miércoles 24 de abril del 2024

Julio Grondona: poder e influencias

El hombre, que se jacta de ser "el vicepresidente del mundo", llegó a ser el segundo de la FIFA sin siquiera saber inglés. ¿Cómo lo hizo?

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Julio Grondona estaba en los jardines del Palacio de Versalles. El cielo estaba estrellado, y él levantó la vista para contemplarlo. Pero se encegueció con una luz, tropezó y cayó de cabeza adentro de una fuente. “No sabía dónde meterme, todos me miraban”, le relató en septiembre de 2011 a la revista colombiana Soho. Cuando consiguió salir, Giacinto Fiacchetti, un ex futbolista del Inter, le sugirió que pidiera un secador de pelo en el palacio. “¡Qué secador ni secador –le contestó Grondona– si estoy mojado hasta los calzoncillos!” El presidente de la AFA volvió al hotel, se cambió de ropa y pidió que lo llevaran de vuelta a Versalles. “Era imprescindible –explicó en una entrevista de 2006 con El Gráfico– que estuviera en la cena, porque era el alma máter de la reunión.” Era 7 de junio de 1998, y esa noche terminaría de convencer a decenas de dirigentes de que eligieran al otro día a Joseph Blatter para reemplazar a Joao Havelange en la presidencia de la FIFA. Blatter le ganaría 111 a 80 al sueco Lennart Johansson, y retribuiría a Grondona con la continuidad en la vicepresidencia de la FIFA, en la que estaba desde 1988.

Grondona avisó el martes en una entrevista con Radio 10 que no irá en 2015 por su novena reelección en la AFA, a la que preside desde 1979. No dijo nada, sin embargo, acerca de su continuidad en la “vicepresidencia del mundo”, que así llama a su cargo en la FIFA, denunciada por la revista France Football, también el martes, de haberle otorgado el Mundial de 2022 a Qatar a cambio de dinero.

Vale la pregunta: ¿cuál es el rol de Grondona en la FIFA?

El señor de los anillos. Argentina acababa de perder por penales con Alemania en los cuartos de final del Mundial de 2006. Grondona estaba sentado en el palco con Blatter, que le dijo: “¿Vos viniste a ganar el Mundial con Messi en el banco?”. La amistad con el presidente de la FIFA y su –llámesela– astucia política (no por nada, pasaron los gobiernos genocidas y los democráticos, y él continúa en la AFA) explican la posición que Grondona ocupa en el fútbol mundial: habla sólo en español y hasta se durmió, según contó, alguna que otra vez durante las reuniones de la FIFA en inglés y, sin embargo, es el vicepresidente de la FIFA; llegó hasta tercer año de ingeniería en la Universidad de La Plata y no sabe usar una calculadora (tampoco internet) y, sin embargo, es el presidente de la Comisión de Finanzas de una multinacional que factura 4.200 millones de dólares al año.

Pero Julio Grondona se mueve a sus anchas en la FIFA, como en el patio de su casa (es decir: la AFA). Viaja cuatro veces al año a Zúrich, Suiza, donde está la sede de la multinacional. Así como en la Argentina solía atender a los dirigentes, no en la AFA, sino en la estación de servicio que tiene en Sarandí, en la FIFA no quiso que le dieran un despacho. “No lo necesito”, dijo. Atiende en un sillón del hall del edificio. Alguna que otra vez, y a regañadientes, acepta entrar al reservado para dirigentes, que también está en el hall.

Cuando llega, desde ya, se anuncia con la secretaria de Blatter y es recibido por él de inmediato. No es para menos: Grondona es el tejedor de las alianzas que lo sostienen en el poder desde hace 15 años. El mismísimo Grondona contó en Soho que Blatter lo llama, mínimo, dos veces por semana. “Hola, amigo”, lo saluda en español, uno de los cuatro idiomas en los que habla (también lo hace en francés, inglés e italiano). “Si él no me habla en castellano –admitió Grondona en esa entrevista– no entiendo ni medio. No hay posibilidad de hablar conmigo en otro idioma.”

Blatter también le agradece, según confió Grondona, su lealtad: “Cuando fue el problema con Blatter (en 2002 cinco de los siete vicepresidentes quisieron desplazarlo por el descalabro financiero de la FIFA), los demás vicepresidentes me pidieron que me hiciera cargo de la presidencia, pero no quise saber nada. Primero, por lealtad, y segundo, porque no me interesaba. Conozco las limitaciones. El idioma es fundamental”.

José María Aguilar fue hasta 2011 el encargado de organizar la final del Mundial de Clubes de la FIFA. Durante diez años, mientras era presidente de River y además presidente de la Comisión de Clubes de la multinacional, acompañó seguido a Grondona a Zúrich. Aguilar atiende a PERFIL y, tras poner como condición que no se le pregunte por River ni nada que se relacione con el club de Núñez, cuenta una anécdota de Grondona y Blatter: “En ese Congreso de la FIFA de 2002, que se hizo en Seúl antes del Mundial, Grondona nos invitó a mí y a otros dirigentes argentinos, como Roberto Digón, a comer a un restaurante italiano.

Grondona quería echar a un dirigente de la FIFA ese día. Estábamos comiendo, cuando entró Blatter acompañado por su esposa. Entonces Julio lo vio y le dijo desde la mesa: ‘Sepp, a ése hay que echarlo hoy, ¿eh?’. Blatter sonrió y le dijo: ‘Sí, sí, Julio’.”

En definitiva, como se lo explicó Grondona a la revista Soho: “Hablo sólo en español, cierto, pero tengo una ventaja sobre el resto de los políglotas: hablo muy bien el idioma del fútbol. Y ese idioma no todos lo saben hablar”.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil

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