jueves 18 de abril del 2024

Aquel villano llamado Ceulemans

En la Guerra de Malvinas, absurda e irracional, ese apellido sonó como un misil en trincheras donde la vida valía nada. El recuerdo de un excombatiente sobre cómo se vivió el partido frente a Bélgica en 1982.

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Aún hoy, a los 57 años, y con una carrera en la que metió 253 goles en 613 partidos y tres participaciones en Mundiales, Jan Ceuleman quizá no sepa que participó de una guerra. Guerra absurda e irracional como toda guerra. En esa guerra, ese apellido sonó como un misil en trincheras donde la vida, en los días helados de junio, valía nada y ponía en juego la aventura de militares ineptos, miserables e irresponsables.

En semejante desaguisado, encontrar una vieja radio abandonada en una galena, que se activó vaya uno a saber por qué misterioso efecto, se pareció a la gloria. Más cuando al encenderla llegaba de fondo la voz del gordo José María Muñoz en el comienzo del Mundial.La guerra quedaba entre paréntesis; el debut de Argentina anestesiaba las almas miserables que se debatían en la incertidumbre y se aferraban a Kempes y Maradona para hacer más llevadero el calvario. Pero a los pocos minutos del segundo tiempo, ese tal Ceulemans le daba el triunfo a Bélgica contra los nuestros. En medio de la locura, fue un misil que terminó de devastar lo que nos quedaba de fé. Si no era la rendición, le pegaba en el palo. Tres días después, el cese de fuego lo confirmó. Desde entonces, Ceulemans me genera la misma sensación de dolor que Galtieri, Thatcher o Menéndez.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil