jueves 18 de abril del 2024

Un rey, mil preguntas y tres respuestas catalanas

Un excandidato a presidente del club, un periodista y un cantante analizan desde Barcelona la extraña situación que vive el mejor futbolista del mundo.

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La culpa es de Messi (*)

La culpa es de Leo Messi. Esa es la cantinela que, cual gota malaya y apoyada por algunos prebostes de los medios de comunicación, pretende socavar la hoy débil y deprimida mentalidad del barcelonismo.

Como el argentino no anda fino, como tiene en la cabeza el Mundial de Brasil, el Barça se resiente. Así de simple, así de sencillo, así de básico y así de infantil es el argumento.

Seguramente a causa de una mano negra,  Messi está destruyendo el equipo. No queda otra, ése es el mensaje que conviene transmitir hoy de un equipo que va haciendo aguas desde hace ya dos largos años.

De nada sirve argumentar que ha sido precisamente Leo, con sus espectaculares números, la excusa a la que se han aferrado las direcciones deportiva e institucional del club para no poner freno a la sangría. Los goles y las asistencias de Messi en las últimas temporadas han sido un parche en los ojos de quienes debían agarrar el toro por los cuernos para reforzar un equipo que lleva pidiendo a gritos sangre nueva, jugadores con ansia de triunfo que hagan creer a los aficionados en la victoria no por una mera cuestión de fe, sino con hechos, actitud y trabajo.

Durante tres temporadas, los medios de comunicación, ebrios de triunfo y exhibiciones, han cerrado los ojos a la degeneración de un equipo cansado de ganar. El foco se centraba en el modo en que un insaciable Messi batía récord tras récord (Chitalus al margen) para llenar portadas, mirarse el ombligo y hablar una y otra vez del mejor equipo del mundo, incluso cuando ya había dejado de serlo.

Hoy, aunque Messi sigue marcando goles incluso pese a la incapacidad de los técnicos para liberarlo de los marcajes múltiples que le impiden recibir el balón como antes, el crack de Rosario se ha convertido en la diana favorita de parte de la prensa.

Con la boca pequeña –no sea que mañana el argentino decida enfadarse–, se dice sin ambages que “ese señor” tiene la cabeza en Brasil y se le acusa de ser el principal responsable de los males del equipo.

Negar que los éxitos recientes del Barça están ligados a Leo Messi sería absurdo; es más que probable que sin el concurso del argentino no hubiesen llegado todos esos títulos. Messi es un francotirador, un desequilibrio constante y un delantero capaz de sacar los colores a cualquier rival.

Pero su influencia en los triunfos es tan evidente como el hecho de que él, y sólo él, ha ejercido de salvavidas al que asirse mientras los responsables de reflotar la nave se dedicaban a mirar para otro lado y a poner palos a las ruedas por omisión, que es el peor de los modos de pecar.

Hoy, la culpa es de Messi. Mañana, si el Barça derrota con su concurso al Real Madrid, todo el mundo volverá a ejercitarse en el supremo arte de las portadas onanistas hasta que la realidad, tozuda ella, nos vuelva a dar en los morros con una Liga tirada. Por culpa de Messi, claro, que sin el Barça no podría ni agarrarse a la barra del autobús.

(*)  Por Juan Carlos Galindo, Editor jefe del sitio catalán am14.net.

El malestar interior de Leo (*)

Estábamos muy bien acostumbrados. El Barcelona de esta temporada, a pesar de los resultados positivos, no es un equipo al que nos guste ver jugar. Guardiola hacía de entrenador, de ideólogo, de presidente, de cara visible, y era el encargado de salir a dar la cara y defenderlo todo. Cuando él estaba en el banquillo, en la primera media hora el Barça ya tenía tres goles a favor y ninguno en contra. A nivel de resultados y puntos, la primera parte de esta temporada ha sido buena pero no hemos visto ese juego, esa magia.

Es normal que después de haber visto eso, todo nos sepa a poco. Hay que tener en cuenta que hay cosas que minan la confianza de los jugadores. Messi había sido muy bien tratado en el pasado, Guardiola sabía cómo protegerlo, a él y al resto de la plantilla, aislaba al vestuario y les daba la máxima confianza. Messi es una persona introvertida que necesita confiar en su entorno, y este año le han tocado lo más próximo y personal, la familia. Después del caso de defraudación de impuestos a Hacienda, se dio una imagen pésima de su persona. Sumando eso a los ataques que ha recibido su club, la confianza del jugador ha quedado por los suelos.

