jueves 25 de abril del 2024

Simeone ‘lo durmió’ a Martino, duerma o no con la ex de De la Rúa

El chimento extra-juego es más interesante para los argentinos que los valores propios de tácticas y estrategias. Está claro que no les interesa el deporte.

442

“La locura, objeto de mis estudios, era hasta ahora una isla perdida en el océano de la razón; comienzo a sospechar que es un continente” - Simón Bacamarte (‘El Alienista’, Machado de Assis).

Perfil es una rara avis en el microambiente periodístico nacional, diría que en el gran hábitat informativo latinoamericano, donde la prensa, innúmeras veces, sirvió a propósitos ‘ajenos’ a la profesión. Su calidad general, la independencia absoluta –política y económica– que moviliza su espíritu crítico y su pluralidad de opiniones, expuestas por casi cuarenta años pese a los obstáculos que supo sortear, han hecho de esta marca un símbolo de la prensa que puede, debe y merece leerse (estemos o no de acuerdo con muchos de sus articulistas y sus pensamientos). Como toda siembra, esta también, cosechó aquello que cultivó, en este caso lectores calificados. Quien lee Perfil está un paso adelante de la información estándar, quiere ese plus que otorga la curiosidad, la insaciabilidad; necesita entender ‘más allá’ porque como bien dice su slogan entender cambia la vida…

Sin embargo, en ocasiones, cuando repaso la lista de ‘las más leídas’ me cuesta creer que esos argentinos más interesados por el conocimiento y la información analizada, prioricen lo que a veces eligen para ‘alimentarse de realidad’. Igual, reconozco, hay días en que la lista responde al ‘perfil lógico, esperado y construido’ en estas cuatro décadas. No así en la sección deportes donde lo que menos parece interesar es el propio deporte, con todo el significado que este carga y desparrama en una sociedad. El ex buen jugador de Boca Diego Latorre, uno de los pocos comentaristas que habla del juego (además lo hace con sapiencia), se preguntaba hace una semana si a los argentinos nos gusta el fútbol. Parece ridículo preguntar eso en un país como el nuestro donde ‘aparentemente’ sólo existe e interesa el fútbol. No lo es.

Está claro que a los argentinos no les interesa el deporte

Ya recomendé esa columna porque me parece una reflexión estupenda. Sostiene, con toda la razón de quien se detiene a observar, que el fútbol, como deporte, cada vez nos interesa menos. Deduce que nos ocupamos mucho más de lo que sucede afuera de la cancha que de aquello que irriga sus entrañas. El chimento extra-juego es más interesante para los argentinos que los valores propios de tácticas y estrategias. Las barras bravas y las botineras son más atractivas que los jugadores.

Así siendo, el deporte se va desfigurando en lo intrínseco y, en consecuencia, aparecemos en la cancha cantando ‘huevo, huevo, huevo’, como si ese fuese el himno apropiado. Cuando no pasa de una mala canción que nos aleja de lo vital, del maravilloso arte que tiene el juego y que un día, un siglo atrás en el caso del fútbol, con la astucia de sus talentosos ejecutores, promovió todo esto que hoy llena esas mismas canchas por motivos varios, excepto por el propio juego. La famosa Biblia junto al calefón: pena que Discépolo no explicó qué era más importante…

Invadido por desalentadoras sensaciones, a las las 8 de la mañana del miércoles 9 de abril de 2014, veo que los lectores de 442, en ese exacto momento en el que extraigo la lista del sitio, están leyendo, en orden prioritario, de mayor a menor, y según consta abajo, el siguiente temario –copiado tal cual aparecía en el ítem ‘más leídas’–: 1) La incómoda foto de Mario Götze; 2) El desnudo de las atletas olímpicas; 3) Una ‘tuerca’ con genes futboleros; 4) El video íntimo de Fernanda Lima; 5) Las nuevas cargadas de Boca a River; 6) La foto incómoda de un remero; 7) Mari Paraíba, del vóley a Playboy; 8) El video hot de la novia de Cristiano; 9) El cuento de la ‘Promo arreglada’ y 10) Un escándalo para Larissa y Fabbro. De deporte-deporte nada, cero.

¿Ese es el deporte que leen los argentinos que mejor seleccionan sus lecturas cotidianas? Un sociólogo –extranjero claro–, podría empacharse con este suculento material. Le permitiría ir muchísimo más allá del deporte y podría, con la solidez de sus herramientas y de su disciplinada erudición, discernir un poco más de algo tan complejo como es ‘la argentinidad’, esa rara idiosincrasia que mata a los subcampeones del fútbol y consagra la derrota en el rugby; que replica lo que otros dicen como si fuese una fría antena repetidora, sin pedir una prueba antes de decir impunemente que Grondona es un mafioso; que cree que su equipo va a mejorar si lo alienta/amenaza –ya no se sabe qué cuernos es– cantando el poco elegante ‘y pongan huevo que hoy tenemos que ganar…’.

