sábado 20 de abril del 2024

Condenados antes de jugar

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Si Racing no derrota a Quilmes pasado mañana, serán muchos los futboleros que dirán que le cedió un punto o lo que es peor, le regaló el partido. Los tres puntos son vitales para el cuadro Cervecero en su lucha por permanecer en Primera división y en su pelea contra Independiente por quedarse en la A. Si Quilmes supera a Racing, nadie podrá detener las acusaciones ni las sospechas contra los jugadores albicelestes.

A este nivel de absurdo hemos llegado: tapas de diarios no deportivos utilizando la duda como título principal, tirando sin prisa pero sin pausa leña a la hoguera de todos contra todos, le han dado un sesgo altamente peligroso al choque en el Sur. Parece no valer mucho la enorme irregularidad de Racing, que ha ganado, empatado y perdido la misma cantidad de encuentros: cinco. Y tampoco se toma en cuenta la actuación quilmeña, que desde estar casi condenado a bajar en el torneo Inicial, se ha recuperado y está a cinco puntos de la salvación definitiva.

Lo que no se entiende es cómo se gastan tantas palabras y tanto vocabulario en expresar sorpresa o hacerse los que no aceptan tal situación, cuando los ejemplos en nuestra historia del fútbol profesional abundan y superan largamente a la fábula. Están aquellos que disfrutan cuando se hacen pasar por ingenuos, cuando en realidad no lo son. Son los que nunca quieren opinar sobre estos temas argumentando que solamente pretenden hablar “del juego” como si el fútbol fuera eso solamente, un juego.  Que se vayan con la supuesta ingenuidad a otro lado. Cómodos.

También existen quienes creen ver siempre algo turbio detrás de cualquier resultado. Si usamos el partido entre Quilmes y Racing, si gana el Cervecero será que los de Avellaneda no pusieron lo que había que poner. Si empatan, que habrán llegado a un acuerdo para que no quede ningún culpable de un arreglo. Si se impone Racing, la presión de Independiente o la orden de AFA, vaya uno a saber qué cosa, hicieron que triunfara el más fuerte para alivio de otro poderoso.

Lo cierto es que, por ejemplo, Platense y San Lorenzo empataron 3-3 en 1986, cuando los Calamares y Huracán peleaban por no descender. Promediando el partido, los azulgranas vencían por 3-1 en la cancha de Atlanta, mientras su gente cantaba pidiéndoles que se dejaran empatar. Así ocurrió: el encuentro finalizó 3-3. Huracán fue perjudicado.

Algo similar ocurrió en la definición del torneo Nacional B de la temporada 92/93, cuando barras de Unión amenazaron con armas de fuego a sus propios jugadores para que perdieran ante Banfield, cuando en la última jornada el equipo del Sur bonaerense visitaba a los santafesinos y peleaba punto a punto con Colón por el ascenso. Unión perdió en su casa y Colón, que superó en Resistencia a Chaco For Ever, debió desempatar con Banfield.

Faltando cinco fechas para la finalización del Clausura de 1994, Gimnasia de La Plata perdió en el Bosque contra Mandiyú de Corrientes, que lo venció 1-0. El cuadro correntino peleaba con Estudiantes de La Plata por la permanencia. Los pincharratas fueron perjudicados, algo que se conoció públicamente gracias a declaraciones de propios jugadores de Gimnasia hace un par de años. La lista, en este sentido, debe ser interminable, pero como bien sabemos, debe ser mucho más sencillo acceder a microfilms todavía ocultos en rincones de la vieja Unión Soviética o en los fragmentos del Muro de Berlín, que conocer las inmoralidades habituales de nuestro fútbol.

Los partidos consensuados también tienen lo suyo: hay varios ejemplos en los años noventa de empates pactados entre River y Argentinos Juniors que les vino bien a ambos, aquella increíble igualdad entre cordobeses (Talleres y Belgrano) de 1999 para sumar el punto que querían y dejar atrás la lucha por no descender, el ridículo 0-0 entre Banfield y Rosario Central sin tiros al arco para que uno entrase a una copa y otro zafase. Y siguen las firmas.

Concretamente, pase lo que pase entre quilmeños y racinguistas, todo será igualmente sospechado. La pretensión de creer que todo es transparente, cristalino y gana “el más mejor” es propia de los que no quieren ver la realidad que nos abruma desde hace muchas décadas en el fútbol profesional. La idea de que todo es oscuro, ilegal y al servicio de quien tiene más dinero, también choca con la verdad histórica. Los descensos de varios poderosos y los títulos ganados por varios equipos modestos son una prueba irrefutable. Ni tanto, ni tan poco. Aunque las dudas se queden para siempre en nuestro corazones futboleros.

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