jueves 28 de marzo del 2024

Una final para disfrutar en serio

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Con la victoria del Barcelona sobre Valencia, quedó confirmado que el próximo 25 de mayo los catalanes jugarán en Madrid contra el Athletic de Bilbao por la final de la Copa del Rey. Quiere decir que Pep Guardiola y Marcelo Bielsa estarán frente a frente por segunda vez, ya que en la primera rueda de la liga española empataron 2-2 en San Mamés.

Será una nueva oportunidad para gozar un partido de fútbol, esas chances que no abundan en ninguna parte. Será una ocasión para que podamos ver de nuevo al mejor equipo del mundo que no es el mismo de hace unos meses, disminuido por lesiones y exceso de calendario deportivo, aunque es lógico que le pase porque nadie puede mantener semejante nivel de excelencia con tanto trajín.

Será una chance para ver que la revolución que ha provocado Marcelo Bielsa entre los vascos es una verdad irrefutable. Con prepotencia de trabajo, poniendo su sabiduría, su ojo clínico para examinar futbolistas y su ambición al servicio de un proyecto a mediano plazo, lo han elevado a la categoría de prócer en Euzkadi. Sucede que Bielsa debió trabajar con un plantel chico, en un club donde no se pueden contratar jugadores de otras regiones y que venía de saborear la clasificación a la Europa Cup con el anterior entrenador, Joaquín Caparrós.

Los jóvenes jugadores comprendieron la dimensión del cambio, modificaron radicalmente su manera de jugar y lo aceptaron de buen grado. Están yendo de menor a mayor y ya han dado un paso gigantesco en los objetivos primarios: la final de la Copa del Rey era lo que querían sus hinchas; pues ahí la tienen. En los próximos tres meses, el gran maestro rosarino se dedicará a poner lo mejor que tenga para obtener una clasificación directa a la Champions League y por otro lado, buscará seguir adelante en Moscú contra el Lokomotiv y el frío siberiano, sabiendo que definirá en su casa, quizá con más lluvia pero con mucha menos nieve.

Trabajo a destajo, ejercicios novedosos, inteligencia para dialogar y debatir con el plantel, repetición de la práctica para crear hábito, libertad para moverse dentro de un marco solidario, ausencia de amiguismo o de parcialidad, todas son sinónimos de lo que hace Bielsa en Bilbao y que obliga a los directivos del Athletic a querer ya mismo renovarle el contrato por dos años más. Con un costado menos “misterioso” como que ahora todos los entrenamientos diarios salvo uno son abiertos para los hinchas, en el complejo deportivo de Lezama.

Bielsa se formó en Newell’s, Messi empezó en Newell’s. Los dos son hinchas rojinegros. Uno ya le dio el nombre a la cancha de los leprosos, lo sacó campeón dos veces, jugó la final de la Libertadores y sigue estando presente en la boca de todos. El otro es el mejor del mundo y ya ha dicho que quiere “alguna vez” ser dirigido por el Loco y jugar con la camiseta que ama. Ahora se verán las caras y quizá Messi deje la vergüenza de lado, esa que hizo que por no conocer a Bielsa no lo fuese a saludar, aquel Argentina 2-Chile 0, cuando el ciclo del entrenador arrancaba en la Roja y nueve jugadores encabezados por Tévez y Mascherano fueron a darle un abrazo. El saludo, acá, vale la pena. El fútbol, vale mucho más.

Todavía hay gente que discute a Messi. Cada vez quedan menos, son los que no admiten que el fenómeno del Barsa no es solamente suyo y que en la Argentina no tiene los compañeros que sí dialogan con él con la camiseta azulgrana puesta. No los entiendo.

Todavía hay gente que discute a Bielsa. El único argumento es la pésima actuación en la Copa del Mundo de 2002. Y aunque marque atenuantes, mala suerte, situaciones desgraciadas y algunas cosas más, siguen dudando de su capacidad. No los entiendo.

Por suerte, el 25 de mayo será el tiempo de que se enfrenten y se abracen, también los dos argentinos más indiscutibles que tiene el fútbol argentino.