sábado 20 de abril del 2024

Muerte e impuestos

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“As certain as death and taxes (tan cierto como la muerte y los impuestos)” comentó el inescrupuloso Drew, intentando ubicar cuestiones inevitables en la azarosa existencia del hombre. Joe Black lo miró asombrado y se quedó reflexionando. Así es, la muerte y los impuestos, asuntos ineludibles para el ser humano con los cuales al veleidoso fútbol argentino le gusta coquetear.

Desde 1924 a la fecha, el fútbol argentino ostenta en su haber 269 muertos. Para tomar conciencia de la dimensión actual del problema: 70 ocurrieron en los últimos diez años y diez durante el 2012. Las crónicas sobre la violencia en el fútbol ya suenan reiterativas y el público se va anestesiando al respecto. Todos los fines de semana sucede algún incidente nuevo. El sábado pasado fue el tiroteo entre dos facciones de la barra de Boca donde no se produjeron muertes de milagro, en la semana lo de los iracundos plateístas de la Bombonera, el fin de semana anterior se vivieron incidentes de gravedad entre un grupo de barras de Nueva Chicago y la Policía Federal, lo mismo con los de Belgrano y la Policía Santafesina, y los de Tigre y la bonaerense. Y así sucesivamente, podríamos  seguir enumerando inconvenientes mientras nos remontamos en el tiempo.

Leyes escritas sin aplicación efectiva, arreglos a sotto voce de cumplimiento absoluto, criterios dispares sobre situaciones iguales, sanciones según el color de la camiseta, contactos políticos al por mayor, mucha injusticia y aún más impunidad, han convertido al fútbol argentino en una indómita caja de Pandora. Nada de lo que ocurre es nuevo, todo se enmarca en una espiral descendente sobre los mismos temas de siempre. Lamentablemente, el fútbol argentino se olvidó de la pelota y se acostumbró al juego de intentar mojarle la oreja a la muerte.

Además del asunto de la violencia, el fútbol argentino sorprendió con el caso de los “perejiles” que se ganaron un lugar en la historia al ser inhabilitados por la triangulación de sus pases. Esto no quiere decir que Jonathan Botinelli e Ignacio Piatti no hayan tenido responsabilidad: al fin de cuentas firmaron los documentos que los inculpan, pero esta práctica estaba tan difundida que difícilmente hayan tenido conciencia de la supuesta “ilegalidad”.

Junto a Botinelli y a Piatti, y para no ser menos que ellos, cayeron una decena de futbolistas “congelados” por sus propios clubes esperando que  la AFIP dilucide la situación impositiva de sus pases. Resulta que por algún motivo, el organismo estatal se  notificó de que en el fútbol existían “clubes satélites” (dueños de pases de jugadores que jamás vistieron sus camisetas), inversores ocultos (que ponen plata oscura porque es un agujero negro sobre el que nadie tiene control), evasión impositiva, instituciones esquilmadas por operaciones cuestionables que sólo cierran en el bolsillo de algún tercero, incumplimiento en el pago de las cargas sociales y otros etcéteras de su absoluta incumbencia. Recordemos que todos los actores del entuerto impositivo han sido protagonistas habituales de la prensa durante los últimos veinte años, especialmente durante recesos y momentos frenéticos previos al cierre del libro de pases.

No hay que ser un memorioso para recordar al célebre Locarno de Suiza al que River (en el 2008) le malvendió porcentajes de los pases de Higuaín, Belluschi y de los entonces juveniles Fernández, Musacchio y Antonio, sin que nadie levantara la perdiz. Tampoco se necesita ser un historiador del fútbol para relacionar que en esa misma época, el club helvético poseía los pases de tres jugadores de Racing: Claudio Piojo López, Nicolás Cabrera y Gustavo Cabral, y que ninguno de ellos siquiera disputó un partido con la “mítica” casaca blanquinegra.

La historia oficial institucionalizó al caso de Rubén Capria, como el primer antecedente conocido de triangulación en la Argentina: cuando pasó de Racing al Cruz Azul  de México con una escala relámpago en Wanderers de Uruguay. Pero en la práctica, esta metodología de negociación generalmente ligada al beneficio de particulares y al perjuicio económico de los clubes y del Estado, ya estaba instalada.

Entre los ejemplos de la época hay uno emblemático que sintetiza a la perfección el procedimiento. A mediados de los 90, el Deportivo Español era una institución orgullo para su comunidad: con planteles modestos alcanzó un lugar en Primera y pudo darle pelea de igual a igual a los grandes. A una semana de terminar su mandato, el polémico presidente Ríos Seoane, llamativamente le hizo renovar contrato a seis de los jugadores más cotizados del plantel, con la particularidad de que el vínculo se extendía apenas por un año y no tenía la habitual cláusula de prórroga (ya extinta) de 2 años por el 20% de aumento. Al finalizar el torneo, los futbolistas se consideraron en libertad de contratación, generándose una disputa con la nueva dirigencia que llevó a la huelga de 1997 y terminó con la estampida de los futbolistas. Un par de años después, la justicia ordinaria fallaría contra el ex presidente y contra cuatro de los jugadores, pero el daño para Deportivo Español ya estaba consumado. Este fue uno de los primeros incidentes en la catastrófica caída de la entidad del Bajo Flores que lo arrastró a las categorías más bajas del ascenso y que amerita un artículo completo para sí.

Un grupo de los futbolistas “liberados” terminó en Europa pero no en calidad de jugadores libres: previamente sus pases fueron “comprados” por desconocidas instituciones extranjeras con la excusa de que las personas físicas no podían ser propietarias de derechos federativos. Es en esta ley donde se encuentra la justificación para la ideación de este sistema de transferencias que el tiempo fue pervirtiendo.

La cantidad de futbolistas involucrados en triangulaciones de pases, desde la época de los liberados del Deportivo Español hasta el presente, se puede contar de a centenas. Lo curioso es que en este tema nadie puede esgrimir desconocimiento: en el fútbol argentino siempre diseñaron vericuetos con el fin de ganar más y pagar menos. Pero no hay que ser hipócrita, en la Argentina, el fútbol no tiene el privilegio de ser el único ámbito donde esto sucede.

En Conoces a Joe Black, la película protagonizada por Brad Pitt y Anthony Hopkins, se mezclan la muerte y los impuestos, dos asuntos supuestamente serios con los cuales no se juega. Por lo que exhiben los hechos, hace tiempo que el fútbol argentino no le tiene miedo a la muerte y menos aún a los impuestos.