En 442, a la misma hora de aquellas ‘más leídas’ se ofrecía un menú informativo bastante rico, como la victoria del Chelsea, del polémico Mourinho, revirtiendo el resultado global, en la Champions League, ante el Paris Saint-Germain de Lavezzi y Pastore. La victoria de ‘seis puntos’ de Gimnasia y Esgrima La Plata en Bahía Blanca ante el embalado Olimpo de Perazzo. El cambio de rumbo que puede tomar Independiente anticipando sus elecciones en un momento tan difícil como el actual. El día que Riquelme se probó en River según un tentador titulo. El futuro repechaje argentino ante Israel en la Copa Davis. El silencioso anotador de la NBA que desbancó, nada menos, que a Michael Jordan. Había detalles de cómo funcionará el ‘ojo de halcón’ que en el Mundial impedirá que suceda lo que con Barovero en el partido de River contra Belgrano. Y la poca chance que el Cata Díaz le asigna a Boca para dar otra vuelta olímpica. Más los columnistas. Pero no, a los calificados lectores les importa más una incómoda foto, el video hot, la voleibolista y por allí se va la vida… La vida deportiva.

En la noche del martes Lanús empató en Rancagua, Chile (donde Argentina dejó su clasificación para Cuartos de Final en el Mundial de 1962), con el club O’Higgins. Ya no pido que alguien se interese por saber quien fue Bernardo O'Higgins, aunque si cuento que su nombre completo era Bernardo O'Higgins Riquelme algunos xeneizes seguramente se van a interesar. Pero sería bueno, entre los aficionados al deporte, discutir si Agustín Marchesín, el arquero ‘granate’ no merece ir al Mundial de Brasil. Tiene 26 años recién cumplidos, experiencia suficiente y ataja cada día más y mejor. Su actuación clasificó a Lanús a la fase siguiente de la Copa Libertadores y no apenas porque haya atajado un penal faltando cinco minutos. Mostró, una vez más, que es un formidable arquero, con continuidad aunque no juegue en Europa. Eso no les interesa a los argentinos, prefieren ver el desnudo de las atletas olímpicas… Yo también quiero verlas, aún funciono, pero ya se desnudaron millares de atletas y no son muy distintas unas de otras, en cambio en el arco de la Selección sólo habrá un arquero y no puede ser otro que no sea el mejor.

Está claro que a los argentinos no les interesa el deporte. Ni siquiera el fútbol, el más popular de todos. Los hinchas de River no consiguen distinguir a los mellizos Funes Mori por su juego (aunque no jueguen a nada). Los de Racing no saben si De Paul es diestro o zurdo. La hinchada de San Lorenzo desconoce cómo se modifica el mediocampo cuando, en el ataque, sale Blandi y entra Mattos. Y los fans de Boca saben más de las denuncias contra Passarella en River que de su propio equipo de fútbol. Como bien dice Diego Latorre ni siquiera los entrenadores son didácticos en ese perverso juego de pedir a los periodistas que pregunten de fútbol y no de rumores extra deportivos y, cuando preguntados, responden con evasivas, monosílabos o exabruptos porque, invadidos en su territorio más específico, se sienten cuestionados y se ofenden.

¿Qué es hablar de fútbol como nos gustaría a Latorre y a mí? Es revisar todas las razones por las que el Atlético de Madrid limpió del mayor torneo europeo al Barcelona de Messi, que no la tocó –jugó a lo ‘Pepe’ Sand–, y esa fue una de las razones. Es elogiar al ‘Cholo’ Simeone porque no sólo le cambió la pelota por espacios al equipo catalán, también por la intensidad que su equipo impuso la primera media hora, donde se decidió el encuentro; y porque dejó crecer el césped del Vicente Calderón hasta los 30 centímetros que permite la FIFA, para que corra menos ese balón que tan bien maneja el Barcelona (en el Camp Nou lo cortan a 23 cm.); tampoco lo mojó como media hora antes y en los entretiempos lo humedece, para acelerar sus pases, el cuadro de Martino, quien –por ‘méritos’ propios– posiblemente haya cavado su fosa pirinea en esta eliminación.

Hablar de fútbol es comenzar a pensar en Simeone para suceder a Sabella el lejano día en que este deje la Selección. Eso es hablar de fútbol y no chismear si el ‘Cholo’ Simeone está con una nueva novia, ex de Antonio De la Rúa, o con quien sea que ‘duerma cuando no duerme’… Importa que lo durmió al ‘Tata’, tal vez en un sueño tan profundo que lo haga despertar lejos de Cataluña. Es preocuparse por el bajo rendimiento de Mascherano a dos meses del Mundial. Es conocer las innovaciones del profesor Oscar Ortega en la preparación física de este incansable Atlético Madrid. Es preguntarse qué será de la Argentina en Brasil 2014 si Messi juega el Mundial como jugó en la capital española. Hablar de fútbol es pensar por adelantado cómo marcar al holandés Arjen Robben, si Argentina enfrenta a los ‘chicos’ de la princesa Máxima en semifinales, para que no humille a Marcos Rojo y nos mande de vuelta a casa. Eso es hablar de fútbol y no importarse por San Lorenzo sólo cuando involucra al farandulero Tinelli…

Los intereses que llevan a los argentinos a los estadios y a las páginas especializadas son otros, no los deportivos. Y por ello, cualitativamente, somos cada vez menos: menos importantes, menos entendidos, menos atractivos, menos gloriosos y menos trascendentes. También menos interesantes. Excepto para un estudioso de la locura disimulada… Vuelvo a Machado de Assís, a la frase del inicio, la del médico Simón Bacamarte, y algo, al respecto, empiezo a intuir: la locura no es una isla perdida y tal vez no sea todavía un continente, creo que es un país. ¿Adivinen cual?

(*) Director Perfil Brasil; creador de Nuestro Ascenso (1974) y SoloFútbol (1985).