Lo que parece curioso es que en una liga como la española, en la que existen tantas irregularidades y cantidades importantes de dinero que se deben a Hacienda, deudas que si fuesen de cualquier otra empresa habrían acabado en cierre, ahora salta por lo aires de repente un club que ha exportado su modelo de formación. Uno de los grandes ejemplos de este modelo es Lionel Messi dentro de la Masía.

Pongámonos en la piel de los jugadores y entendámosles un poco más. Por desgracia, la sensación que respiro es de un fin de ciclo. La directiva no ha estado a la altura de las circunstancias. No ha defendido a Messi; si supuestamente promocionas que tienes el mejor jugador del mundo, tienes que actuar consecuentemente con eso y cuidarlo como un tesoro. Hay que mimar algo así. Una gran parte de la afición blaugrana está descontenta con la actuación de la Pulga en los últimos encuentros y lo señalan como culpable. ¿Y no es más culpable el palo de Neymar contra el Real Madrid en la final del miércoles? Si hubiese sido gol, quizás estaríamos escribiendo una historia muy diferente.

Nos gusta crear superhéroes, los futbolistas son nuestros gladiadores de hoy y esperamos lo máximo de ellos. Para mí, no son normales esos ataques de vómito que ha tenido Leo en el terreno de juego, si las pruebas médicas dicen que físicamente está bien, denota que hay algo más detrás de esos espasmos de dolor, un malestar interior que se materializa de esta manera. Sinceramente, creo que Messi rendiría mucho más en el Bayern por el concepto de equipo. Messi se ha quedado solo en cuanto a compañeros, y la directiva no ayuda, parecen más negociantes que gestores. No podemos pedirle a nadie que sea perfecto, nos ha dado muchísimo, tanto que ahora es nuestro turno; somos nosotros quienes tenemos que devolvérselo, lo que necesita no es otra cosa más que confianza y apoyo moral.

(*) Por Gerard Quintana, Cantante de Sopa de Cabra, banda de rock catalana.

Cuidemos al mejor de la historia (*)

Lo que le está pasando a Messi no es algo exclusivo de él, también le pasa al resto de sus compañeros de equipo, se explica con algo tan simple como que no se ha perdido la esencia de juego que los caracteriza pero sí la intensidad. La bajada de nivel del juego colectivo hace que se resientan a nivel individual. No se trata de un declive físico, de hecho su situación física es óptima en mi opinión, ni tampoco es que se esté reservando para el Mundial; la pérdida de intensidad del equipo y el hecho de que ya no funcionen como un reloj ha acabado afectando a todos, y Messi no se salva de ello.

El juego ha menguado y en parte es por el cambio en el banquillo. A Tata Martino se le fichó de manera precipitada debido a las circunstancias, se hubiese necesitado más planificación, menos reveses, más estrategia, y no hacerlo todo deprisa y corriendo. No quiero decir con eso que el técnico sea el culpable, él  tampoco ha podido trabajar en óptimas condiciones y, a pesar del panorama, ha obtenido muy buenos resultados, más de los que se podría esperar dadas las circunstancias. La razón de que ahora haya ido todo a peor a pesar del buen arranque de temporada es la pinchadura de la actitud, la voluntad, las ganas que se han puesto a prueba y han acabado por agotarse.

Que no se haya podido concretar ni firmar ya la renovación del jugador es otro factor que no acabo de comprender. Realmente, su renovación debería haberse firmado hace meses. Yo no sé qué va a pasar pero sí puedo expresar el deseo de que Messi esté muchos años en el Barcelona. Espero que se alargue al máximo su etapa en el club y que tenga la mejor ficha de la plantilla, como le corresponde como mejor jugador del mundo. Messi es el más grande ahora mismo en el ámbito futbolístico, por ahora Neymar es un aspirante. Tiene el potencial y la capacidad, con esfuerzo, voluntad; y si hace las cosas bien hechas, algún día podría llegar a ser uno de los grandes. Por ahora y sin ninguna duda, el mejor jugador de la historia es Leo Messi.

* Agusti Benedito, Segundo en los comicios a la presidencia del FC Barcelona en 2010.

Producción: Bárbara Defoix Navarro

(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario Perfil.