados, con Grondona se levantó la última gran obra de AFA que es el predio en Ezeiza, llamado Complejo Habitacional y Deportivo. No es poco, reconozcámoslo señores.

A don V. Suárez -un hombre de rara inteligencia- lo sucedió en AFA en su primer gobierno, el ex presidente sanlorencista Dr. Domingo Peluffo, peronista reputado, que en su breve gestión en el club azulgrana, casi una década antes, no solo logró el campeonato de 1946 con los recordados Farro, Pontoni y Martino, sino que dejó obras, como el camino de cemento en el acceso a la tribuna oficial del antiguo Gasómetro.  En 1954, con él en AFA, se creó la Caja de Previsión y Ayuda Mutua que protegía a los clubes y sus futbolistas por incapacidades y/o muerte.

La hora de los hornos. A Peluffo lo siguió el último presidente de ‘ese’ peronismo, Cecilio Conditti, Secretario General de la CGT y proveniente del gremio Gráfico. Después Ministro de Trabajo y rector de la UNO, Universidad Obrera Nacional… Conditti, cuando la llamada Revolución Libertadora de 1955 derrocó a Perón interrumpiendo su segunda presidencia, como siempre en esos casos fue a parar al horno: lo sucedió un interventor civil que representaba al gobierno militar: Arturo Bullrich, conocido rematador, miembro de la Sociedad Rural, del Jockey Club, de la Sociedad de Criadores Shorthorn y de la Bolsa de Valores de Buenos Aires (un auténtico ‘gorila’ -como se decía entonces- puesto con la mano y con la intención de marcar el cambio).  Conditti, igualmente, dejó un heredero sindicalista para más adelante: en 1969 asumió como interventor, su pupilo Aldo J. Porri, conocido dirigente de Chacarita Juniors. Los sindicalistas siempre supieron que la AFA rendía sus frutos por partida doble. Si bien Porri le cedió su lugar, para un breve interinato como Interventor, al Dr. Oscar Leopoldo Ferrari, enseguida sucedido por quien más adelante describiremos (Oneto Gaona), no demoró mucho en aterrizar en Viamonte al mil trescientos otro gremialista: el velezano y dirigente de la UOM -Unión Obrera Metalúrgica- Raúl D’Onofrio. Recordado porque, avalado por el Ministro de Bienestar Social Francisco Manrique, fue quien instauró el PRODE (Pronósticos Deportivos), la esperada y fracasada ‘polla’ del fútbol nacional.

Dejemos que el GPS de la historia nos lleve a la ‘democracia guerrillera’ para entender mejor ese link entre AFA y Bienestar Social. En 1973, cuando Juan Domingo Perón, junto a Isabelita Martínez, regresó al país y al gobierno, declaradamente volvió el peronismo a la casa mayor del fútbol argentino. Y la AFA pasó a depender del Ministerio de Bienestar Social, conducido -es una manera de decir- por el temido ‘Brujo’ José López Rega, un oscuro cabo de policía que acompañó al General en su exilio en Puerta de Hierro, suburbios madrileños. Baldomero Manuel Gigan, un hombre más ligado al básquet y a los clubes de barrio que al fútbol grande, fue su primera designación y su primer interventor; se lo había recomendado a ‘Lopecito’ su suegro, Raúl Alberto Lastiri, que brevemente, como titular del Senado, asumió la presidencia del país cuando renunciaron los ‘delegados del General’, el dentista Héctor Cámpora y su vice Solano Lima. La guerrilla hacía estragos. Y el fútbol hacía la suya, lo que podía.

Algún lector desprevenido pensará que este texto habla de los avatares del país, de los socavados cimientos de la Casa Rosada, hoy túneles turísticos. No. Estamos hablando de la Casa del fútbol y su atmósfera contextual. De los avatares de la AFA antes del aterrizaje de Grondona, el ferretero que fundó Arsenal de Sarandí en 1957, a los 27 años, junto a su hermano Héctor… Antes de él era así, en la AFA sin Grondona, íbamos y veníamos. Como la Argentina. Las selecciones eran una risa, se formaban a dedo como en cualquier barrio y los convocados trabajaban de prestados en algún club. La AFA tenía menos dinero que sus afiliados que, por eso, poco y nada la respetaban (no podía adelantarles dinero para pagar sus deudas). Se reformaba todo, inclusive los Estatutos, casi a diario. De consuelo sirve insistir con que el país no era mejor...

La AFA y el Gobierno se dieron cuenta que actuando como lo hacían nunca más íbamos a organizar un Mundial. Ni a jugarlo… Con el también rector del Colegio Nacional Mariano Moreno, Dr. Raúl H. Colombo en la AFA en 1957, la Selección volvió a los Mundiales al año siguiente, en Suecia. Nos fue mal, tanto que nos volvimos en primera ronda con la mayor goleada sufrida por una selección nacional hasta la media docena que nos hizo Bolivia, en La Paz, cuando Maradona jugaba a ser entrenador. Aquella vez los seis goles nos los metieron los Checoeslovacos -sí, eran una sola nación la República Checa y Eslovaquia-.

A Colombo le fue mejor, porque tres años más tarde asumió la presidencia de la Conmebol (CONfederação sudaMEricana de FutBOL), cargo que sostuvo hasta el Mundial de 1966. Bajo su presidencia también fuimos a la Copa del Mundo de Chile y nos volvimos, con el histriónico ‘Toto’ Lorenzo como DT, en la primera fase: Inglaterra, Hungría y Bulgaria nos ahorraron varios días de hotel… Hasta entonces, de no haber sido por la Copa de 1930 en Uruguay, nuestras participaciones mundialistas no superaban a las chilenas.

