jueves 28 de marzo del 2024

Las delicias del otro fútbol, el olvidado

"Encontré un fútbol que creí que no existía", dice Federico Peretti, director de la película que ya se estrenó. Pequeñas personas con historias grandes.

442

Existe. Hay que buscarlo. En categorías como la C o la D o en las ligas del interior del país. En las tribunas de madera. En las canchas ubicadas entre montañas. O en aquellas que el frío y la nieve hace que parezca más una pista de hockey sobre hielo que un campo de juego. En cada uno de esos jugadores, técnicos o árbitros que lo hacen por pasión, por amor al deporte. Porque la plata se la ganan arriba de un colectivo, curando pacientes en un hospital, manejando un taxi o levantado paredes en una construcción. También se lo puede encontrar en la honestidad de esos dirigentes que ponen plata en vez de llevársela. Es real. En Argentina, hay otro fútbol.

“Es la mirada de este fútbol un poco olvidado que uno no le da tanta bola porque en los grandes medios no hay espacio”, explica Federico Peretti, el director de El otro fútbol, el documental que se estrenó el jueves 9 de agosto. Y agrega: “Me encontré con un fútbol que yo pensaba que no existía. Que ese espíritu amateur de jugadores que juegan por amor a la camiseta se había abandonado”. Para verlo, hay que buscarlo.

Cuarenta y ocho mil kilómetros en avión, en colectivo o, en su mayoría, arriba de un auto que coleccionó multas varias. De la Quiaca a Ushuaia y de Corrientes a San Juan. Tres años de trabajo. De fines de semana o semanas enteras fuera de casa. Y el objetivo -logrado- de encontrar, a través de historias, imágenes, sonidos y silencios, que existe otro fútbol.

Hemos ido a clubes donde el presidente vende pollos u organiza peñas para tratar de que el club siga en pie y donde realmente juegan por el hecho de seguir perteneciendo a la sociedad y que la gente que vive ahí siga teniendo un lugar para ir el fin de semana a hacer un deporte”, cuenta a 442 Peretti.

En las ligas del interior, la rivalidad es adentro de la cancha. Afuera son todos vecinos. “Ves al árbitro que se come unas empanadas con los equipos cuando termina el partido. Todos viven en una ciudad. En el partido se matan, todos quieren ganar. Pero cuando termina el encuentro siguen con su vida”, describe el director de la película.

“Me sorprendió mucho el tema de las canchas. En Tinogasta, Catamarca, cuando no hay partido la cancha está cerrada y dejan dos caballos pastando en el medio del campo de juego. O en La Quiaca, donde es una cancha de tierra, piedras y la pelota va para cualquier lado. Y los jugadores juegan como si fuera en La Bombonera, no les importa. En Chilecito, si le pegan fuerte le pelota rebota contra una montaña que tiene 300 metros”.

Peretti, quien junto a Fernando Prieto, investigador y productor, llevaron adelante la realización de la película, asegura que la idea era “centrarnos en pequeñas personas, con grandes historias que cuenten un poquito de qué va este mundo del ascenso, rodeados de estas ligas, de estas canchas y de estos clubes”. Para poder mostrar, en la pantalla grande, que existe otro fútbol.

(*) editor de 442