viernes 19 de abril del 2024

Boca, River y el oficio del salvador

¿Cómo se debe juzgar la labor de un centro delantero? ¿Hay que tener en cuenta su nivel de eficacia? La nueva columna de Juan Manuel Herbella.

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“Siempre nos quedará la palabra oportunistas para desvelar el misterio de estos especialistas, tipos que acuden a la cita con el balón en el lugar y el momento justos siguiendo las recomendaciones del instinto. Cuando peor juegan, más me desconciertan. ¿Cómo puede ser que sólo sepan hacer lo más difícil del fútbol?”. Jorge Valdano, “Los cuadernos de Valdano” (1997).

La complejidad del fútbol como juego, pese a lo elemental de su implementación práctica, es una de las características que lo han convertido en el deporte más popular del mundo. El avance en relación al estudio y la aplicación de novedades tecnológicas, permitió desmenuzar distintas facetas del desarrollo y algunas variables típicas por posición de juego, cuestiones que exceden a las apreciaciones visuales subjetivas y permiten juzgar la labor de un futbolista desde otro ámbito: mucho más frío y más concreto. A pesar de la irrupción de esta marea de datos para analizar, hay un valor fundamental que se mantiene inalterable: la relación cuantitativa entre el centrodelantero y el gol.

¿Cómo se debe juzgar, entonces, la labor de un centro delantero? ¿Hay que tener en cuenta su nivel de eficacia? ¿Es lo mismo tener muchas oportunidades que tener pocas? ¿Hay que discriminar la efectividad del tiro en referencia al arco y en detrimento de los que se van afuera, mal direccionados? y ¿qué pasa si no ponderamos los goles convertidos de penal? Aun a sabiendas de la existencia de todas estas estadísticas y sin siquiera considerar otras facetas del juego (como asistencias y/o colaboración en defensa),  en el ambiente del fútbol se sigue apreciando la importancia y performance de un centrodelantero, en relación a la cantidad de goles convertidos.

Carlos Luna llegó a River a mediados del 2012, por pedido del anterior entrenador (Matías Almeyda), luego de terminar como subcampeón y goleador del certamen vistiendo la camiseta de Tigre (12 goles en 18 partidos disputados del Clausura 12). Santiago Silva llegó a Boca a mediados del 2011, por pedido del anterior entrenador (Julio Falcioni), luego de ser campeón y goleador con Vélez (Clausura 11) y con Banfield (Apertura 09). Tanto Luna como Silva, llegaban con pergaminos suficientes como para avalar su contratación. Tanto Luna como Silva fueron contratados por entrenadores que no se desempeñaron como centrodelanteros y, tanto Luna como Silva, no satisficieron a su nuevo entrenador (ambos ex-centrodelanteros) y se alejaron de sus equipos sin demostrar su real valor.

En los nueve partidos que se disputaron en el comienzo de este Torneo Inicial hubo veinte goles: quince fueron convertidos por centrodelanteros. En medio de juegos trabados y poco vistosos, con emociones e imprecisiones en proporciones iguales, asombró que Luna (en Rosario Central) y Silva (en Lanús) convirtieran por partida doble en el debut con sus nuevos clubes mientras que Boca (por postergación) y River (por inhabilitación) no pusieron a prueba a sus nuevas contrataciones.

Se dice que el centrodelantero vive del gol. Bianchi y Díaz lo saben, Silva y Luna también. Unos volvieron a vivir, los otros esperan que en la segunda fecha aparezca el oportunista salvador.