El escribano Fernando Mitjans, que presidió a Boca, club donde hoy su homónimo hijo, integra la Comisión de Apelaciones, fue el último interventor de AFA y, como una continuación de su mandato, se transformó luego en su presidente, por obra y gracia de una reforma horneada en la Secretaría de Deportes que, entonces, estaba en manos de otro polémico personaje de la época, Pedro Eladio Vázquez. Tan polémico que cuando se produjo el último y más truculento golpe militar de nuestra historia (1976) fue directo a la cárcel.

Previo al ‘funebrero’ Porri, sin embargo y también como Interventor, había asumido quien después también fuera presidente de Racing, el Dr. Armando Ramos Ruíz, una persona de bien que, no obstante, asume y, como un hincha más, nombra entrenador de la Selección a quien nunca antes lo había sido, aunque le sobraban credenciales: el ‘Bocha’ Humberto Dionisio Maschio, crack que un par de años antes lo ‘enamorara’ con su juego en el Racing de José, el ‘Primer Campeón Mundial’, título todavía fresco en su memoria. Así eran las cosas. Muy futboleras… quiero decir, muy pasionales. Tanta pasión que desbordaba los cuarteles: a Maschio lo echó de la Selección el presidente de facto del país, Juan Carlos Onganía porque sus resultados en los amistosos previos a las eliminatorias del Mundial del ’70, no eran prometedores. Lo reemplazó el experimentado Adolfo Pedernera y, de cualquier forma, nos quedamos afuera de la Copa de México (por primera y única vez en una eliminatoria y decidiendo, con Perú, en casa: a partir de allí se instaló, en el folklore futbolero, que ‘la Bombonera’ era mufa para la Selección y comenzó a jugar en ‘el Monumental’ casi como única alternativa).

25: el artículo jamás cumplido. Pese a que el artículo 25 del actual Estatuto de la AFA dice textualmente: ‘El mandato del Presidente dura cuatro años, computables desde el 26 de octubre del año de su elección, hasta el 25 de octubre del cuarto año siguiente y podrá ser reelecto’, nadie llegaba a la mitad de ese período, mucho menos era reelegido y cada uno que embarcaba en ‘la aventura’ o bien tenía su propio ‘manual de abordo’ o ya llegaba con la ‘hoja de ruta’ diseñada por los de arriba’. Como cuando, en 1971, aterrizó directo desde la Unión Industrial Argentina (UIA), el hombre fuerte de Nobleza Picardo, caballero de la Orden Malta y tesorero del Jockey Club Argentino, el antes citado Juan Martín Oneto Gaona, el primer presidente afista que conocí personalmente (A Ramos Ruíz, aunque fue presidente antes, lo conocí posteriormente cuando gobernaba Racing). Oneto Gaona era, como varios de estos presidentes, un hincha de fútbol de palco oficial y platea local que jamás había pisado un tablón visitante. En las antípodas del fanatismo dominguero, fue por años el mecenas que sustentó al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, ubicado en Av. San Juan 350, gesto heredado de su padre, el fundador.

En 1973 lo sucedió, en brevísimo pasaje, de pocos y olvidables meses (de enero a junio: pif-paf), el Dr. Horacio E. Bruzzone, en calidad de Interventor. Después lo siguieron, como ya se dijo, el Dr. Baldomero M. Gigán, y el número 27 de la lista ‘oficial’, el escribano Fernando R. Mitjans, que llegó con el desastroso pasaje de la Selección en el Mundial de Alemania, cuando teníamos tres técnicos: Vladislao Cap, José Varacka y Víctor Rodríguez. Tres mediocampistas en sus épocas de jugadores. Esa Selección jugó contra Alemania Oriental mientras aquí se enterraba a Perón, fallecido dos días antes (1 de julio de 1974). Aquel equipo, que tenía buenos jugadores -Perfumo y Houseman por citar dos-, sólo sabía hacer papelones contra Holanda (en un mes la enfrentamos dos veces y en ambas ocasiones nos metieron cuatro goles). Todo era tan absurdo que a uno de los entrenadores, Varacka, no se lo nombraba en forma directa porque se sostenía que era mufa, se le decía ‘José de la Quimera’, por ejemplo. A partir de allí cuestionar algunos movimientos que Grondona hace en la Selección -aunque los discuta con sus hijos-, es pretender ser más de lo que fuimos, somos y seremos…

Los muchachoficialistas

todos unidos triunfaremos,

con vitor hugo daremos

un grito de corazón:

¡Julio perdón! ¡Julio perdón!

Por ese gran argentino

que se supo conquistar,

todas las plaza del fulbo

repartiendo el capital.

¡Julió, Julió, qué grande sos!

¡Para la TV, cuanto valés!

¡Julió, Julió, gran conductor,

en FIFA sos embajador!

Por los promedios trienales

que Julio ha establecido,

el fulbo entero está unido

y grita con la masa:

¡Todo pasa! ¡Todo pasa!

Por ese gran argentino

que trabajó sin cesar,

para que reine en el fulbo

para todos la igualdad.

¡Julió, Julió, qué grande sos!

¡¿Para Clarín cuanto valés?!

¡Julió, Julió, gran peleador,

sos del sin Cable defensor!

Imitemos el ejemplo

de este varón argentino,

y siguiendo su camino

gritemos de corazón:

¡Julio perdón! ¡Julio perdón!  

Por esa Argentina grande

con que Cristina soñó,

es la realidad y la efectiva

que te debemos a vos.

¡Julió, Julió, qué grande sos!

¡Desde Arsenal cuanto valés!

¡perdón, perdón, gran conductor,

sos el gran seleccionador!

Nota: en negrita las palabras adaptadas.

Próxima entrega: Capítulo 3 - ¿Después de tu, habrá después?

(*) Director Asociado Diario Perfil/primera época; y creador de SoloFútbol

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