miércoles 24 de abril del 2024

Copa África, el torneo más surrealista

Un técnico empleado de aeropuerto, un equipo que hace terapia grupal y un delantero que no tira penales por su mamá: historias de una Copa diferente.

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Lucio Antunes es controlador aéreo en el aeropuerto de la Isla de Sal, Cabo Verde. Tiene 46 años y trabaja allí desde hace 22. Está de licencia, sin embargo: la pidió en julio de 2010, cuando la Federación Caboverdense de Fútbol lo nombró entrenador de la selección. “Es –dijo el miércoles a la CNN– mucho más fácil ser entrenador de fútbol que controlador aéreo, por la enorme responsabilidad que tengo cuando hay muchos aviones sobrevolando el aeropuerto.”

Antunes, un ex futbolista del Sporting Clube da Praia y ex jugador, también, de la selección de básquetbol y de la de tenis de mesa de Cabo Verde, fue invitado en diciembre por el mismísimo José Mourinho a presenciar los entrenamientos del Real Madrid durante una semana. “El presidente de Cabo Verde, Jorge Fonseca, es amigo de él, y por eso me invitó. Fue un placer conocerlo. Es inteligente y tiene un gran corazón”, contó Antunes.

Su equipo debutó en una Copa Africa de Naciones (CAN) en el partido inaugural ante el local Sudáfrica con un empate 0 a 0. Por lo demás, le costó a Cabo Verde llegar hasta donde llegó, porque la Federación no pudo costear los pasajes a Sudáfrica y debió improvisar la Operación CAN 2013 para recaudar dinero: organizó desde conciertos hasta venta de estampillas alusivas a la clasificación de la selección.

La de Cabo Verde es apenas una de las historias surrealistas que se pueden contar acerca de las 16 selecciones que compiten hasta el 10 de febrero en una Copa Africa de Naciones que va a tener las ausencias de tres gigantes: Egipto (que tiene su Liga de cabotaje suspendida desde febrero, cuando 73 personas murieron a causa de los enfrentamientos entre hinchas del Al Masry y el Al Alhy), Camerún (que, con Samuel Eto’o en cancha, fue eliminado por Cabo Verde) y Senegal.

Africa mía. Ninguno de los 23 jugadores de Etiopía había nacido en 1982, cuando esa selección participó por última vez de una Copa Africa. Ya clasificados para la que se inicia hoy, el entrenador, Sewnet Bishaw, advirtió que sus futbolistas “estaban bajo una presión insoportable”. Por eso, cada dos días, hacen terapia grupal con un psicólogo. Etiopía salió campeona de la competencia en 1962 y subcampeona en 1957, cuando llegó a la final sin jugar por la expulsión de Sudáfrica, que no quiso presentar un equipo multirracial. Hoy, en cambio, es difícil, si no imposible, que repita: tiene apenas un futbolista profesional, el delantero Saladin Said, que juega en el Wadi Degla, de Egipto. La Liga de Etiopía, que es la tercera que más jugadores aporta después de la de Francia y la de Sudáfrica, es amateur.

En contraposición, Costa de Marfil tiene sólo dos futbolistas que no juegan en Europa: un tal Didier Drogba, que juega en el Shangai Shenhua de China, y el tercer arquero, Badra Alí Sangaré, que ataja en el Séwé Sports de San Pedro, de Costa de Marfil. Es, por lejos, la selección con los futbolistas de más renombre de la competencia, y no por nada está invicta desde hace 23 partidos. Sin embargo, no gana la Copa de Africa desde 1992, y viene de caer en la final del último año, ante Zambia (que, asterisco, hace cuatro partidos que no marca y acaba de suspender un amistoso con Namibia para que sus futbolistas no se frustraran).

Con Nigeria en caída libre (va a presentar una selección con 17 futbolistas debutantes en esta competencia) y con Mali menos atenta a la Copa Africa que a la batalla entre las tropas de su gobierno (apoyadas por Francia) y los rebeldes islamistas, sólo Ghana, que llegó a los cuartos de final del último Mundial, podría complicarle la existencia a Costa de Marfil.

Pero esa selección se va a presentar sin su mejor futbolista, el mediocampista André Ayew, que juega en el Olympique de Marsella. Resulta que Ayew –que es el hijo del mejor futbolista de la historia de Ghana, y tal vez de Africa: Abedi Pelé– no se quiso presentar a tiempo a las prácticas y el entrenador, Kwesi Appiah, lo sacó de la lista. Lo va a reemplazar, con la camiseta 10, Albert Adomah, mediapunta de 25 años del Bristol City, de la Segunda División de Inglaterra, que hasta 2008 estudiaba pintura y decoración, y jugaba al fútbol en un parque de Londres con sus amigos. El capitán del equipo va a ser Asamoah Gyan, que ya avisó que no va a patear ni un penal (erró en el alargue ante Uruguay en el último Mundial y también en la semifinal de la Copa Africa del último año). Se lo pidió su mamá antes de morir, en noviembre.

En definitiva, arrancó la Copa Africa de Naciones, una competencia que se disputa desde 1957, cuando participaron apenas tres selecciones y Egipto destrozó 4-0 a Etiopía en la final. Ese día, Mohamed Diab El Attar marcó los cuatro goles. Historias surrealistas de Africa: El Attar volvería a una final en 1968, pero esa vez como árbitro.

(*) Esta nota fue publicada en la versión impresa del Diario PERFIL

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