jueves 18 de abril del 2024

Tres conductas para analizar

Los casos de Carlos Soto, Pablo Pérez y Cristian Campestrini y su comportamiento. Los tres sufren varias amonestaciones. Escribe Alejandro Fabbri.

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El fútbol argentino no se ha destacado nunca por la extrema violencia de sus jugadores ni por escándalos tras las decisiones arbitrales. Tampoco es un colegio de señoritas, porque han sido muchas las muestras de inconducta y las protestas generalizadas por desaciertos arbitrales, golpes no sancionados, goles mal anulados y detalles menores.

En los últimos años se ha endurecido la sanción a deportistas que son recurrentes en sus actitudes y en sus acciones dentro de la cancha. En este punto, vale la pena tomar tres ejemplos actuales del fútbol argentino que merecen una atención particular. Se trata del arquero de Arsenal de Sarandí, Cristian Campestrini, del defensor de All Boys, Carlos Soto y del mediocampista derecho de Newell’s, Pablo Pérez.

Fue Nery Pumpido quien como entrenador rojinegro hizo debutar a Pablo Pérez, el 2 de diciembre de 2006. En la penúltima fecha de aquel Apertura, Newell’s empató 2-2 con Godoy Cruz en Rosario y Pérez ingresó de titular, ganándose enseguida su primera tarjeta amarilla. Lo mismo le pasó a Carlos Soto, que un año antes fue incluido como marcador lateral izquierdo en Vélez, en el lugar de Bustamante por el técnico Miguel Ángel Russo. Esa tarde, Vélez aplastó 4-0 a Lanús en el Sur y Carlos Soto recibió la tarjeta amarilla en el inicio del juego.

Sin embargo, la continuidad de la historia los ubica en lugares bien distintos. Soto se inició en Vélez, pasó por All Boys, jugó en Nueva Chicago y regresó al cuadro de Floresta donde sigue actuando. Pablo Pérez se inició en las divisiones inferiores de Newell’s y regresó al club tras jugar en el fútbol ecuatoriano y en Unión de Santa Fe. Campeón con los rosarinos, sigue siendo pieza clave.

Protestón como nadie, Pablo Pérez tiene el récord de tarjetas amarillas entre los hombres que hoy trajinan los campos de juego y Carlos Soto, más inclinado a la pierna fuerte, registra un promedio de expulsiones superior a casi todos. Pérez –que fue expulsado por Juan Pablo Pompei en 2011 en la B Nacional por única vez- suma la increíble cantidad de 48 tarjetas amarillas en 110 presencias oficiales con Newell’s. En las dos últimas temporadas, Pérez disputó 65 partidos y fue amonestado en 35, con el detalle de que nunca fue expulsado.

¿Cómo hizo Pablo Pérez para mantenerse en cancha en 48 ocasiones con la amenaza pendiente de una segunda tarjeta amarilla y la expulsión? Si pudo reprimir su tentación a la protesta o a una falta innecesaria, ¿por qué no se frena antes y evitar la primera amonestación? Son preguntas que solamente el buen futbolista de Newell’s puede responder en la intimidad. El caso de Carlos Soto es parecido pero diferente. Lo suyo tiene más que ver con las tarjetas rojas, ya que el defensor formoseño de All Boys acumula 9 expulsiones en 128 partidos oficiales. En realidad, Soto juntó 46 tarjetas amarillas en esos encuentros y en casi todos los casos vio la doble amarilla para irse temprano a los vestuarios.

En el promedio de expulsiones de acuerdo a la cantidad de partidos jugados, Soto suma una expulsión cada 14 partidos, lo que significa algo así como tres tarjetas rojas por temporada y en su caso, una tarjeta roja cada tres encuentros. Si aplicamos el mismo sentido a las cifras que reúne Pablo Pérez, son una tarjeta amarilla cada dos partidos. Por lo que parece, por ahora, no hay indicios de cambios en la conducta de los jugadores, por más empeño que pongan, todavía no se les nota.

El tercer ejemplo es Cristian Campestrini, el muy buen arquero que tiene Arsenal de Sarandí y que lleva varios años cubriendo con eficiencia sus palos. Alcanzó a jugar un partido en la primera de Rosario Central, donde Edgardo Bauza lo hizo debutar ante Belgrano, el 10 de junio de 2001 en la última fecha del Clausura 2001. Buenas campañas en Tigre y Almirante Brown lo llevaron a ser el arquero de Arsenal en las últimas cinco temporadas. En 181 partidos oficiales en ese lapso, Campestrini sumó 33 tarjetas amarillas y 2 expulsiones. Lejos, claro, del irascible Hernán “Rifle” Castellanos, aquel buen arquero iniciado también en Rosario Central, que hizo su mayor campaña en el Gimnasia jujeño sumando el triple de expulsiones.

Sin embargo, la costumbre inveterada que tiene Campestrini de demorar el juego y su tendencia a protestar las decisiones arbitrales lo han hecho acreedor de demasiadas amarillas en sus últimas campañas. Concretamente, 19 amarillas en las últimas dos temporadas con el pucho de partidos del actual Torneo Inicial.

No se toman en cuenta los partidos internacionales o de Copa Argentina que han ampliado los problemas de Campestrini y Pablo Pérez, en cuanto a cantidad de tarjetas y protestas varias. Se trata de jugadores que no son malintencionados, ni pretenden hacer justicia por mano propia. Son corazones calientes, profesionales que a veces son traicionados por la presión del resultado, por su desmesurado apetito por el triunfo de su equipo o porque todavía no han madurado lo necesario en ciertos aspectos. Radiografías de un fútbol que no es violento pero a veces, bordea el límite de lo que se permite.