jueves 25 de abril del 2024

Bingo Cámpora y el papá de Camporita

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“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa.” De ‘El 18 de Brumario de Luis Bonaparte’, Karl Marx (1818-1883).

En este guión medio estrafalario, Macri es un Perón sin balcones ni 17, Angelici es un Cámpora pero no de Giles, Ameal es Tamborini, Beraldi es Mosca y la Unión Democrática no es una alianza gorila contra el líder de masas sino todo lo contrario. La Cámpora, además, no es ni la hija ni la nieta del dentista conservador convertido en ícono revolucionario por esas paradojas de la historia, sino una vigorosa agrupación juvenil progre donde también milita el hijo de Jorge Amor Ameal, que quizá hoy dé el batacazo que nadie imaginaba hace noventa días y retenga el sillón presidencial que le dejara Pompilio. Ionesco o Alfred Jarry comprarían, intuyo.

La lucha, se ve, es política, al menos simbólicamente. Porque la triste mayoría de los dirigentes futboleros –con la excepción del notable caso Vélez; Lanús, pese a su sobreactuado enamoramiento grondoniano; quizá Estudiantes, aunque muy atado al fenómeno Verón, y alguno más– son vendedores de fantasías. Su plan no pasa de cholulear en los medios, que el equipo gane para sentirse parte, vender y comprar jugadores para equilibrar cuentas (también en el club), contactar empresarios sin empresa; anunciar grandes proyectos y después hacer algún gimnasio para la foto y chau. Soy injusto con más de uno, lo sé; pero describo con exactitud a otros. Todos los conocen.

Abdo, por ejemplo, es un caso insólito. Ni Viggo Mortensen, que vive en Hollywood, podría haberse sorprendido tanto con la situación del club. ¿Para qué se habrá postulado, entonces? ¿Fue engañado? ¿Vive en un freezer? Misterio.

Comparada fue retrocediendo, poco a poco, hasta desaparecer de la fórmula después de una gestión inolvidable, en muchos sentidos, para Independiente. Molina y Podestá eran hermanos como los Pimpinela, pero se pelearon. Cuando eran dúo trajeron a Vivas por su proyecto serio, y lo echaron; fueron Fofó y Miliki en el gag con Matthäus y para investigar el gerenciamiento, contrataron a Cúneo Libarona, el prestigioso abogado que antes defendía a... Blanquiceleste. ¡Ops! Ahora es Molina, desde su autoridad, el que le da tres partidos de plazo a Simeone, un inepto que perdió su invicto, empata demasiado y no sabe manejar al encantador Teo Gutiérrez, un chico temeroso de Dios, callado y respetuoso con todos. El mismo lo contrató, hace menos de seis (6) meses. Todo es gratis, parece.

Odio la espantosa muletilla “empate técnico”, pero parece que por ahí anda la cosa en Boca, la única puja política con final abierto en un año repleto de elecciones ganadas de antemano. Aquí sí hay misterio, expectativa… y tela para cortar.

Todo estaba dado para el macrismo puro y duro. La situación era ideal, digamos, desde un punto de vista trotskista: cuando peor, mejor. Y todo estaba mal. El presidente no existía para los medios, los demás dirigentes eran una bolsa de gatos y se mataban entre ellos, el técnico era invendible para la prensa, no ganaba y prefería el 4-4-2, lo que enfurecía al Enganche Melancólico que, para colmo, ya parecía el enfermo imaginario de Molière. ¿Cómo no ganar en medio de ese caos? La Operación Retorno no tenía ningún riesgo.

Dicen que Duran Barba, el sabio ecuatoriano de jopo azabache a lo Jaime Bayly, fue el que más se opuso a esta aventura. Macri había ganado la ciudad y eso lo salvó de ser arrasado por el Huracán Cristina. ¿Para qué arriesgarse? ¿Para aumentar el malestar estomacal de Rodolfo Páez? No, no valía la pena.

Pero Boca es Boca y la cosa era pan comido. Angelici al gobierno, Macri al poder. El Tanito era el Cámpora de Mauricio para que Mauricio recuperara Boca, su pasaporte nacional, la única manera de que la Argentina profunda vuelva a registrarlo, camino a 2015. No podía fallar. Pero falló. Porque ahora sí hay riesgo. Uy.

Culpa de Falconi. ¿A quién se le ocurre ganar tanto y con cualquiera en la cancha? Y encima las elecciones, que te caen el mismo día en el que el equipo puede dar la vuelta. No puede ser… ¡Milagro kirchnerista! También en el cielo debe haber corrupción, compatriotas.

La Unión Democrática antimacrista se armó entre gol y gol. Fue fácil. Es que separados le regalaban a Macri el club, una estructura utilísima si es que pretende –todos tenemos derecho a soñar– llegar a presidente. “Los días más felices siempre fueron macristas”, podría haber sido un buen eslogan para un spot sobre su gobierno acaparador de títulos first class. No se animaron a tanto. Menos mal.

En 1973 la cosa era entre Perón y Lanusse y los protagonistas ocasionales pasaban a segundo plano. Hoy es igual.

Jorge Amor Ameal es un hombre de bajo perfil, reconocido como buena persona aun por Fantino, quien no hace mucho lo definió como “el peor presidente de la historia de Boca”. Daniel Angelici es uno de esos radicales golondrina, que van hacia aquí o hacia allá, a ver qué onda. Unos se fueron con Kirchner; otros, como él, con el elegante PRO. El Tanito es empresario del juego. Timba. Dueño de Bingos, esas cosas. No le ha ido mal. Ya se sabe: la que gana, siempre, es la banca. Hoy estará del otro lado. Quizá acierte, por qué no.

Habrá que ver cómo le va a Boca, después. Porque las caras son siempre las mismas, muchachos. Desde hace años, de un lado y del otro. Mmm… Adivinar no es tan difícil. Mientras el equipo gane, todo será Disneylandia, ¿verdad?

Y si no, no; como decía González Tuñón.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil

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