viernes 19 de abril del 2024

Los dilemas de Falcioni

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Está claro que Boca no termina de digerir el abrupto adiós de Juan Román Riquelme. A la enorme decepción que significó la pérdida de la Copa Libertadores, se sumó el alejamiento del máximo ídolo. En los días siguientes y en medio de la confusión, la conquista de la devaluada Copa Argentina le dio un poco de alivio al mal momento xeneize.

El torneo Inicial arrancó con el insoportable viaje a Colombia y Venezuela y el papelón del retorno desde aquellos países. El plantel pagó su cansancio y hartazgo con una dura caída ante Quilmes. Llegó la recuperación con la Copa y los dos triunfos consecutivos, ahora puestos en duda porque el futuro en la Copa Sudamericana ha sido amenazado por el inesperado 3-3 ante un flojo Independiente.

La crisis que vive en todos los aspectos el club de Avellaneda no alcanzó para que Boca pudiera superarlo en el resultado, si bien fue dominador del juego. La ausencia de los arqueros Orión y Ustari fue suplida a medias por el juvenil D’Angelo, que como es lógico mezcló dosis de inexperiencia y ansiedad combinadas con valentía y seguridad. La aparición del uruguayo Albin en el costado derecho de la defensa es una buena opción a futuro. Rápido, encarador y con una permanente actitud ofensiva, puede ser la salida permanente que antes no tenía Boca.

Tanto se extraña a Riquelme, tanto están buscando hinchas y periodistas la presencia de un sustituto, que en la figura de Juan Sánchez Miño puede estar el reemplazo necesario. Con 22 años y dos docenas de partidos oficiales, el chico nacido en Saavedra ya ha mostrado lo mejor de su repertorio. Puede ser lateral izquierdo, mediocampista izquierdo, doble cinco adelantado o enganche. Tiene talento, pausa, visión de juego y un techo que aún no se vislumbra. Para ser el mimado de todos los boquenses le bastó con poner la pelota junto al palo del azorado Hilario Navarro, acariciando con su zurda el balón y gritando el golazo de tiro libre.

Habrá que esperarlo, darle tiempo a que se equivoque, tratar de presionarlo lo menos posible, no llenarlo de elogios porque sí y, sobre todo, respetarle los tiempos. Con un Sánchez Miño que pide pista e inexorablemente la conseguirá en los próximos partidos, los dilemas de Julio Falcioni serán cada vez mayores. Porque si privilegia su afecto por Wálter Erviti o confía en que Chávez le solucione lo que sí puede resolver Sánchez Miño, la cosa se pondrá difícil.

De última, son opciones en un plantel numeroso y bien calificado. En medio del caos que generó la decisión de Riquelme, quizá asome un heredero y los refuerzos le den un brillo al grupo que no tenía sin el crack. Ustari como gran sustituto de Orión, Burdisso como necesario titular en lugar de Schiavi o Caruzzo (da igual), Albin en la banda derecha y Sánchez Miño, más la velocidad y habilidad de un recuperado Lautaro Acosta, pueden perfectamente formar un nuevo Boca más juvenil, más ambicioso, más prolijo y menos atolondrado.

Será el dilema de Falcioni ubicar los nombres exactos para producir la transformación. ¿Podrá? ¿Querrá hacerlo? Una posible eliminación ante Independiente por la Sudamericana sería un golpe muy fuerte, aunque las chances están abiertas. En suma, Boca incorporó buenos jugadores y tiene base. Candidato siempre ha sido. Pero su entrenador deberá resolver qué usar y qué hacer con un grupo de jóvenes que vienen pidiendo pista.

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